
El FSLN decide hacer elecciones en 1990, para legitimar su poder. Han pasado 11 años del triunfo de la Revolución. Están seguros de la victoria. A lo largo de la campaña electoral Ortega nunca dice lo que toda la sociedad quiere oír; que se suspenda el servicio militar obligatorio.
Los jóvenes reclutas participan en la guerra a la "Contra", que inicia en 1980 y continúa hasta 1991, fuerza militar que se propuso derrocar al gobierno sandinista con apoyo de Estados Unidos. Las familias no quieren que sus hijos vayan a la guerra.
En 1990 se realizan las elecciones y gana doña Violeta Chamorro, esposa del periodista Pedro Joaquín Chamorro asesinado por el dictador Anastasio Somoza. Es un golpe demoledor para Ortega en lo personal y también, para el FSLN. Nunca lo esperaron. Van a pasar 17 años, para que regresen al poder.
El FSLN controlado por Ortega se endurece y cierra el espacio a los sandinistas demócratas que rompen con él, para fundar el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) en 1995. Es hasta 2007 cuando gana las elecciones y una vez más asume la presidencia.
Para sostenerse en el poder Ortega y los suyos reforman la Constitución, que ahora establece la reelección consecutiva permanente. Abre un espacio de diálogo y confianza con los sectores empresariales más poderosos y con la jerarquía católica. Acuerda con ellos.
Ortega, ahora con su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta, se hace del control de todos los poderes del Estado y los órganos autónomos. A él y su esposa se le someten. Empieza la construcción de la dictadura.
Se cierra la posibilidad de volver a celebrar elecciones que se puedan reconocer como tal. Una vez que de nuevo obtienen el poder no lo van a poner en juego. Llegaron, para quedarse. Nunca más les va a pasar lo de 1990.
Con los años y ante el cierre de espacio de participación política, la suspensión de la libertad de expresión, el creciente autoritarismo surgen expresiones de descontento que son reprimidas. El régimen asesina a miles de manifestantes.
El próximo noviembre hay elecciones en Nicaragua y el presidente y su esposa, para evitar el mínimo riesgo de perder la presidencia compartida, radicalizan la represión que adquiere nuevos niveles. Encarcelan a los cinco precandidatos opositores a la presidencia.
Encarcelan también a dirigentes históricos de la Revolución, a líderes sociales, a periodistas y crece el número de los presos políticos. Nadie les puede disputar el poder, la familia imperial, como la llamaba el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, es dueña del país. Eso no está a discusión.
La familia imperial, como toda dictadura, no va a soltar el poder. Queman las naves y endurecen el régimen dictatorial que ellos encabezan. Al diablo con la supuesta democracia, con la legalidad, con la comunidad internacional y desde luego con unas verdaderas elecciones.
Ortega y su esposa no van a cambiar y ceder nada hasta que ocurran las elecciones y ellos vuelvan a ser reelectos, por otros cinco años, hasta 2026. Estarían 20 años consecutivos en el poder. Después de asumir una vez más la presidencia estarían dispuestos al diálogo y la negociación. Antes no. ¿Qué hacer?