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Un año más de la masacre de los jesuitas

Rubén Aguilar Valenzuela 
En la madrugada del 16 de noviembre de 1989, han pasado 31 años, elementos del Ejército de El Salvador entraron a la casa de los jesuitas en el Universidad Centroamericana (UCA), para masacrarlos.

Las víctimas fueron los padres: Ignacio Ellacuría, español, rector; Ignacio Martín-Baró, español, vicerrector académico; Segundo Montes, español, director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA; Juan Ramón Moreno, español, director de la biblioteca; Amando López, español; profesor de filosofía; Joaquín López, salvadoreño, fundador de la UCA; Elba Ramos, salvadoreña, que trabajaba en la casa, y Celina Ramos, salvadoreña, de 16 años, su hija.

Elementos del Batallón Atlacátl, entrenados por asesores militares de Estados Unidos, fueron quienes realizaron la masacre. Esa madrugada, después de su crimen, dejaron "pruebas" para hacer aparecer que la acción había sido cometida por fuerzas de la guerrilla del FMLN.

El gobierno de Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría, financió al Ejército salvadoreño, para que hiciera frente a la guerrilla. Se calcula que durante los diez años de la guerra el apoyo fue de un millón de dólares diarios, 356 millones de dólares al año.

En los años de la guerra civil, de 1981 a 1992, las autoridades estadounidenses siempre negaron la violación de los derechos humanos por parte del Ejército salvadoreño y llegaron a decir que las denuncias eran "propaganda comunista".

La masacre de la UCA provocó una reacción internacional y puso en evidencia la brutalidad de la represión del Ejército salvadoreño. Otras masacres, como la de El Mozote, donde habían sido asesinadas mil personas, pasaron desapercibidas fuera de El Salvador.

Esta vez la estupidez y crueldad salvaje del Ejército salvadoreño no pudieron esconderse. El propio gobierno de Estados Unidos se vio obligado, a su pesar, a manifestarse y condenar el crimen.

La masacre de los jesuitas coincidió con la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría. El gobierno estadounidense ya no estaba dispuesto, ahora no lo veía necesario, seguir financiando una guerra a la que no se le vía fin.

Se crean, entonces, las condiciones para que se inicie el diálogo entre la guerrilla y el gobierno de El Salvador con la mediación de las Naciones Unidas. En enero de 1992, después de dos años de intensas negociaciones, se firma la paz en el Castillo de Chapultepec en México. La guerra había terminado.

La producción intelectual y la actividad educativa de esos jesuitas se vio truncada, de un día para otro, ante la decisión absurda e inexplicable, no había ninguna razón de carácter militar que la justificara, de militares embrutecidos cuyo único móvil era matar a los inocentes.

Seis propuestas ciudadanas

Rubén Aguilar Valenzuela  
El pasado 10 de noviembre tuvo lugar la primera Convención Nacional de Sí por México. Tema central fue el diálogo con los partidos (PAN, PRI, PRD y MC) que se sumaron a la propuesta de este movimiento ciudadano que tiene seis puntos.

1) Sí a una democracia plena. Queremos un país donde el poder no sea rehén del capricho y ambición de su presidente. Donde los gobernantes respetan el orden constitucional, la división de poderes y los derechos humanos. Donde la libertad de conciencia, de expresión, de asociación; donde la tolerancia y el respeto a las diferencias forman parte de las grandes conquistas alcanzadas por un pueblo que se niega perderlas y a convertirse en esclavo de proyectos políticos autoritarios.

2) Sí a la seguridad, el acceso a la justicia y el combate a la corrupción. Queremos un país donde sea posible salir a las calles sin miedo, un país donde nuestros hijos salgan a estudiar o trabajar y vuelvan a salvo. Un país donde la seguridad y la justicia no sean ni un lujo ni un privilegio. Debemos terminar con la condición de que hoy nos dice: la justicia es para quien puede pagar por ella.

