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Militarización de la administración pública

Rubén Aguilar Valenzuela
En todos los países de Centroamérica y Sudamérica donde el Ejército está metido en los negocios o interviene en áreas económicas que le asigna el gobierno los niveles de corrupción son muy altos.

Esto implica también la militarización de determinadas actividades económicas y gubernamentales y supone un paso atrás al proceso de dejar en manos de los civiles todas las tareas del gobierno.

La administración del presidente López Obrador ha dado al Ejército el mayor número de atribuciones desde que los militares dejaron de participar en el poder político. El último presidente general fue Manuel Ávila Camacho (1940-1946).

Con la decisión del presidente se pone un alto al proceso civilista en la administración pública que inicia en 1947, para regresar a tiempo donde el Ejército jugaba un rol decisivo en las actividades civiles.

Se aleja también la posibilidad de que la Secretaría de la Defensa quede en manos de un civil como sucede en muy buena parte de las democracias del mundo. Un tema que se venía discutiendo en gobiernos anteriores.

Es siempre un riesgo para la democracia que los militares asuman tareas que corresponden a los civiles. Se quiera o no se da lugar a un proceso de militarización de la vida pública.

El Ejército en razón de las tareas de seguridad que le son propias goza de cierta autonomía y también no está sujeto al escrutinio público como sí todas las demás dependencias del gobierno.

Y en sus tareas como empresario o gestor de actividades económicas del gobierno puede reclamar razones de seguridad nacional y no informar de sus actividades como ya lo hizo en el caso del Aeropuerto de Santa Lucía.

La militarización de la administración pública lleva consigo, le es inherente, la opacidad y la falta de transparencia y rendición de cuentas.

A la vista no hay buenas razones, para dar marcha atrás al proceso civilista de la gestión gubernamental y de las declaraciones del presidente se deriva piensa que los integrantes del Ejército son incorruptibles.

No es así. Los soldados son seres humanos como cualquier otro servidor público y al igual que ellos pueden también corromperse. Y todavía más si se les pone en funciones donde existe un amplio espacio para que eso ocurra.

Una de las grandes razones por las que en las sociedades democráticas se ha retirado al Ejército de cualquier actividad de la administración es para profundizar en una cada vez mayor democracia.

Y también para evitar que el Ejército y sus mandos estén en situaciones que lo acerquen a la posibilidad de la corrupción. Nada puede perjudicar más a la democracia que el Ejército esté en manos de corruptos. Por eso hay que alejarlos de esa tentación.

La guerra de los videos

Rubén Aguilar Valenzuela
En el marco de la serie de televisión que ha diseñado el presidente López Obrador en torno al caso de Emilio Lozoya, para golpear a la oposición, todos los días, en las comparecencias mañaneras, presenta un nuevo capítulo de la temporada en curso.

Bajo la lógica de una campaña publicitaria, por días pidió al fiscal General de la República que hiciera públicos los videos que Lozoya, testigo protegido, habría entregado a la FGR. El presidente sabía que el fiscal no lo podía hacer porque se ponía al margen de la ley.

La campaña de marketing tenía como propósito calentar el ambiente y crear interés y expectativas en las audiencias sobre un video que de acuerdo al anuncio del presidente daría cuenta de la corrupción de los anteriores gobiernos.

En ese ambiente creado por el presidente, que es un gran publicista, de la nada aparece en las redes sociales un video donde un funcionario del Senado en el gobierno anterior recibe dinero. No se sabe quién lo entrega y tampoco para qué es.

El presidente violenta la secrecía de la FGR y en la mañanera del 18 de agosto pasa el video que un día antes él mismo había hecho circular. Surgen preguntas: ¿El presidente obligó al fiscal a dárselo? ¿Alguien de la fiscalía lo entregó al gobierno? ¿Cómo lo obtuvo?

La FGR se deslindó del hecho y dijo que abriría una investigación sobre la filtración del video. Los resultados de esta, si realmente se hace, nunca se van a dar a conocer. El video pasó en todos los medios y estuvo en todas las redes. Resultó una bomba mediática como lo había planeado el presidente.

En su discurso mañanero dijo, sin más, que el video era la prueba, por cierto, no tiene validez jurídica, que demostraba la corrupción de los gobiernos anteriores. En su versión ese dinero se había utilizado para sobornar a senadores de la oposición, para que apoyaran la reforma energética. Todo sin más pruebas que los segundos de un video donde no se mencionan nombres.

