Susana Cepeda Islas

En esta ocasión quiero compartir con usted apreciado lector, lo que me sorprende actualmente. No me explico que tenebrosas vibras están invadiendo el país que lo trae de cabeza. La ética ya no es indispensable en la convivencia humana, no distinguimos entre lo correcto y lo que no lo es, entre lo que nos beneficia y lo que nos hace daño. Estamos abandonando los principios y valores que nos guían en la vida cotidiana, como la honestidad, el respeto, la empatía entre otros, que nos favorecen y hacen crecer e indudablemente mejoran nuestras relaciones con el prójimo.

La palabra ética proviene del griego ethos que significa carácter, comportamiento. El concepto de ética la definieron los filósofos griegos, el primero fue Sócrates quién hacía referencia a “conócete a ti mismo” y “conócete para obrar correctamente”. Posteriormente Platón afirma que la virtud ayuda a tener una vida plena y armoniosa. Entonces, la ética es una disciplina que estudia la conducta humana.

Nuestras decisiones son éticas si son enfocadas al bien y la moral, esta última está orientada a las normas y valores que nos guían en forma individual y también la establece un grupo social. Los valores los vivimos todos los días, porque nos ayudan en la conducción de nuestro hacer cotidiano.

Al ver los medios de comunicación cada día me convenzo de que nuestra sociedad se está ahogando en los antivalores. Todos los días anuncian una gran cantidad de muertes, nos están enseñando que la vida no tiene ningún valor, se arrebata con gran facilidad, según datos oficiales hay alrededor de entre 82 y 91 homicidios diarios. Imagine la situación por la que pasan las familias que lo sufren. A esto súmele los robos con violencia que sufren los ciudadanos, la cifra oficial es que se registran aproximadamente 561 al día. En estas cifras no se encuentran los desaparecidos, ni los secuestrados. La corrupción es normal en nuestros políticos se premia, pero no se castiga.

La mentira es ahora el protagonista en la conducta de la mayoría de las personas, en el libro Ética para Amador del filósofo español Savater comenta que: “La mentira generalmente es algo malo, porque destruye la confianza en la palabra y causa enemistad entre las personas; pero a veces puede parecer útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventaja, o incluso para hacer un favor a alguien”. En efecto ahora se utiliza para sacar ventaja y beneficios. Lo que me asombra es que una parte de la sociedad la está aceptando como una conducta correcta. Lo que no toman en cuenta las personas que acostumbran a mentir es que tiene graves consecuencias, debido a que, con su acumulación, se van formando poco a poco grandes fracturas en la confianza imposibles de reparar y que provocan heridas emocionales difíciles de controlar. Llevando irremediablemente al caos.

¿Qué nos pasa? ¿Por qué nos comportamos sin principios? Estoy convencida que somos un número considerable los que no aceptamos estas conductas, que están destruyendo el tejido social brutalmente. Es un hecho que la sociedad ya no acepta el engaño, porque está sufriendo las consecuencias en carne propia. ¡Tenemos que cerrar esta caja de pandora, para tener armonía en la sociedad! No olvidemos que los valores se enseñan con el ejemplo.

La solución no es provocar más violencia, debemos trabajar todos en la sociedad para contrarrestar esta situación, ¿Cómo? Difundiendo conductas correctas, en el hogar, en las escuelas, en el trabajo, en las calles y castigando las conductas incorrectas. Es necesario poner límites, se debe sancionar, escarmentar, para eso están las leyes, pero cuando no se respetan los sucesos se salen de contexto. Lo exhorto a difundir los valores éticos y a rechazar categóricamente los antivalores, para exigir justicia a quien tiene la responsabilidad de hacerlo, cuidarnos entre nosotros para sentirnos protegidos y vivir en armonía. Ya es hora de darle la cara a la indiferencia social y enfrentar la realidad con hechos efectivos.