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Totalitarismo actual

Gerardo Moscoso Caamaño

El fascismo no está en el pasado ni en las elucubraciones de los historiadores que quisieran convertirlo en un modelo abstracto, en una cosa cerrada, ajena en el fondo a la realidad tangible y desordenada de la vida.  El fascismo salta como una víbora en medio de las cosas diarias, y uno lo reconoce enseguida, se estremece de repulsión, de anticipación y recuerdo.  Los científicos no inventan verdades. Las descubren. Las auténticas verdades manan claridad, precisión y belleza.  Poseen la cualidad de la evidencia, lo que las convierte en revelaciones. Las verdades nos ayudan a entender el universo y a conocernos mejor.

Nos ubican, sobre todo, a ser conscientes de nuestra frágil naturaleza y a aceptar nuestras limitaciones. Copérnico se encargó de derrumbar la ilusión de que la Tierra, la residencia del ser humano, era el centro del cosmos, cuando descubrió en el Siglo XVI que giramos alrededor del Sol, del que además dependemos para sustentar la vida. Darwin demostró que provenimos del chango. El impacto de este hallazgo fue tan profundo como humillante, pues en nuestra infatigable persecución de la superioridad infinita habíamos roto los lazos con el resto de la fauna adjudicándonos un origen divino.

Freud, el padre del psicoanálisis, evidenció el poder extraordinario del inconsciente sobre nuestros deseos y comportamiento. Este descubrimiento destruyó para siempre la creencia de que somos dueños y señores de nuestra mente y de nuestros actos. Albert Einstein asestó un golpe devastador a la omnipotencia y al absolutismo humano al demostrar que nuestra percepción de fenómenos supuestamente exactos, como la velocidad de la luz de las estrellas o la rapidez del tiempo, es relativa y depende de dónde nos situemos. Todos estos logros de la ciencia nos enseñan que el arte de vivir requiere conocimiento, pero también de sencillez, autenticidad y respeto, cualidades de las que AMLO y TRUMP carecen. 

Para superar los desafíos que nos plantea la existencia es importante reconocer que somos una mera fracción del universo sujeta a un proceso imparable de selección natural y evolución, que existen fuerzas desconocidas que no controlamos pero que influyen poderosamente sobre nuestras actitudes y conductas, y que la visión del mundo es subjetiva y depende del punto de vista del observador.

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El huevo de la serpiente

Gerado Moscoso Caamaño

La riqueza verdadera, es hija del conocimiento. 

Pero para que el conocimiento escape al control de unos pocos y se democratice, responsabilice y multiplique, es preciso que los conductos informativos sean amplios, libres y descentralizados. 

Los medios de información, en general, han creado un ejército de “neo-analfabetos” que durante años ha sido bombardeado, columna a columna, spot a spot, programa a programa, con el objetivo de crear la necesidad de un enriquecimiento acelerado y masivo para poder consumir valores que en nuestro mundo han quedado reducidos a productos. 

Se ha desplazado al hombre del centro de la vida, para substituirlo por el dinero y toda la cadena consumista condena a los críticos de éste sistema y favorece y protege a los defensores del mismo, con lo que cada vez son más los que se rinden ante ello. 

Si no se contrarresta esa fuente de poder es imposible reclamar que la sociedad sea honesta, madura y regenere la tan necesaria ética. Una clase política inculta, convierte en una reyerta animal el acceso al poder.

En parte, lo que ha estado sucediendo en los últimos años, se debe a que se ha olvidado que el hombre no es solo hombre de la naturaleza y de la economía, si no el hombre de la cultura y del conocimiento. 

La mejor manera de vencer obstáculos es enfrentándose a ellos. Hay que ser valientes e investigar como de verdad son las cosas.

México, con todo el potencial para poder convertirse en uno de los laboratorios de la sociedad futura, porque aquí confluyen la cultura mesoamericana, la europea, la árabe, la oriental y la influencia definitiva del american way of life, es muchas realidades a un tiempo. 

Precisamos en estos momentos conservar la serenidad, los valores y tradiciones que contrarresten el individualismo feroz, la pelea por el botín y el saqueo del poder que están mostrando los partidos políticos y que está poniendo en riesgo los enormes y costosos esfuerzos que se han hecho a lo largo de muchos años para crear instituciones ciudadanas, confiables y democráticas.

Este país no se inventó cuando llegó el Sr. López y la 4T rechazando indiscriminadamente lo que otros hicieron bien durante décadas. 

El huevo de la serpiente esta aquí, entre nosotros, mostrado los males que engendran las dictaduras.

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¿Somos pasto de dogmas?

Gerardo Moscoso Caamaño

Hoy, la dificultad para una necesaria toma de conciencia de muchos jóvenes, el escepticismo del mundo de la política de otros tantos adultos; el desencanto y la decepción de la que se presume echándole implícitamente la culpa de todo lo que nos ocurre a los demás, no es sino un pretexto para justificar la enfermiza democracia que hemos construido como sociedad entre todos los mexicanos. Ahora a todo eso, se ha añadido al confinamiento por la pandemia, que evidentemente, nos sume en el mal humor, el hartazgo y el exabrupto. Se diría que nuestra jodida democracia, nos ha servido esencialmente para darnos cuenta de lo que ocurre en ella. 

La violencia e inseguridad más el encarecimiento de la vida, el desempleo y la descomposición social, van aumentando nuestros niveles de irritación, de ira o de resentimiento contra los demás, a los que hacemos responsables de nuestra propia inconsciencia. Así es fácil ser pasto de dogmas y caer en posiciones de fanatismos. PUBLICIDAD Se está peligrosamente polarizando a los mexicanos.

