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El presidente explica el resultado de la elección

Rubén Aguilar Valenzuela

En la comparecencia mañanera del viernes 11 de junio el presidente López Obrador intentó dar una explicación de los malos resultados electorales de Morena en la Ciudad de México.

Lo que ocurrió no ha sido resultado de la mala gestión de la pandemia del Covid-19, del aumento de la pobreza, del crecimiento del desempleo y de la tragedia de la Línea 12 del Metro.

El presidente nunca ha sido autocrítico y le molesta la crítica. Quien no se someta de manera incondicional a su persona y su proyecto está mal. La posibilidad de pensar y decidir, en razón de la propia conciencia, es una acción conservadora.

Sólo se es progresista quienes se comporten como él quiere, que implica necesariamente votar por su proyecto y su partido. No existe la libertad de elección.

El suceso se "explica porque aquí es donde se recibió el mayor bombardeo de mentiras y muchos compartieron esas mentiras y con esa manipulación en la capital de la República, que siempre había estado a la vanguardia, ahora hubo un avance hacia el conservadurismo".

De otra manera, para el presidente las personas informadas y con criterio propio son necesariamente sujetas de la manipulación de los medios. No actúan por decisión propia. Ninguna referencia a los malos resultados que llevaron a un voto de castigo.

Para él "un integrante de clase media-media, media-alta, incluso con licenciatura, con maestría, con doctorado, ¡no! Está muy difícil de convencer". Así reconoce que las personas con formación universitaria, que identifica como clases medias, tienen su propio criterio y no se dejan manipular.

En su concepción está mal que las personas tengan aspiraciones de mejorar. Eso no debe ser. Estas se deben conformar con lo que tienen y no aspirar a más ingresos, más estudios, más conocimientos y más cultura. Eso es propio de las clases medias que son necesariamente egoístas.

Las personas que sí votaron por Morena son "la gente pobre, la gente humilde (que) sí internalizó bien el mensaje. ¿Y por qué? Pues la gente que nunca recibía nada, porque no eran tomadas en cuenta, porque se les daba la espalda y de repente empezaron a recibir dinero del presupuesto (...)".

Así, el presidente ofrece la explicación de que ese sector de la población sí votó por Morena y su proyecto, porque recibe dinero del gobierno que encabeza. No es un acto de conciencia. Sino que implica, de alguna manera, la compra del voto.

Los pobres, dice el presidente, "empiezan a darse cuenta de que otro México es posible y ahí sí, por más guerra sucia que hubo, no pudieron. Ese es el cambio de mentalidad al que apostamos, esa es la revolución de las conciencias".

De su visión se infiere que el día que los pobres salgan de esa condición y sean clase media ya no van a votar como se les diga. Solo los que sí han internalizado bien el mensaje, van a sufragar como él les diga. En su proyecto los pobres deben seguir siendo pobres. Así de perverso.

La convivencia entre los robots y los humanos

Rubén Aguilar Valenzuela   
La más reciente novela de Ian McEwan (Reino Unido, 1948) es Máquinas como yo (Alfaguara, 2019) donde aborda el tema de la ciencia ficción género en el que nunca antes había incursionado.

La historia se desarrolla en los años ochenta en Londres, el Reino Unido se enfrenta a la Guerra de Las Malvinas en el gobierno de Margaret Thatcher. John Lennon todavía vive. El científico Alan Turing, que descifra los códigos alemanes en la Segunda Guerra Mundial, todavía no se ha suicidado.

Ahora se dedica el desarrollo de la inteligencia artificial y producto de su trabajo se han creado a los primeros seres humanos sintéticos, denominados Adán y Eva, que se comercializan para quienes se puedan dar el lujo de comprarlos.

Charles Friend, hereda después de la muerte de su madre una suma de dinero que le permite hacerse de uno de estos robots en su versión de Adán. Vive en un pequeño departamento que ahora comparte con su nueva compañía.

