Back to Top

contacto@nuestrarevista.com.mx

headerfacebook headertwitter
 

La UAdeC conciencia de gremio teatral II

Gerardo Moscoso Caamaño

El teatro en el Estado de Coahuila quiere sobrevivir y ha empezado haciendo cambios profundos en el sistema por los que se regía y basaba en una nueva organización de su estructura interna y en una autocrítica honesta.

Está claro que uno de los más graves problemas con que se enfrenta el quehacer teatral en la provincia, con pocas excepciones, es que, por lo general, quienes tienen a su cargo la dirección de los espacios escénicos, anteponen lo comercial a lo creativo. Es absurdo que el teatro experimental y amateur pueda subsistir así.

La consideración del hecho teatral, aparte de simple diversión, es que es un trabajo cultural y formativo, y como tal, deberá de gozar de más atención por parte del gobierno entrante de López Obrador. El teatro de evasión puede o no desaparecer, pero el “otro” teatro, el ilustrado, docente, por llamarlo de alguna manera, no puede, no debe, por ningún motivo, inhibirse. Esto nos lleva a concluir que el actual gobierno federal en sus tres niveles, no podía desinteresarse de lo que sucede con el teatro, de la misma manera que no podía desinteresarse de la educación. Este criterio es el que debiera, la sociedad en general, considerarlo como un servicio público, pero…

¿Cómo podría enfocarse una gestión administrativa eficaz en ese sentido? Fundamentalmente, desarrollando la captación de nuevos públicos, ajenos actualmente al teatro, en las escuelas, universidades, centros de trabajo, etc., y buscando formas creativas novedosas de publicidad para informar y atraer, porque si no se ponen las pilas, se obtendrán los mismos resultados.

La actual administración de la UAdeC, consciente de su papel a jugar, contribuye a que el espectador se convierta en activo colaborador suyo por medio de la educación.

La institución de enseñanza de Arte Dramático ya no es una ilusión en Coahuila.

La Universidad Autónoma de nuestro Estado, garantiza ahora, a nivel de licenciatura, la formación de los futuros teatristas por medio del decisivo impulso que el Rector Ing. Salvador Hernández Vélez está proporcionando a la Escuela de Artes Escénicas, para que el buen teatro y las artes se multipliquen y se concreticen en Títulos que avalen a sus egresados.

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

¿Conciencia de gremio en el teatro local? I

Gerardo Moscoso Caamaño

Desde que regresé a La Laguna, hace unos veinte años, quise diagnosticar el porqué el Teatro Independiente local vivía una desorganización descomunal. Entonces empecé a darme cuenta de los signos y síntomas que presentaba este padecimiento no exclusivo de esta comarca. Observé con el pretexto de estimular a las organizaciones independientes, que algunas instituciones públicas y privadas buscaban enfrentar a los creadores de teatro uno contra otro. Si eres crítico y cuestionas, eres conflictivo, si buscas recursos para producción, no existen y, por encima, tienes que ser dócil con las damas de la ginecocracia cultural de La Comarca cuyo lema ha sido, salvo raras excepciones, “Divide y vencerás”.

No resulta sorprendente pues que esta argumentación tan trillada en este espacio desde el 2005, encontrara una creciente resonancia en los institutos o direcciones municipales de cultura y en los responsables de dirigir los recintos que administran los patronatos. El “teatro independiente” presenta una doble ventaja para quienes quieren mostrar su eficaz promotoría cultural desde las instituciones: su atractivo nombre evoca juventud, la rebeldía y el romanticismo; justifica a quién les da chance de presentar sus puestas en escena a cambio de mansedumbre y una lana, y si eres cómodo, se otorga financiamiento de singular flexibilidad. En efecto, nada impide a los responsables políticos o a los patronatos, anular subvenciones, o cambiar por otros artistas.

Esta flexibilidad coloca a cada proyecto independiente ante la obligación de lograr un éxito inmediato, pues de lo contrario esos creadores pueden quedarse sin nada. A la vez impide que las compañías y sus directores puedan tener una evolución artística, por lo que los “Independientes” a menudo deben buscarse trabajos temporales, en detrimento de su labor de investigación y capacitación. 

Por otra parte, los oficios de escena (escenógrafos, diseñadores de vestuario, maquillaje, peinados, iluminación, utileros, tramoyistas, etc.) corren riesgo de desaparecer. Los artistas escénicos deben afrontar un colosal desafío: darle, año tras año, generación tras generación, un nuevo sentido al teatro institucional, y para ello, la conciencia de gremio es indispensable. La unión hace la fuerza. 

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Temas a debatir

Gerardo Moscoso Caamaño

La necesidad de la reivindicación de una conciencia ciudadana históricamente desinformada, requiere un ejercicio de lectura que trate de una revisión conjunta que abarque, de modo progresivo e imparable a todos aquellos textos que tratan sobre la expansión del neoliberalismo, sin olvidar a los de la ideología de la seguridad, porque ésta última está destinada a fortalecer y a la vez flexibilizar el control de la población, un juego de contención indispensable para la nueva fase de refundación gubernamental sustentada en promesas y donde se hace posible una forma arbitraria de concebir el poder, capaz de saltar las garantías constitucionales para implantarse a sí misma como fuente de normatividad y legalidad. 

