Gerardo Moscoso Caamaño
La Revolución humana permanente, lejos de constituir un ideal remoto, se va convirtiendo hoy en una precondición para la práctica de los principios ecológicos.

El cambio radical de unas estructuras sociales que causan graves desequilibrios en el medio ambiente a nivel global y están desarticulando el cuerpo vital que sustentó a la humanidad durante milenios, no puede contemplarse como una aduladora posibilidad con la que podríamos tropezar de forma más o menos accidental con el gobierno actual de México, sino como la única alternativa de supervivencia en lugares como Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatán que es por donde el “Tren Maya” pasará si no se cancela esta otra ocurrencia de ya “sabemos quién”.

 

Desde un punto de vista ecológico, la reversión de la evolución orgánica es el resultado de insalvables contradicciones entre la ciudad y el campo, el Estado y la comunidad, el centralismo y el federalismo, la escala burocrática y la escala humana.

Nuestro sistema intenta resolver estas contradicciones con parches que vienen a suavizar la acción destructora del llamado progreso: grandes filtros depuradores para los gases tóxicos, para las aguas contaminadas de arsénico y otras sales pesadas, tranquilizantes y psicofármacos para el estrés y las perturbaciones mentales …pero los problemas planteados por las relaciones económico- sociales derivados del sistema neoliberal, no pueden ser resueltos en el ámbito de una sociedad neo capitalista, de lo que se trata es de perturbarlo , de subvertirlo, de re-crear un sistema social en armonía con el medio ambiente.

 

En su desenfrenada lucha por captar los nuevos mercados y beneficios, la democracia burguesa está dispuesta a hipotecar el destino de la Tierra a mediano y largo plazo, mientras que los beneficios sean inmediatos. Cubiertos bajo la teoría de que “la técnica del futuro resolverá los problemas del futuro”, se contaminan los mares y los ríos con residuos radioactivos, destrozan nuestro sistema nervioso en las grandes ciudades, envenenan el aire y las aguas y hacen que el planeta sea cada vez menos habitable.

 

Así pues la revolución humana ecologista en este nuevo proyecto de nación, pasaría por la destrucción del plan que contempla el despropósito del Tren Maya en nuestras selvas. No tenemos otra salida.

 

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