El presidente con esta acción, que violenta la ley, abrió la caja de pandora. Al día siguiente el periodista Carlos Loret de Mola da a conocer un video donde Pío López Obrador, hermano del presidente, recibe en dos ocasiones dinero de parte de un asesor del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco. Queda claro que son recursos para ser utilizados por el ahora presidente.

Existe la duda si el mandatario consideró, en un mal cálculo político, que no habría reacción por parte de los integrantes de la oposición que se sintieron agredidos o que sí la valoró, pero que en un balance de costos y beneficios decidió que valía la pena. Así, el presidente abrió la guerra de los videos.

Ahora es claro que a cada video que pase el presidente va a salir a la luz otro que compromete a él y a su gobierno. Al violentar el proceso jurídico contra Lozoya, para convertirlo en uno mediático y de corte político, para agredir y desprestigiar a la oposición, no para buscar la justicia, el presidente opta por ensuciar el ejercicio de la política y también de la justicia.

Es muy probable que el presidente en aras de su proyecto político siga con el libreto que ya ha escrito, para dar continuidad a la serie, las temporadas y los capítulos. En ese caso vamos a ver una de las mayores degradaciones de la política que haya tenido México. Eso depende solo del presidente.

En el caso Lozoya y en cualquier otro debe seguirse el camino de la ley y no politizar y mediatizar la justicia que es lo que todos los días hace el presidente. Con su actitud lo que da entender es que está dispuesto a todo de cara a mantener su proyecto y a su partido en el poder. No importa el costo que el país y la sociedad tengan que pagar.

¿Alguna semejanza?

Rubén Aguilar Valenzuela

La doctora en psicología clínica Mary I Trump (1965), sobrina del presidente de Estados Unidos, acaba de publicar el libro Siempre demasiado y nunca suficiente: Cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo (Urano, 2020) que es un éxito a nivel mundial.

Ella es hija de Fred Trump, hermano de Donald Trump, y tiene una maestría en literatura por la Universidad de Columbia. Con motivo de la presentación de su libro ha dado una serie de entrevistas por todo el mundo.

En la que concedió a Víctor Sancho (El Universal, 14.08.20) plantea que sobre su tío "ha faltado (...) una discusión abierta sobre su capacidad mental. Desde un principio encontré desconcertante que no se le hiciera responsable de nada, asumiendo que tiene una mala personalidad".

Y añade que no pude contar "la cantidad de veces que he escuchado a gente decir que miente, engaña, maltrata a las mujeres, pero es inevitable (...) Solo por el hecho de que siempre ha sido horrible no significa que debamos dejarle seguir siendo. Que sea incapaz no significa que no se le tenga que tomar en serio cuando habla".

La psicóloga clínica sostiene que el presidente "usa amenazas e intimidación, abuso y probablemente castiga a quienes le dicen la verdad, destroza a quien no le siguen al pié de la letra (...)" y que está aterrorizado por dos cosas; "una es que la gente, incluido él mismo, descubra la verdad sobre él. Gasta una cantidad enorme de energía para asegurarse de que eso no ocurra. La otra es que sigue aterrado por mi abuelo, que castigaba la debilidad con el castigo más severo (...) Cuando escuchamos a Donald hablar con su hiperbólica autoestima de lo magnífico que es, está hablando a una audiencia de una persona: mi abuelo. Está tratando de convencerlo de que no lo mate".

La autora, que se manifiesta abiertamente como lesbiana, tenía 16 años cuando su padre murió a consecuencia de su alcoholismo. Era el mayor y su padre quería se hiciera cargo de los negocios inmobiliarios de la familia, pero se negó  y se hizo piloto. Ella ha votado siempre por el Partido Demócrata.

Como profesora ha dado cursos de psicopatología y psicología del desarrollo. Piensa que el libro ahora tiene más sentido "porque la gente ha visto el daño que ha hecho su ineptitud, su impulsividad, su ignorancia y su crueldad. Tenemos evidencia de las cosas espantosas que han ocurrido directamente de él".

Para ella resultó alarmante que siendo su tío como es, más de 60 millones de personas votaron por él y "cuando se escabullía de todo fue cuando me di cuenta de que él no era realmente el problema, era la gente a su alrededor. Cuanta más información saliera sobre su incapacidad, menos capaz sería la gente que lo rodea de apoyarlo sin sufrir las consecuencias". ¿En México no habrá un psicólogo o un psiquiatra que se anime a hacer un libro como este?