Si se quiere detener una auténtica escalada de agresiones a las libertades fundamentales que pueden terminar por transformar la vida social en un estado de hostilidades y que convierten la ficción del temor como fundamento normativo en una asfixiante realidad que nos envuelve y nos cerca diariamente, hay temas a debatir: Dilucidar que conceptos y doctrinas permiten determinar el perfil de un enemigo, supuesto o real, exterior o interior, que en teoría justifique el incremento tecnopolítico de dispositivos de seguridad en la vida cotidiana y describir cómo y con qué aprobación ciudadana e institucional se hace aceptable este universo social de sospecha, tributario de su origen estratega y en el que se refuerzan unos inquietantes y no siempre evidentes vínculos entre la iniciativa privada, el Estado y cuerpos de seguridad.

Una sociedad débil, ignorante, en la que el vínculo social está roto y la acción política se reduce al silencio y al consentimiento, es el requisito necesario para poder efectuar, sin oposiciones internas, políticas que excluyan estructuralmente a una parte de la población, eliminando así cualquier obstáculo al ansia arrolladora de acumulación de los grandes entramados financieros e industriales. 

Así se empieza a entrelazar la relación entre pobreza, exclusión social y temor, que traen como consecuencia sociedades despolitizadas, ignorantes y temerosas. 

Esta falta de control sobre los supuestos procedimientos de seguridad es el resultado de un consentimiento colectivo.

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

La gigantesca estupidez humana

Gerardo Moscoso Caamaño

A estas alturas ya no sabe uno a que hay que tenerle más miedo en la vida pública, si al ceño fruncido de los injustos o a la mueca y a la risa estúpida de los tontos, de los necios. Hace muchos años, en una clase escuché a mi maestro de historia universal, Pablo Salinas Pérez, afirmar xque una cosa que no suelen tomar en cuenta los historiadores era el peso de la simple y gigantesca estupidez humana, de la capacidad que tienen algunos imbéciles que ocupan posiciones de muy alto nivel de responsabilidad en la política, de provocar catastróficas desgracias. 

Preferimos pensar que los responsables de los grandes desastres políticos, actúan por un cálculo de inteligencia perversa, ya que esto nos permite creer que en el fondo de todo hay una intención coherente, una decisión premeditada y de algún modo invencible.  Pero parece ser que no, que los amos de nuestro destino, los que dirigen gran parte de la política de nuestro país, pueden ser mucho más tontos y estúpidos que nosotros, porque pueden cometer las equivocaciones más dañinas, tal vez no por maldad, sino por pendejos, con la mejor intención, con la firme convicción de estar actuando en nuestro beneficio. 

Lo peor de todo es cuando se combinan las acciones de estos “tontos” con las de los malos, las de los populistas, con las de los de la elite, cosa bastante frecuente en la historia, inclusive en el lesionado espacio de la política Estadunidense y latinoamericana.. 

Existen algunos estúpidos aterradores, estúpidos joviales de risa fácil y estúpidos austeros, mesiánicos y densos de ceño fruncido, estúpidos voluntariosos, estúpidos felices con su terreno de poder. 

Este mes de Octubre del 2018, tan lleno de simulaciones y despilfarros, se cumplió el 50 aniversario de una de las mayores violaciones a la dignidad humana y a la democracia de México, incitadas por un cretino que con su arrogancia provocó los resultados más vergonzosos y cruentos en la memoria reciente de nuestro país.   

Los mexicanos somos un pueblo destinado a hacer cosas que maravillen, poseemos, todavía, gran capacidad revolucionaria. 

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

A cincuenta años de 1968

Gerardo Moscoso Caamaño

1968 no debe ser un inseparable recuerdo, o una complaciente efeméride.

Ahora a cincuenta años todavía quedan muchos motivos por los que luchar, aún hay que seguir gritando, oponiéndose y blasfemando. No comprendo, por poner un ejemplo, la actitud inhumana que se tiene por un segmento de una gran parte de la población sobre el asunto de la violencia, de tantas y tantas masacres en las dos últimas décadas; no puedo entender, digo, todavía, como se ha guardado un cómplice silencio por parte de las autoridades políticas, religiosas y civiles de nuestro país unidos todos en una sola y potente voz ante los abusos que se hacen contra cualquier etnia de emigrantes y, mucho menos entiendo y puedo pasar por alto y sin denunciar, la separación de esos niños enjaulados como en los campos de exterminio nazis de la Alemania de Hitler.

No olvidemos que durante las grandes guerras del pasado Siglo XX, América Latina y los Estados Unidos, abrieron sus brazos para acoger a los refugiados que huían del horror fascista en Europa. Todavía me mueve el espíritu internacionalista que junto a muchos jóvenes de mi generación sacudió a otros países en la lucha por las libertades fundamentales, la autodeterminación de los pueblos, la liberación femenina y homosexual y, dentro de ello, la incuestionable igualdad social. ¿De qué sirve pues la experiencia, la inteligencia, el talento, la solidaridad y el conocimiento si no se construye una sociedad más justa, equitativa y sin las asimetrías sociales que nos rebasan? En México, país de grandes contrastes que a pesar del parte aguas que fueron los acontecimientos traumáticos que ocurrieron durante 1968, se continúa profundizando la vergonzosa brecha entre los de arriba y los de abajo. Seguir alzando la voz para que la democracia no sea un mal menor, una simulación o una farsa, y que desde la trinchera en donde nos toca luchar, llamemos a las cosas por su nombre, sacudiendo conciencias y proponiendo verdadera ciudadanía, ser críticos rompiendo nuestra propia zona de comodidad, porque como se dice en la filantrópica hermandad de los constructores de las civilizaciones:

“El que no vive para servir, no sirve para vivir”.

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Página 9 de 10