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27 de Marzo Día Mundial del Teatro

Gerardo Moscoso Caamaño

La expresión cultural de un pueblo la caracteriza su identidad y tiene un profundo significado. 

Es una expresión poderosa de los sentimientos más hondos y que dan sentido a la vida. 

Si prospera y florece, también prospera y florece la vida cultural. La falta de recursos económicos no es sinónimo de pobreza cultural. ADVERTISING La cultura es uno de los aspectos centrales de la experiencia humana, es un principio importante que influye en la conducta y en la estructura social, es la voz formada y reformada por los efectos acumulados de dicha conducta y estructura. 

La identidad cultural es la representación del patrimonio colectivo de un grupo determinado, su historia, sus valores estéticos, creencias, anhelos, conocimientos, sabiduría y opiniones por medio del lenguaje, símbolos, acciones y manifestaciones como la danza, la música, canciones, leyendas y el teatro.

El teatro si bien no es inmune ni contrario a la globalización, trata al mismo tiempo de mantener su patrimonio cultural. 

Por ello es de suma importancia impulsar y difundir al Teatro como espejo de la sociedad en la que se origina, una expresión con gran arraigo en nuestro país, que sirve para reflejar la problemática de la sociedad y que en muchos casos, es un teatro que denuncia e integra y crea conciencia de los problemas, implantando una fuerte identidad entre los participantes y los espectadores, reflejando sus propios valores culturales basados en los textos y tradiciones heredadas de sus antecesores, lo cual hace que el arraigo del mismo tenga un importante valor cultural.

En Coahuila, hoy celebramos el Día Internacional del Teatro en la Unidad Torreón de la UAdeC, en donde se están formando actores con una preparación intensa y responsable, apoyada ésta por un grupo de docentes de sólida formación profesional y trayectoria, para que con la Licenciatura que obtengan, mejoren la calidad de las puestas en escena y hagan surgir nuevos valores en la actuación, dramaturgia, escenografía, vestuaristas, técnicos y directores, empresarios y productores de las artes escénicas en la Entidad. 

Todos nosotros reafirmamos la esperanza de promover el teatro en beneficio de la humanidad. 

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¡Se acabaron las normas!

Gerardo Moscoso Caamaño

Es evidente que el mundo ha cambiado tanto en tan poco tiempo que hoy los conceptos clásicos de derecha e izquierda parece que quedaron superados.

Sí, puede que sea una división demasiado esquemática, cuando de todos es conocido que en el mundo actual dominan la pluralidad, el matiz y la confusión.

Progresista: ésa es una palabra que me gusta, un término que creo que sigue intacto y que puede definir cierta manera de comportarse frente a la vida. Progresista radical, en el sentido estricto de ir a las raíces de las cosas, de intentar observar el armazón del mundo.

De esa radicalidad hay que decidir y tomar partido, “partido hasta mancharse” como dice el poeta Gabriel Celaya; porque siguen existiendo bandos, y si no te decides, ya se sabe, otros decidirán por ti.

Desde esa radicalidad, en fin, quedan muchas batallas todavía que librar. Algunas de ellas son urgentes y graves: como el avance de la derecha neofascista en el mundo, la llamada” cuarta transformación”, (¿?), el Tren Maya, la proliferación de oportunistas, trepadores y aduladores durante los más de 100 días de iniciada la actual administración, etc., etc. Las cosas, dicen que están cambiando, pero hay otros que pensamos que se están disfrazando. Al tiempo.

Porque una cosa es reconocer que las situaciones anteriores hoy pudieran resultar anticuadas y otra el creer que eso confluye en una componenda turbia y sin perfiles, en un residuo indefinido e intercambiable.

Al contrario: continúan existiendo las diferencias. No todas las actitudes personales son iguales en cuanto a su reflejo en la sociedad. Menos que nadie, en los políticos: “por sus hechos los conoceréis”

Sigue habiendo simuladores y engañados, explotadores y explotados, criminales y víctimas, liberales y conservadores, progresistas y reaccionarios.

El mapa de la maldad social hoy, ya no está sujeto a planillas ideológicas. Un izquierdista de toda la vida puede comportarse como un opositor indecente, mientras que un liberal burgués puede impulsar medidas progresistas.

Se acabaron las normas: hay que investigar la realidad en cada caso, estudiar los programas y sacar conclusiones personales. Es un proceso más complicado y más incierto, pero también más honesto y saludable.

 

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La Cultura, identidad para todos

Gerardo Moscoso Caamaño

Apostarle a la cultura como forma de generar conocimiento es el fondo de la cuestión. Reducir el presupuesto Federal de Cultura, frenaría la creación de servicios que constituyen el verdadero estado de prosperidad y felicidad humana.

Dentro de la dinámica violenta que existe en un buen número de Estados de nuestro país, la cultura debe de cumplir un papel muy específico: evitar una enajenación y una despersonalización embrutecedoras. 

Y esta alienación es el resultado de la cotidianidad históricamente organizada de acuerdo con las necesidades de la historia de la explotación, hoy en día tan en boga por la globalización económica.

La expresión cultural de un pueblo la caracteriza su identidad y tiene un profundo significado. 

Es una expresión poderosa de los sentimientos más hondos, auténticos y que dan sentido a la vida. Si prospera y florece la cultura, en una sociedad, ésta también hace prosperar y florecer a la vida y al país. Por ello no debe reducirse el presupuesto de Cultura en la Administración Federal. 

La cultura es uno de los aspectos centrales de la experiencia humana, es una herramienta de transformación social, es un principio importante que influye en la conducta, pensamiento y en la estructura social, es la voz formada y reformada por los efectos acumulados de dicha conducta y estructura. 