Con la ayuda de Miranda, su vecina y novia, Charles programa a Adán, para que realice las labores de la casa. Ella se siente atraída por este ser de apariencia perfecta, que ha descubierto un secreto de su pasado que nadie más conoce.

Charles se gana la vida jugando a la Bolsa y en el Mercado de Divisas y una vez que enseña a Adán las reglas del juego éste resulta un "genio" y sus ingresos crecen de manera considerable.

Se establece un triángulo amoroso entre los tres. Adán comparte sus vidas y pasa de la vivienda de Charles a la de Miranda. Sale a la calle, hace las compras y también se encarga de la casa. Actúa como un ser humano y es capaz de emitir juicios morales.

McEwan desarrolla una trama que siempre sorprende y mantiene el interés. Construye personajes sólidos y creíbles. Como en sus otras obras en esta están presentes diversos dilemas morales a los que se enfrentan los protagonistas. La prosa es ágil y fresca.

Están también temas como el amor, los celos, la culpa, la justicia, la responsabilidad y la amistad. Y en esta obra se hace presente la realidad de la creación de Inteligencia Artificial sobre la que se plantean muchas dudas y preguntas.

Máquinas como yo
Ian McEwan
Editorial Anagrama
España, 2019
pp. 360

Versión original: Machines Like Me (2019). Traducción del inglés al español de Jesús Zulaika.

La elección en Sonora

Rubén Aguilar Valenzuela 
En Sonora, para la elección del domingo pasado la mayoría de las encuestas daban un empate técnico entre el candidato Ernesto Gándara (Candidatura común), y Alfonso Durazo (Morena-PVEM-PT).

El resultado final fue muy distinto y Durazo ganó la gubernatura con una ventaja superior al 15 %. A reserva de analizar qué pasó con las encuestas, que es importante, ofrezco unas primeras notas en el intento de explicar el resultado.

Durazo, que fuera secretario de Seguridad Pública los dos primeros años del gobierno del presidente López Obrador, los más violentos en la historia de los últimos 70 años, fue un mal candidato.

Una y otra vez en sus entrevistas y discursos puso en evidencia su desconocimiento del estado en el que nació y del que se fue hace 45 años, para vivir en la Ciudad de México.

A lo largo de su campaña nunca conectó con la gente y sus eventos fueron fríos y deslucidos. Siempre proyectó la imagen de un hombre acartonado, rígido y también arrogante. A pesar de todo arrasó en la elección.

Su campaña mantuvo siempre un perfil bajo a pesar de que se veía mucho dinero (camiones, para llevar a la gente, escenarios de los eventos, enorme aparato de seguridad ...)

Con los elementos que tengo pienso que los electores no votaron por Durazo, tampoco contra de Gándara, sino por López Obrador. En Sonora se volvió a repetir lo que sucedió en la elección de 2018.

El presidente, en Sonora, tiene una imagen positiva más alta que el promedio nacional y Morena se mantiene como una buena marca. En la gran mayoría del electorado sonorense sigue teniendo impacto el discurso polarizador de López Obrador.

La gestión de los muy malos gobiernos municipales de Morena no afectó la imagen del partido. Los electores culparon a sus titulares, pero no a la institución. Para la elección la estrategia fue poner caras nuevas y así ganaron. En Hermosillo perdieron porque no lo hicieron.

Pienso que Gándara fue un buen candidato y realizó una buena campaña, pero que no resultó suficiente, para derrotar no a Durazo sino al presidente. Contra él era con quien realmente se enfrentaba. En el equipo de campaña nunca se vio así.

El robo sin violencia

Rubén Aguilar Valenzuela 
Everardo González en su do00cumental Los ladrones viejos / Leyendas del artegio (México, 2007) cuenta la historia de un grupo de personas encarceladas por robo, pero que nunca incurrieron en hechos de violencia. En su código de honor no estaba permitido.

