Dice Raymond Aran que Max Weber fue hombre de ciencia y no hombre político ni hombre de Estado, aunque sí, ocasionalmente, periodista político. Estuvo, sin embargo, apasionadamente preocupado por la cosa pública durante toda su vida y no dejó nunca de experimentar una especie de nostalgia de la política, como si la finalidad última de su pensamiento hubiera debido ser la participación en la acción. (politicascti.net)
Ahora que el mundo ha puesto a prueba a nuestras sociedades, con la aparición y desarrollo del Coronavirus Covid19, vale la pena recordar algunos fragmentos de sus conferencias respecto al tema de la vocación de los políticos y los científicos, para tratar de entender el por qué de sus actuaciones ante el actual reto:
El progreso científico constituye la parte más importante del proceso de intelectualización al que desde hace milenios estamos sometidos y frente al cual se adopta hoy frecuentemente una actitud extraordinariamente negativa.
Tratemos de ver claramente, de pronto, qué es lo que significa desde el punto de vista práctico esta racionalización intelectualista operada a través de la ciencia y de la técnica científicamente orientada. ¿Significa, quizás, que hoy cada uno de los que estamos en esta sala tiene un conocimiento de sus propias condiciones de vida más claro que el que de las suyas tenía un indio o un hotentote? Difícilmente será eso verdad. A no ser que se trate de un físico, quien viaja en tranvía no tendrá seguramente ni idea de cómo y por qué aquello se mueve. Además, tampoco necesita saberlo. Le basta con poder «contar» con el comportamiento del tranvía y orientar así su propia conducta, pero no sabe cómo hacer tranvías que funcionen. El salvaje sabe muchísimo más acerca de sus propios instrumentos.