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La reunión con Kamala Harris  

Rubén Aguilar Valenzuela 
Hoy viernes se comunica el presidente López Obrador con la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris y el próximo 8 de junio viaja a México. El tema central a discutir es la migración mexicana y la de Honduras, El Salvador y Nicaragua.

La vicepresidente ha sido nombrada por el presidente Biden, para buscar una solución que ataque las causas de la migración en el Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) y contribuir al desarrollo del sureste mexicano.

Es la misma idea que se contempló en el Plan Puebla-Panamá que se diseñó y puso en operación en el gobierno del presidente Vicente Fox (2000-2006), pero que fracasó por falta de recursos.

El gobierno de Biden anunció que invertirá 4 mil millones de dólares en el intento de solucionar de raíz el problema. La cantidad de recursos es importante, pero está muy lejos de la que se necesita, para cambiar la realidad estructural de los países del Triángulo del Norte.

Lo que hasta ahora se ha hecho es solo detener y deportar a los centroamericanos. El presidente López Obrador cedió a las presiones del presidente Trump y México cambió radicalmente su política migratoria, para convertirse en un muro en contra de la migración que viene del Triángulo del Norte.

Con la Guardia Nacional estableció un doble filtro; uno en la frontera sur y otro en la norte, para evitar que los centroamericanos ingresen a México y Estados Unidos. En parte el operativo ha sido exitoso, pero de todos modos no ha frenado la migración, que claramente se ha incrementado a pesar de las barreras.

Con la llegada de Biden la política migratoria ha seguido siendo la misma y es la de no dejar pasar y deportar a los migrantes mexicanos y centroamericanos. El gobierno de México hace su parte y también detiene y deporta.

Luis de la Calle en un artículo en El Universal dimensiona la gravedad del problema: "Guatemala, El Salvador y Honduras no cuentan con la infraestructura para participar plenamente en la economía regional: no tienen la logística de transporte y comunicaciones necesarias; no cuentan, a pesar de ser varios ricos en ella, con la energía necesaria; ni han desarrollado la base tecnológica y de conocimientos para explotar sus ventajas competitivas; ni cuentan con un ambiente político y jurídico propicio a la inversión".

A esto habría que añadir la débil estructura institucional, el autoritarismo, la falta de Estado de Derecho, los muy altos índices de violencia y crímenes dolosos, la penetración del narco en las estructuras del poder, en particular en Honduras, y también los muy altos niveles de corrupción en las cúpulas gubernamentales, que incluyen a los militares. A todo esto se añade la política del nuevo presidente de El Salvador que violenta el orden Constitucional.

La solución a los problemas económicos, políticos y sociales del Triángulo del Norte y parte del sur de México no es fácil. Se requieren transformaciones profundas que no es posible alcanzar en el corto y mediano plazo. Exigen un plan de gran envergadura que se pueda continuar a lo largo de los años más allá de un periodo gubernamental en Estados Unidos y en los países centroamericanos. Se requiere algo así como un Plan Marshall.

Prayut Chan-o-cha, el populista tailandés

Rubén Aguilar Valenzuela 
El primer ministro del reino de Tailandia, Prayut Chan-o-cha (1954) es un oficial del Ejército. En 2014 llegó a su cargo a través de un golpe de Estado que pronto se "legalizó". Fue reelecto en 2019.

Al inicio de su gobierno estableció el programa de televisión "Devolviendo la felicidad a la gente", que se transmite los viernes por la noche en cadena nacional antes de las telenovelas. Al principio duraba una hora y después pasó a media hora.

En una de las primeras transmisiones, para marcar la línea, advirtió a los medios de comunicación que dejaran de difundir opiniones disidentes a las suyas y se quejó de que la gente no le prestaba atención.

El artículo 44 de la Constitución que hizo aprobar en 2015 por un Parlamento, donde tiene la mayoría absoluta, establece que todo lo hecho por él es legal, constitucional y concluyente. Y también que puede permanecer en el poder por tiempo indefinido.

Para que no haya confusión en su idea de democracia, a la cual dice defender, sostiene "soy yo quien hace las reglas. Los gobiernos anteriores no podían hacer eso. Pero hoy, yo hice las reglas [sic], y todos ustedes tienen que seguirlas".

Sobre el budismo en Tailandia mantiene un control total y ha reprimido todos los intentos de autonomía de los distintos grupos budistas que existen en el país. Por la vía de los hechos se ha convertido en una religión alineada al Estado.

Como otros populistas solo quiere que los medios transmitan lo que quiere. En 2015 declaró que tenía el poder de cerrar por la fuerza los medios de comunicación. A los periodistas les dice deben informar la verdad, que es lo dicho por él.

A los periodistas y los medios les pide que no informen sobre hechos de la realidad y fallas del gobierno porque eso puede afectar al país. Y si alguien las publica tendrá que ser responsable de sus efectos.

Para él los medios de comunicación no deben ser imparciales. Eso no es bueno. Estos deben de apoyar los esfuerzos del gobierno y difundirlos, para que la población los conozca. Sean, les dice, "reporteros encantadores".

