Rubén Aguilar Valenzuela
El pasado domingo policías y paramilitares del gobierno de Nicaragua detuvieron a dos dirigentes históricos de lo que en los años setenta fue el Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN), la comandante guerrillera Dora María Téllez y el comandante guerrillero y general en retiro Hugo Torres Jiménez.
 
En la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza, Téllez y Torres lucharon juntos con el actual presidente, el comandante Daniel Ortega, para sacar del poder al dictador Anastasio Somoza. Ortega, de comandante de la Revolución que tomó el poder en 1979, en imitación de Somoza se ha vuelto un dictador. Se vuelve al punto de origen.
 
Antes de ser arrestado, de manera ilegal, Torres puso un mensaje en las redes sociales: "Hace 46 años arriesgué mi vida para sacar de la cárcel a Daniel Ortega (...), pero así son las vueltas de la vida, los que una vez acogieron principios hoy los han traicionado". Y añadió "estos son zarpazos desesperados de un régimen que se siente moribundo, que no tiene asidero legal, que no tienes justificación como para permanecer en el poder".
 
El gobierno del presidente Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, en los últimos días han arrestado a los candidatos de la oposición que pretenden participar en la elección presidencial de noviembre de este año y a otros políticos, la comandante Téllez, ahora en la cárcel, dice que el propósito es "eliminar toda candidatura, toda oposición, es el objetivo de una dictadura en agonía. Por eso recurre a la represión masiva. Nada le ha funcionado".
 
Desde hace años Ortega y Murillo optaron por la represión y la persecución ante cualquier tipo de oposición, para mantenerse el poder, pero en las últimas semanas han radicalizado su postura. No admiten el menor comentario crítico a la dictadura que encabezan. Las cárceles están llenas de opositores de muy distinto nivel.
 
La pareja presidencial tiene el control de los otros poderes del Estado y mandan sobre el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Controlan también la Policía Nacional, el Ejército y una vasta red de paramilitares que operan en las colonias populares de las distintas ciudades del país. Se asemeja a la estructura que controlaba Somoza y que en alguna época de su vida combatió Ortega. Ahora es su ejemplo.
 
Bajo la dictadura de Ortega y Murillo, Nicaragua no tiene ningún futuro. La situación económica del país se deteriora día con día y aumentan los niveles de pobreza y desempleo. El manejo que el gobierno hizo de la pandemia del Covid-19 fue un desastre. La información del número de los contagios y de muertes se mantiene en el más estricto secreto.
 
La comunidad internacional no ve lo que ocurre en Nicaragua. Está preocupada por la vacunación, para hacer frente a la pandemia en pelear sus efectos y recuperar la economía. Esto lo aprovecha la dictadura Ortega-Murillo para hacer de las suyas. La situación cada día se hace más grave. Se intensifica la represión y la persecución de cualquiera que piense distinto. Eso está prohibido. Solo se puede estar con la dictadura. Es tiempo de voltear a ver lo que sucede en Nicaragua.