3) Sí, a una economía inclusiva, que combata la pobreza y la desigualdad. La concentración del poder económico es tan aberrante como la del poder político. Buscamos que la pobreza no sea destino. Queremos un país que genere más riqueza y la distribuya de manera más equitativa. Para acabar con el clientelismo político de los programas sociales, proponemos un ingreso básico universal progresivo, que garantice lo mínimo para poder vivir con dignidad. Queremos acabar con la indignante brecha que existe entre quienes concentran todo, y quienes no tienen nada.

4) Sí a la educación y salud universal y de calidad. Queremos que el acceso a la salud y educación de calidad sea un derecho para todos y no privilegio de quienes pueden pagarlo. La ruta para acabar con la desigualdad es un sistema educativo que permita equilibrar la balanza entre quienes nacieron con todo y quienes no tienen nada. La pandemia ha dejado ver las deficiencias del sistema de salud que deja sin amparo a los más vulnerables. La mayoría de las muertes por Covid-19 y enfermedades curables ocurren en los sectores de alta marginación. La actuación del gobierno durante la pandemia ha sido criminal. Existen cálculos políticos que han costado vidas humanas.

5) Sí a la igualdad sustantiva y al combate a la violencia contra las mujeres. En marzo ochenta mil mujeres marchamos para protestar que por la pasividad del gobierno nos siguen matando. Urge atender y erradicar la violencia contra las mujeres. Exigimos que el gobierno responda y dé soluciones contra la violencia hacia las mujeres y los feminicidios. Queremos que el gobierno deje de utilizar la paridad política para ocultar su verdadera visión patriarcal y machista. Que quede claro: los derechos de las mujeres no son una concepción ideológica sino un asunto de Estado y de elemental justicia.

6) Sí a un medio ambiente sano y sustentable. Queremos un gobierno que promueva el uso intensivo de las energías limpias y renovables. La economía del futuro va de la mano con la protección al medio ambiente. No queremos un país donde desaparecen bosques, selvas y especies endémicas. Queremos se terminen los asesinatos de los defensores del medio ambiente. Necesitamos volver a la adopción de las energías limpias que no contaminan.
 

Legalizar todas las drogas

Rubén Aguilar Valenzuela
Estoy convencido, no soy el único, que la única manera de que los gobiernos ganen la batalla a los narcotraficantes requiere la legalización-regulación de todas las drogas.

Algunos países ya han dado paso en la dirección correcta con la legalización-regulación de la mariguana médica y recreativa. Cada vez son más.

En la pasada elección en Estados Unidos los habitantes del estado de Oregón votaron a favor de la despenalización de cantidades pequeñas de cocaína, heroína y metanfetaminas.

Este estado fue el primero que en Estados Unidos despenalizó el consumo de la mariguana en 1973. Hace 47 años. En México seguimos discutiendo sobre el tema.

El 60 por ciento del electorado votó a favor de la medida. Y ahora en la legislación de Oregón la posesión de pequeñas cantidades de drogas duras queda calificada como un delito civil que no amerita cárcel.

Es equivalente, para poner solo un ejemplo, a la violación de una norma de tránsito que se multa con 100 dólares. Esta sanción se puede evitar si se asiste a un programa para recuperarse de la adicción.
 
Los defensores después de conocer el resultado de la votación celebraron esta decisión histórica que "deja de penalizar a persona por el uso de drogas".

Quienes impulsan la nueva medida aseguran que no equivale a la "legalización", pero sí a modificar la política de las autoridades ante el problema de salud pública que son las adicciones.

Es llevar el tema al campo de la salud y no de la justicia como se ha hecho hasta ahora. Una vez más Oregón se pone a la cabeza, con una posición de vanguardia, para tratar el tema del consumo de las drogas. Los adictos no serán tratados como criminales.

Ahora con esta medida el encarcelamiento se va a reducir en 90 por ciento según los promotores de la iniciativa dato que confirman otras fuentes. En otros estados sería algo muy parecidos si se actuara de la misma manera.

En Oregón la iniciativa fue apoyada por el Partido Demócrata y asociaciones médicas. El Partido Republicano se manifestó en contra.