Un tema central en el discurso del primer ministro es el combate a la corrupción en un gobierno particularmente corrupto. Esto pasa con otros gobernantes populistas.

Para Prayut quien se manifieste en contra de su gobierno "no debe ser reconocido como tailandés". Todo tipo de manifestación requiere permiso y está prohibido bloquear las entradas de oficinas gubernamentales, aeropuertos, puertos, estaciones de trenes y autobuses, hospitales, escuelas y embajadas.

En su concepción de la democracia los medios no deben dar cobertura a la oposición. Y él debe enseñar a la gente a pensar que equivale que piensen como él.

Siempre asegura, con cifras oficiales, que la aceptación de su gobierno es del 99.3 %. A la sociedad pide que no se obsesione con la democracia y los derechos humanos. Se deben tener en cuenta otros principios.

La agenda de género no la entiende, para él las mujeres son amas de casa y madres que deben quedarse en el hogar. Y de ellas dice que "que son caramelos o postres que se deben envolver muy bien". Por eso deben de usar ropa adecuada.

El militar y primer ministro compone canciones. En cada uno de los años de gobierno ha dado a conocer una que siempre tiene gran difusión en la radio.

La primera fue "Devolver la felicidad a Tailandia", que asegura el pueblo tailandés no había sido feliz como ahora sí lo es con su gobierno.

En los años siguientes ha compuesto "El día que se espera, no está muy lejos", "Porque tú eres Tailandia no dejes que nadie te destruya", "Diamond Heart" y "Fight for the Nation".

"In Memory" es una canción compuesta para la elección de 2019. Dice que antes todo estaba mal y que ahora todo está bien. Las últimas son "New Day" y Thai is Thai March", inspirada en la coronación del rey.

En Tailandia el cubrebocas por la pandemia del Covid-19 es obligatorio, y el pasado 25 de abril el primer ministro no lo usó en una reunión en la sede del gobierno, que se dio a conocer en los medios, y tuvo que pagar una multa de 190 dólares.

El presidente ya se piró


Rubén Aguilar Valenzuela
 
En el lenguaje coloquial para describir a alguien que perdió el sentido de la realidad se dice que se piró. Con ello se hace referencia a una persona que se despegó del piso y vive en una realidad alterna.

La única manera de entender ciertas actitudes y declaraciones del presidente López Obrador es que se piró. Que ahora vive en un mundo imaginario creado por él, que no se relaciona con lo que es.

Y en la medida que pasan las semanas y los meses se abre el abismo entre lo que él piensa e imagina y lo que en realidad sucede. La relación se hace cada vez más lejana.

Los frentes de esta desconexión, de la pirazón, son muchos y se multiplican. Vive en la fantasía de la posesión de otros datos. Que nunca puede decir cuáles son y de dónde vienen.

Están solo en su mente. La usa una y otra vez, para negar la dimensión de la realidad. Vive en otro mundo. Flota como los personajes de los cuadros de Chagall.

Él y nadie más es el representante del pueblo y el único que sabe lo que éste quiere y necesita. Es su oráculo de Delfos. La gran sacerdotisa que en trance traduce el mensaje y los designios de los dioses.   
 
Piensa y lo dice, con gran candor, que la corrupción se acabó desde el momento que asumió la presidencia. La realidad y la percepción ciudadana sostienen otra cosa.

El texto de la Constitución lo interpreta de una manera, que nadie en su sano juicio lo podría hacer. Se asume como el único que conoce el verdadero sentido de lo que ahí se plasma. Conoce el espíritu de los constituyentes.

En su pirazón se asume como el nuevo Juárez y Madero. Ahora habla poco del general Cárdenas. Es un elegido de los dioses, para ingresar, en vida, al panteón de los héroes patrios.

La transformación que se propone, a la que fue llamado por los espíritus, está a punto de consumarse. Esto a pesar de que en todos los indicadores el país está peor que cuando asumió el gobierno.

Para él no es así. Eso nunca. Reconocerlo sería tomar piso, bajarse de la nube en la que vive, y eso no lo quiere hacer. No lo puede hacer. Sería negarse así mismo. Es mejor vivir en la ilusión de otra dimensión.

El presidente se enoja y desespera y cada vez es más agresivo con las personas e instituciones que lo contradicen, que se atreven a decirle que la realidad es otra, no la que ha construido en su imaginación.

Eso lo frustra y lo hace más violento en sus actitudes, pero sobre todo en su discurso. Cada día que pasa se manifiesta más intolerante. No quiere que nadie le diga que el mundo en el que vive no existe.

Quien gobierna y toma las decisiones está pirado. Los que están cerca de él juegan su juego. Tienen miedo a contradecirlo, porque saben cuál sería su reacción. Lo que pasa con el presidente es muy grave y tiene consecuencia incalculables. ¿Qué hacer frente a esta dramática y dolorosa realidad?

Bukele y López Obrador

Rubén Aguilar Valenzuela
Entre el presidente de El Salvador, el populista Nayib Bukele, y el presidente de México, el populista Andrés Manuel López Obrador, hay muchas semejanzas.

