Gerardo Moscoso Caamaño

La necesidad de la reivindicación de una conciencia ciudadana históricamente desinformada, requiere un ejercicio de lectura que trate de una revisión conjunta que abarque, de modo progresivo e imparable a todos aquellos textos que tratan sobre la expansión del neoliberalismo, sin olvidar a los de la ideología de la seguridad, porque ésta última está destinada a fortalecer y a la vez flexibilizar el control de la población, un juego de contención indispensable para la nueva fase de refundación gubernamental sustentada en promesas y donde se hace posible una forma arbitraria de concebir el poder, capaz de saltar las garantías constitucionales para implantarse a sí misma como fuente de normatividad y legalidad. 

Si se quiere detener una auténtica escalada de agresiones a las libertades fundamentales que pueden terminar por transformar la vida social en un estado de hostilidades y que convierten la ficción del temor como fundamento normativo en una asfixiante realidad que nos envuelve y nos cerca diariamente, hay temas a debatir: Dilucidar que conceptos y doctrinas permiten determinar el perfil de un enemigo, supuesto o real, exterior o interior, que en teoría justifique el incremento tecnopolítico de dispositivos de seguridad en la vida cotidiana y describir cómo y con qué aprobación ciudadana e institucional se hace aceptable este universo social de sospecha, tributario de su origen estratega y en el que se refuerzan unos inquietantes y no siempre evidentes vínculos entre la iniciativa privada, el Estado y cuerpos de seguridad.

Una sociedad débil, ignorante, en la que el vínculo social está roto y la acción política se reduce al silencio y al consentimiento, es el requisito necesario para poder efectuar, sin oposiciones internas, políticas que excluyan estructuralmente a una parte de la población, eliminando así cualquier obstáculo al ansia arrolladora de acumulación de los grandes entramados financieros e industriales. 

Así se empieza a entrelazar la relación entre pobreza, exclusión social y temor, que traen como consecuencia sociedades despolitizadas, ignorantes y temerosas. 

Esta falta de control sobre los supuestos procedimientos de seguridad es el resultado de un consentimiento colectivo.

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