Y tampoco robar a los pobres y a los clasemedieros sino únicamente a los ricos, a los que tienen de sobra, para quitarles algo de lo mucho que tienen bajo el principio "de ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón".

Sus delitos estaban basados en el ingenio, la habilidad y la sorpresa. Tenían acuerdos con la policía, para operar. Su época de gloria fueron las décadas de los sesenta y setenta.

Su manera de robar, el llamado artegio, comprendía distintos tipos de robos en los que se distinguían los boleadores, especialistas en vender cobre por oro y los espaderos que abren puertas con una delgada hoja de metal.

También los carteristas, que pueden sacar carteras con solo dos dedos; los cirujanos que abren bolsas con una navaja; el cristero que se acomoda como crucificado en el marco de una puerta y la abre con un caderazo y los zorreros que trabajan de noche.

El documentalista entrevista en la cárcel a cinco de estos personajes que en su época gozaron de fama y fueron admirados por su manera de operar incluso por los policías.

Son Jorge Calva Märquez, El Fantomas, Raymundo Moreno Reyes, El Burrero, Arcadio Ocampo Xochi, El Xochi, y también El Carrizo y El Chacón. Hoy todas personas mayores de 70 años que cumplen sentencias que, por su edad, ya no saldrán con vida de la prisión.

El director logró que las autoridades lo dejaran filmar en el interior de la cárcel. Se pueden ver las condiciones en las que viven las personas que entrevista. La fuerza de los testimonios deja a un lado la sensación de estar en la cárcel, para centrarse en la historia de las personas.

Entrevista también a agentes de la policía de esos años, que cuentan cómo se trabajaba en los tiempos que no se necesitaba orden de aprehensión, para encarcelar a alguien, que se hacían pasar por civiles y manejaban carros particulares. "Como un vecino, pero efectivo", decía el eslogan de la Policía Judicial.

El Carrizos cuenta como, por casualidad, robó joyas y algunas chamarras francesas en una casa de San Jerónimo custodiada por el ejército, que resultó ser la de Luis Echeverría Álvarez, presidente en funciones. Y luego, por reivindicación social, roba en la Colina del Perro, la casa donde vivía el presidente José López Portillo.

La obra de González es original y aborda las historias con inteligencia. Nunca cae en clichés y lugares comunes. Es una mirada respetuosa de personas que tienen una historia que contar. No hay juicios de valor. El director observa y documenta.

Los ladrones viejos / Leyendas del artegio (México, 2007) fue reconocido como el Mejor Documental mexicano en la Muestra de Cine de Guadalajara y en el Festival de Monterrey. Se presentó en la sesión oficial de una docena de festivales de cine fuera del país.

En 2004 González ganó un Ariel por su documental, La canción del pulque (2003), una elegía a la ancestral cultura del pulque y su progresiva extinción, filmada en La pirata, una vieja pulquería de la Ciudad de México.

Fue el primer documental en la historia del Premio Ariel en ser candidato a Mejor Película y Mejor Director, además de Mejor Edición, y, claro, a Mejor Documental.

El documentalista dice de su trabajo: "La ventaja que tengo es que no pretendo comerme la vida a puños. Quiero hacerlo más por una experiencia de vida que por el simple hecho de terminar una película en la pantalla. Eso me permite trabajar con mucha libertad, tiempos muy flexibles, presupuestos muy reducidos y me da espacios para detener los procesos y dedicarme a conseguir el pan para llevar a la casa".

Los ladrones viejos. Las leyendas del Artegio
Título original: Los ladrones viejos. Las leyendas del Artegio
Producción: México, 2007
 
Dirección: Everardo González
Guion: Everardo González
Fotografía: Martín Boege, Everardo González, Gerardo Montiel Klint
Música: Rodrigo Garibay y Matías Barberis
Actuación: Personajes reales que son entrevistados.