La identidad cultural es la representación del patrimonio colectivo de un grupo determinado, es su historia, sus valores estéticos, creencias, anhelos, conocimientos, sabiduría y opiniones por medio del lenguaje, símbolos, acciones y manifestaciones como la danza, la música, el teatro, la poesía, la arquitectura, las artes plásticas, la cinematografía, que, por ejemplo, desde siempre, le ha dado tanto nombre a México hasta la fecha.

Con todas las limitaciones actuales, si no se reduce el presupuesto asignado desde la Federación a la Cultura, sino por el contrario, se le aumenta, se dará continuidad a lo ya hecho y se darán los primeros pasos para resolver las cuestiones burocráticas y de corrupción que, una vez ganadas, implementaran una cultura hecha por todos y para todos de manera horizontal, aportándonos esperanza y aprendizaje.

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¡Stop, alto al maltrato a los seres vivos!

Gerardo Moscoso Caamaño

Somos un pueblo cruel, que desprecia a la naturaleza y animales improductivos.

Los niños aquí le parten a trozos las colas a las lagartijas y ardillas, le tiran piedras con la resortera a los chanates, tortolitas y cuanto animalito se cruza por su camino.

Cazan mariposas para quitarles las alas, despanzurran libélulas y machacan escarabajos. Traemos un largo entrenamiento en apedrear gatos y perros, en apalear burros, mulas y caballos. Podemos testificar a diario esta crueldad.

La “Fiesta Brava”, herencia de otro pueblo inhumano y atroz con los animales como lo es el español, sirve para exhibir parte de lo que comento. Al toro, se le tortura en las corridas hasta el límite de sus fuerzas, desde el banderillero que le clava los aguijones de acero, pasando por el rejoneador que a base de puyazos castiga a la bestia hasta hacerla sangrar y ceder ante semejante persecución y suplicio; y para terminar con el espeluznante espectáculo salvaje, si el animal tiene suerte, el matador le atraviesa con una espada su maltratado cuerpo. Es la cultura de la violencia.

Afortunadamente hoy en Coahuila, se prohíben las corridas de toros, peleas de perros, de gallos y se sanciona a quién maltrate a un animal. Es incomprensible y brutal el castigo que el hombre infringe a los animales que usa y maltrata. La mula, por ejemplo, cumplió con muchos oficios en nuestra centenaria comarca: Fue básico su trabajo en la agricultura, antes de que el agro fuese mecanizado, sirvió como transportista de Torreón a Lerdo, fue cartero, bombero y compañera de fatigas del campesino.

Duros oficios que nadie le peleó jamás y que le fueron muy mal recompensados. Me consta que algunos de los choferes de los carritos de mulas que deambulan por nuestras modernas vialidades, codeándose entre los eternos baches con camionetas y carros de lujo, les mantienen abierta una llaga para manejarlas con un palo, hurgando en la herida. No he podido conseguir que esta imagen de brutalidad que observé desde mi niñez en la Colonia Torreón Jardín, deje de estremecerme como símbolo de la maldad humana.

¿Hasta cuándo entenderemos que todos, los animales y los humanos, somos herederos de la Esencia Inescrutable del Universo, que compartimos con todos los seres vivos esta casa que es el planeta Tierra y que estamos destruyéndola sin medir las consecuencias?

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¿Hay que ser agresivo para sobrevivir?

Gerardo Moscoso Caamaño

Me pregunto constantemente si el hombre de nuestro tiempo es más agresivo que en otras épocas, si ahora, por ejemplo, un ejecutivo espléndido es más agresivo que un vendedor ambulante y yo mismo me respondo: 

Claro que hoy el hombre ejecutivo es más agresivo, de lo contrario no hubiera llegado a ser espléndido. ¿Por qué la “civilización” presente, la que va proporcionando al ser humano más comodidades, provoca un aumento de la violencia? 

Y no me refiero solamente a la irritación evidente, sino a la que más nos debería preocupar, a la agresividad oculta, la que está encubierta o enmascarada en personas que aparentemente, por ahora, no son peleoneras o provocadoras. 

Creo que la agresividad tendría que estudiarse a fondo. 

Se habla de darle a la agresividad una salida a través del deporte o competencias, de generar eventos “culturales” al estilo pan y circo; pero ese razonamiento suena trivial. Cabría partir del supuesto que la agresividad tan intensa del mundo actual nace de un cierto desamparo amoroso, muchas veces producido por las nuevas estructuras de la vida familiar, por la falta de tutela infantil, que aumentará más con la restricción de apoyos a las Estancias Infantiles, llamadas guarderías, aunque esto no está todavía comprobado del todo. Al Tiempo. 

El asunto es que la agresividad y el enojo aumentan y, al igual que ocurre con otros problemas cada vez más angustiosos de nuestro tiempo, crece con una velocidad muy superior a nuestra capacidad de comprensión. 

¿Será que la agresividad e irritación son necesarias? ¿Será que el problema más que biológico es sociológico? ¿Será que partimos de proyectos mentales correspondientes a tiempos pasados de escasez, de cuando había que ser agresivo para sobrevivir? 

En las culturas antiguas, sobre todo las originales, que poseen un gran espíritu comunal, siguen teniendo una identificación con la naturaleza. 

La antropología social ahora se pregunta si no sería una solución para nuestra civilización, volver a tomar contacto con nuestros orígenes, con aquello de que el hombre ha sido y que a fuerza de civilización técnica está dejando de ser. No destruyamos más a la naturaleza, exijamos un NO al Tren Maya. 

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