Todas las mañanas lo hace intencionalmente el presidente de la República.  Lo que se nos dice por las redes sociales, en los noticieros o programas de televisión, se suele creer a ciegas porque la capacidad de discernimiento que otorga el análisis proveniente a su vez del conocimiento profundo no es nuestro fuerte en México.

Actualmente hay una creciente situación insostenible: vemos el caos que hay en el gabinete de la Cuarta T que no satisface las más elementales necesidades humanas de las mayorías. 

A casi dos años de gobierno, aún no se ha podido cumplir con lo más elemental de lo prometido. Si además añadimos el mal manejo de la crisis del Covid 19, la falta seguridad con el consiguiente aumento de la violencia, la falta de empleos, la crisis económica, el deterioro creciente de los servicios de salud, la crisis del agua en Chihuahua, la escasez de medicinas y educación de calidad para millones de mexicanos en pobreza extrema nos hace pensar que en un futuro no muy lejano, tendremos una escenario de graves proporciones en México. Es el momento de la imaginación, en cuanto a proyecto de gobierno que pueda concretarse, por medio del voto, en las próximas elecciones.

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La ética relegada

Gerardo Moscoso Caamaño

No me cabe duda de que pertenecemos a una población incontrolada, hipócrita y cruel, que se desquita de sus desgracias con quienes están más próximos a él y a su servicio. 

Una gran parte de población es inculta, intolerante, desprecia a la naturaleza y animales improductivos, despreciativa de lo bello y de cuanto pueda pulir su inteligencia ya de por si menor sin pulir, sin afecto. 

Los niños aquí, por lo general le parten a trozos las colas a las lagartijas y ardillas, le tiran piedras con la resortera a los chanates, tortolitas y cuanto animalito se cruza por su camino. 

Cazan mariposas para quitarles las alas, despanzurran libélulas y apachurran insectos. Traemos un largo entrenamiento en apedrear gatos y perros, en apalear burros, mulas y caballos. Podemos testificar cotidianamente esta crueldad.

La “fiesta” brava, herencia de otro pueblo inhumano y atroz con los animales, el español, ha servido para exhibir parte de lo que comento. 

Al toro, el animal totémico, se le tortura en las corridas hasta el límite de sus fuerzas, desde el banderillero que le clava los aguijones de acero, pasando por el rejoneador que a base de puyazos castiga a la bestia hasta hacerla sangrar y ceder ante semejante persecución y suplicio; y para terminar con el espeluznante espectáculo salvaje, si el animal tiene suerte, el matador le atraviesa con una espada su maltratado cuerpo. 

Es la cultura de la violencia. Ni caso tiene comentar las peleas de gallos, de perros y de “humanos”.

La violencia eleva el nivel de audiencia en los medios, proporciona dinero. 

La ética en este sentido es relegada a letra impresa en algún libro de texto de los viejos planes educativos de mi adolescencia, cuando las disciplinas filosóficas eran parte de las herramientas que una escuela aportaba a sus alumnos herramientas de transformación social. 

Hace días, presencié como el chofer de un coche no hizo nada por esquivar o frenar su automóvil para evitar atropellar a un perrito que no sabía cruzar la calle Comonfort y al que le separó la cabeza de un chingadazo dejándolo con convulsiones y moribundo cerca del boulevard Revolución. 

Urge impartir la enseñanza humanista desde la secundaria, preparatoria, y en la enseñanza superior, de lo contrario, habremos hipotecado el futuro.

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Temas sobre el Arte Dramático

Hoy más que nunca es importante tomar el teatro como dimensión didáctica, haciendo del espacio escénico el lugar público de reflexión ética y estética donde el texto de una farsa, por ejemplo, al materializarse en el escenario, diseccione como hábil cirujano la sociedad circundante, trasladando la realidad que nos envuelve, a la exageración de sus defectos para reconocernos en ellos.

Volver a las raíces del teatro del que somos herederos desde el ágora griega, el atrio de la iglesia medieval, la plaza principal y todos esos lugares de encuentro en los que las comunidades se han ido reuniendo a lo largo de los milenios para intercambiar ideas y discutir sus destinos. (esa, debería ser una de las tareas principales de todo gobierno humanista). 

Al refrendar valores que no nos hacen ningún bien, el Showcito comercial debería ser excluido de la programación de los espacios que se sostienen con el dinero público.

Actualmente ese debate común tan necesario, se hace a través de los medios de comunicación; pero tengo la desconfianza de que éstos están dejando de representar la plaza pública para convertirse en un tablado miserable, calumniador y trillado.

Quiero decir que ahora apenas si debatimos las cosas fundamentales, aquellas que influyen de verdad en nuestras propias acciones, y que, actualmente de lo que se suele hablar, es de lo que imaginamos que otros hacen; emociones substitutas, violencias fratricidas, ficticias o bien reales, pero repetidas hasta el hartazgo y sinsentido; desnudos pseudo eróticos, lágrimas a todo rodar en melodramas chafas y estúpidas risas ante la vulgaridad grosera.

Algo bastante malo nos tiene que estar sucediendo para necesitar drogarnos con estas sensaciones aparentes, falsas. Nos estamos convirtiendo en una sociedad pasiva, enajenada, sin existencia propia. No vivimos la alegría y el dolor propios, vivimos atisbando fingimientos y pantomimas de realidades ajenas. (Programas de “distracción”, series de narcos, etc.).

Sé muy bien que el arte dinamita los postulados humillantes del poder, que el teatro especialmente nos da identidad y, sobre todo, que se convierte en una importante herramienta de transformación social. Suicida es confinarlo a la distracción.

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