Cállate, chachalaca

Rubén Aguilar Valenzuela 
En la campaña presidencial de 2006, el candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, pronunciaba, en sus mítines muy concurridos, incendiarios discursos donde se dirigía al presidente Vicente Fox (2000-2006) con el mensaje de "cállate chachalaca".

Lo hacía en reclamo de una frase que en la campaña electoral el presidente utilizaba en sus discursos: "No cambies de caballo a mitad del río". En clara alusión a que los electores votaran al candidato del PAN, Felipe Calderón. Fox había consultado con el jurídico de Presidencia si eso implicaba un delito electoral y le dijeron que no y, que en el peor de los casos, era un tema de interpretación. El entonces IFE hizo un reclamo al presidente.

Como portavoz de la Presidencia, en una de mis conferencias de todos los días hice una declaración que tuvo un gran impacto mediático: "En democracia nadie calla a nadie". Todos entendieron que me refería al candidato. De manera intencional no hice referencia al calificativo de chachalaca. Mi razonamiento era que el candidato estaba en libertad de insultar al presidente, era su decisión, pero no podía atentar contra la democracia pidiendo que éste se callara. Si sólo le hubiera dicho chachalaca o cualquier otro calificativo, nunca habría salido a hacer la declaración que hice en torno al callar. En la democracia todas las voces se deben escuchar. Es un espacio para la deliberación y la crítica.

En La diferencia. Radiografía de un sexenio (Grijalbo, 2007), Jorge G. Castañeda y yo concluimos, a partir del análisis de las encuestas, que el "cállate chachalaca" y el "en democracia nadie calla a nadie" le habían costado a López Obrador seis de los diez puntos que tenía de ventaja sobre su rival Felipe Calderón.

El candidato López Obrador, con su peculiar manera, reclamaba que el presidente, ya en el poder, había intervenido en el proceso electoral de manera consciente y sistemática. Lo hizo sabiendo que violaba la Constitución.
 

Ilustración: Kathia Recio
 
Algunos periodistas —Alejandro Aguirre, entre otros— dan cuenta de una reunión en Palacio Nacional donde, al ver el resultado adverso de las encuestas, el presidente López Obrador preguntó cuál era el costo de meterse a la contienda. El jurídico de Presidencia le contestó que ninguno, ya que el INE sólo se limitaría a reclamar su intervención en el proceso. Fue cuando en una de sus comparecencias mañaneras anunció de manera abierta que iba a participar en el proceso electoral. Así fue.
 
En los meses de la campaña, el INE, en más de 30 ocasiones, advirtió al presidente que no se metiera porque violentaba dos de los artículos de la Constitución, pero nunca hizo caso. Él asume, como todos los gobernantes autoritarios, que está por encima de ella. Entre el candidato López Obrador y el presidente López Obrador hay una diferencia sustantiva. El primero defendía a capa y espada la Constitución y el segundo hace todo para violarla. Esa ha sido la tónica de su mandato.

En términos del resultado electoral, la intromisión del presidente tiene dos lecturas. En diciembre de 2020 las encuestas decían que Morena ganaba la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. No ha sido así.

Morena es el presidente. Sin él no significa nada. De cara a los pronósticos previos a la campaña, hay que ver la derrota de Morena, entonces, como una derrota del presidente. Él es quien perdió. La otra lectura es que la intervención del presidente en la contienda electoral impidió una derrota todavía mayor a su partido. Cuando el presidente vio lo que venía asumió que él era Morena y que como tal tenía que actuar. Así aminoró el impacto de la derrota.

La manera de ser y comunicarse del presidente provoca aceptación incondicional y también rechazo radical. No hay lugar al término medio. Él lo sabe y es parte de su estrategia. Lo único que realmente le importa es que como resultado de la misma mantenga la mayoría por mínima que sea.

En los próximos días habrá muchos análisis sobre los resultados electorales y la participación del presidente en la campaña. Su clara y consistente violación a la Constitución marca un antes y un después. ¿Le benefició o le perjudicó? ¿Él provocó la reacción en contra?

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