Su estilo de comunicación es el mismo y también coinciden en la idea de que todo el poder se concentre en el Ejecutivo y que a éste se le sometan los otros poderes del Estado.

En las pasadas elecciones el partido de Bukele se hizo de la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa, como la tiene López Obrador en el Congreso mexicano.

El sábado pasado, al instalarse la nueva legislatura, la primera decisión de los diputados de Nuevas Ideas, el partido fundado por Bukele, fue destituir a los magistrados titulares y suplentes de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.

Esto como represalia por las acusaciones que Bukele hizo a los magistrados por haberle frenado decretos presidenciales relacionados con la gestión de la pandemia.

En el caso de México la mayoría de Morena en el Congreso votó un artículo, para prolongar el mandato del presidente de la SCJN por dos años más en una clara violación de la Constitución.

El argumento es que así se podrá concluir la reforma del Poder Judicial iniciada bajo la presidencia del magistrado Arturo Zaldívar que no ha condenado la violación y espera la resolución de la SCJN.

En el caso de El Salvador y México los congresos actuaron así por orden de sus presidentes y en las dos votaciones hubo irregularidades y no se siguieron los trámites habituales. Las dos bancadas se impusieron sea como sea.

Bukele en Twitter, que es su mañanera, argumentó que "la destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional por parte de la Asamblea es una facultad incontrovertible expresada claramente el artículo 186 de la Constitución de la República".

El artículo dice eso pero añade que "por causas específicas, previamente establecidas por la ley" y es a todas luces evidente que en esta ocasión las motivaciones no son de carácter legal sino político.

Bukele como López Obrador por tener la mayoría en el Poder Legislativo impulsan leyes sin tener que negociar con las otras fuerzas políticas. Se vota lo que ellos quieren.

Los dos a través de esa mayoría se han propuesto deshacerse de los mecanismos y organismos del Estado que han sido diseñados, para actuar como contrapeso al Poder Ejecutivo como lo señala la Constitución de ambos países.

El salvadoreño en Twitter elogió la acción de los diputados que votaron lo que quería: "Diputados valientes, trabajando y cumpliendo el mandato popular. ¡Dios y el pueblo con ustedes!". López Obrador lo hace en su comparecencia mañanera.

La actuación de Bukele y de López Obrador con relación a sus decisiones que afectan al Poder Judicial han recibido la crítica de organismos internacionales. Se les acusa de violar la Constitución y el Estado de Derecho. En eso también se parecen.

Matar a los dioses

Rubén Aguilar Valenzuela

Matar a nuestros dioses. Un Dios para un creyente adulto (España, 2007) es un libro póstumo del filósofo, teólogo y sociólogo de la religión, el español José María Mardones (1943-2006).  
 
A su compañero y amigo Patxi Loidi, al iniciar lo que se considera su testamento espiritual, le decía: " (...) he empezado de escribir sobre las imágenes de Dios: matar a nuestros falsos dioses. Un intento de presentar siete imágenes de Dios perversas, que habría que sustituir por otras positivas." Y que quería fuera un texto "legible, sencillo, sin notas".
 
Al día siguiente de su muerte, en la homilía del funeral, Pedro Olalde, que en los últimos años convivió de cerca con Mardones, comentó que éste le planteaba: "Dios no es alguien terrible, sino un Padre con entrañas de misericordia. Dios es amor y todo lo hace por amor. Quiere envolvernos en su amor, invitándonos a acoger y desarrollar esta potencia creadora."
 
Mardones plantea la necesidad de transformar radicalmente la manera de relacionarnos con Dios. Hay que erradicar para siempre la imagen de un Dios que infunde miedo, que juzga y castiga. Que en muy buena medida es el Dios que por siglos predicó la Iglesia católica. A partir del Concilio Vaticano II esta postura empezó a cambiar.
 
Mardones plantea que el Dios de los cristianos es distinto, pese a que en muchos sitios la Iglesia sigue predicando al Dios que juzga y castiga. Propone que comprendamos y nos relacionemos con un Dios que ama, con un Dios misericordioso, con un Dios que quiere seamos felices y que se revela a través de Jesús.
 
Me impresionó y me dijo mucho la manera en la que Mardones desmantela las concepciones de los dioses que hemos construido, que nada tiene que ver con Dios, y después proponer lo que realmente es Dios. Es un libro muy bien escrito.      
 
El autor desde la filosofía, la teología y la sociología de la religión hizo relevantes aportaciones para entender, entre otras cosas, las dimensiones culturales y políticas del fenómeno religioso contemporáneo.

Este profesor de la Universidad del País Vasco e investigador del CSIC en el Instituto de Filosofía deja una basta obra, entre las que se encuentran: Dialéctica y sociedad irracional. La teoría crítica de la sociedad de M. Horkheimer; Habermas y religión; Capitalismo y religión; Postmodernidad y cristianismo.

Matar a nuestros dioses    
Un Dios para un creyente adulto
José María Mardones
PPC
España,2007
pp. 236


 

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