Ese mismo día los electores de ese estado votaron a favor de la "legalización" del uso medicinal y terapéutico de los hongos psicodélicos.

Y en otros estados se aprobó la mariguana para uso medicinal y también recreativo. Ahora en el primer caso ya son 36 los estados y en el segundo 15.

¿Cuándo las autoridades mexicanas caminarán en el sentido que lo hace el mundo? ¿Cuándo dejarán sus prejuicios conservadores y se pondrán al día? Ahora hay iniciativas detenidas en el legislativo.

En México hay por lo menos una docena de organizaciones de la sociedad civil que sí saben del tema y conocen las experiencias internacionales. El gobierno, que sabe poco o nada, se niega a oírlas.

El presidente y los segmentos de la población

Rubén Aguilar Valenzuela
Es común la pregunta sobre cuáles son los segmentos de la población que apoyan al presidente a pesar de la mala gestión de estos dos años con la dramática caída del crecimiento del PIB, el aumento del desempleo, de la pobreza y de un desastroso manejo de la pandemia, que algunos especialistas califican de criminal.

Consulta Mitofsky da seguimiento al comportamiento de 20 distintos segmentos de la población y acaba de dar a conocer los resultados del mes de octubre con el promedio mensual de aprobación y desaprobación que tiene el presidente López Obrador.

Es información relevante para el análisis político y social y también para los diez partidos de cara a los comicios de 2021. Aunque son elecciones locales siempre conviene conocer cuál es la valoración que el electorado tiene del presidente todavía más cuando se sabe que va a buscar meterse a la contienda.

En octubre, el promedio mensual de aprobación, a nivel nacional, fue 57.4 % y 42.3 % el de desaprobación. El presidente tiene un promedio de aceptación de 92.0 % entre quienes votaron por él y 7.0 % de desaprobación. Y entre quienes votaron en su contra 70.3 % de desaprobación y 29.4% de aprobación.

Por segmentos de población la mayor aprobación del presidente se da en el gremio magisterial (76.1 %), empleados informales (70.6 %) y campesinos (68.7 %).

Le siguen los Freelance (63.0 %), empleados (62.5 %), población entre los 18 y 29 años (62.0 %), servidores públicos (62.0 %), estudiantes de preparatoria (60.1 %), hombres (60.1 %), amas de casa (59.2 %) y población entre 30 y 49 años (59.0 %).

Por debajo del promedio nacional de aprobación están los comerciantes (55.3 %), mujeres (55.0 %), jubilados (54.4 %), estudiantes (53.8 %) y población de 50 años y más (50.6 %).

Y con una valoración positiva menor al 50 % están los profesionistas (49.4 %), estudiantes de universidad y más (45.8 %), empresarios (44.0 %) y desempleados (40.9 %).

De este retrato, que puede cambiar a lo largo de los meses, se obtiene que los jubilados, a pesar de la pensión, los desempleados, las mujeres y las personas de más de 50 años no valoran bien al presidente. Tampoco estudiantes universitarios y con posgrado, profesionistas y empresarios.

Los que tienen una buena valoración del presidente son los maestros, los funcionarios públicos, la población entre 18 y 49 años, los campesinos, los hombres, los empleados por su cuenta, los que están en la informalidad y las amas de casa.

Estos números registran cuál es la valoración positiva y negativa, pero no el porqué de la misma. Se requiere también información de carácter cualitativo, de tipo antropológico, para saber cuáles son las razones de la aprobación del presidente incluso en sectores que han sido afectados por las políticas del actual gobierno.

El discurso político que nunca voy a oír

Ilustración: Jonathan Rosas
Rubén Aguilar Valenzuela

Escribo con la certeza de lo que aquí planteo no tiene ninguna posibilidad de que se escuche por los políticos del México de hoy. Menos por los que están en el poder.

A continuación, propongo un modelo de discurso político que pienso es el que necesita una sociedad como la nuestra sobre todo en este momento de su historia.

El nuevo discurso político debe asumir que se tiene como receptores a personas inteligentes capaces de construir su propia visión de lo que sucede en su entorno y en el mundo.

Lo anterior destierra el discurso que trata como niños o tontos a las audiencias y se articula en la lógica de engañar y manipular a quien escucha. 

La persuasión, que persigue todo discurso político, ocurre por la vía de los argumentos, los datos y por decir bien lo que se expone. No a partir de explotar las emociones más primitivas. Se apela a la razón.

El esfuerzo de quien pronuncia el discurso es que la audiencia eleve sus niveles de conocimiento y conciencia. Asume su condición de pedagogo. No de demagogo manipulador.

Y también se propone que quien escucha se haga de nueva información y comprenda la complejidad de la realidad. Que entienda conceptualmente los problemas a los que se hace referencia.

Que la audiencia avance en su pensamiento y en sus posiciones, pero sin recurrir a falsas simplificaciones. La complejidad debe ser explicada de manera didáctica.  


El político debe hacer evidentes sus posiciones conceptuales e ideológicas. Y puede, hay que analizar cada situación, plantear sus críticas a la oposición, pero sin descalificar e insultar.

Se gana el debate con ideas y argumentos y no con insultos, que siempre esconden la capacidad de razonar y la carencia de recurso, para debatir.

En el marco de las ideas anteriores el discurso político que se necesita tendría la siguiente estructura:

1. Referencia a la historia del tema que se trata. Esto, para ubicar lo que ha sucedido antes y así hacer la conexión con el presente. El mundo no inicio ahora y la realidad que se vive siempre tiene antecedentes.

2. Desarrollo del problema al que se hace referencia. Explicar en qué consiste, cuál es su dimensión, qué implicaciones tiene para la sociedad si no se resuelve.

3. Fundamentar lo que se está hablando. Razonar conceptualmente en qué se sustenta la decisión y el camino que se ha tomado. Dar cuenta de la racionalidad política de la acción.

4. De los hechos de los que se habla ofrecer datos duros. Proporcionar información precisa y veraz. Nunca recurrir a la mentira o la manipulación de los datos. Las audiencias merecen la verdad.

5. Compromiso personal. Quien dice el discurso se compromete con lo que expone. Ofrecer su valoración sobre la problemática o las situaciones a las que se enfrenta. Argumenta sus razones para actuar de esa y no otra manera.

6. Propuesta de solución al problema. Una vez que se han desarrollado los puntos anteriores se ofrece la propuesta de solución a la problemática. Es la conclusión de la argumentación constituida con los elementos a los que se ha hecho referencia.

Esta estructura de seis partes debe articularse en una redacción fresca y atractiva. No es un texto académico sino uno que está dirigido a las distintas audiencias según sea el caso. Tiene que emocionar. Su propósito es persuadir en el marco y cumplimiento de una ética pública que informa con transparencia y veracidad.

Sé que esta propuesta será calificada, en el mejor de los casos, de idealista. Soy consciente que ahora los manuales de construcción del discurso dicen otra cosa. Estos parten de una caracterización de las audiencias que pueden tener razón pero que me niego a aceptar.

La propuesta que aquí hago surge en buena medida del análisis de los discursos del primer ministro sueco Olof Palme (Estocolmo, 30 de enero de 1927 – Estocolmo, 28 de febrero de 1986).

Durante 10 años fue primer ministro de Suecia en dos etapas: de 1969 a 1976, y de nuevo de 1982 hasta su asesinato en una calle de Estocolmo. En esos años construyó y dijo discursos propios de un gran estadista.

En los discursos, a más de los elementos a los que hecho referencia, siempre dijo abiertamente cuál era su opción política, para el caso la socialdemocracia, y expuso la concepción y propuestas de su partido, pero sin ideologizar.

La estructura y la forma de la narrativa de los discursos políticos de Palme considero que siguen siendo vigentes en la era de las redes sociales.

Siempre asume que las audiencias son inteligentes y pueden razonar. Nunca está presente el intento de manipulación. Para persuadir ofrece datos e información y siempre apela a la razón. La forma de su discurso es atractiva e inteligente.

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