El libro del profeta Miqueas 

Rubén Aguilar Valenzuela

Miqueas fue un profeta de origen campesino de finales del siglo VIII a.C., originario de Moreshet, una pequeña aldea de la llanura de Sefela a unos 40 kilómetros al suroccidente de Jerusalén. El imperio asirio vive su máximo esplendor e Israel le está totalmente sometido.

En 722 a.C. los asirios conquistan Samaria, capital del reino del Norte, y someten al pago de tributo a Judá, el reino del Sur. Ezequías aprovecha el tiempo de paz, para extender sus fronteras y hacer una reforma religiosa. En 705 a.C. el rey se suma una revuelta contra el imperio y la desgracia se hace presente en su reino. Es cuando Senaquerib, rey de Asiria, conquista las principales ciudades de Judá y sitia Jerusalén. El pago de un fuerte tributo y el retiro del ejército de los asirios permite que vuelva la paz al reino de Ezequías.

La actividad profética de Miqueas se desarrolló en el mismo tiempo que Isaías, Amos y Oseas bajo los reinados de Jotam (740-735 a.C.), Acaz (735-727 a.C.) y Ezequías (727-687 a.C.) a.C. El Oriente Medio estaba sometido al imperio asirio en la época de los reyes Teglatfalasar III (745-727 a.C.), Salmanasar V (727-722 a.C.), Sargón (722-705 a.C.) y Senaquerib (705-681 a.C.).

El libro, que tiene siete capítulos, se estructura en cuatro partes: Proceso contra Israel (Miq 1-3); Promesa a Sión (Miq 4-5); Nuevo proceso contra Israel (Miq 6,1 - 7,7) y Liturgia de esperanza (Miq 7 8-20).

La obra de Miqueas da cuenta que en Jerusalén domina la injusticia social. Las diferencias entre ricos y pobres son escandalosas. Se vive una religiosidad formalista, de solo apariencias, y sin una fe verdadera. En su predicación denuncia a los ricos y poderosos y a los sacerdotes y falsos profetas que actúan para conseguir poder y riqueza.

El mensaje teológico es que el Señor va a castigar los pecados de su pueblo de igual manera que castigó a Samaria. La infidelidad de Judá no puede recibir otra respuesta de Dios, pero la conversión sincera del pequeño resto de los justos, que se encuentra dentro del pueblo, supone una esperanza segura de salvación.    
 
Miqueas          
Biblia de América
PPC Editorial
Madrid, 2013

Otra cara del franquismo

Rubén Aguilar Valenzuela 
El silencio de otros (España - Estados Unidos, 2018) es un documental dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar, que muestra la lucha de las víctimas y sus familias, para llevar a la justicia los crímenes de lesa humanidad perpetrados por la dictadura de Francisco Franco (1982-1975).

En 1977 se aprueba la Ley de Amnistía, que todavía rige en España. Así todos los crímenes de lesa humanidad del franquismo quedan perdonados y olvidados. La ley permite que todas las atrocidades de la dictadura queden impunes.

Sin posibilidad de acceder a la justicia en su propio país un grupo de víctimas, bajo el principio de la justicia universal, recurre a la jueza argentina María Servini, quien desde Buenos Aires interpone una querella contra los crímenes del franquismo.

Se le conoce como la Querella Argentina que se pone en marcha el 14 de abril de 2010 ante los tribunales de justicia en Argentina. El objetivo es conseguir que se investiguen los crímenes de la dictadura franquista, se identifique a sus responsables, se les sancione penalmente y se repare el daño.

La querella se abre "por genocidio y/o crímenes de lesa humanidad cometidos en España por la dictadura franquista entre el 17 de julio de 1936, comienzo del golpe cívico militar, y el 15 de junio de 1977, fecha de celebración de las primeras elecciones democráticas".

Durante seis años, Carracedo y Bahar obtienen los testimonios de sobrevivientes de la tortura, de las madres cuyos hijos les fueron arrebatados al nacer y de los descendientes de los desaparecidos de la Guerra Civil, y los acompañan mientras el litigio sigue su curso.

El resultado es un documental que registra, de primera mano, la lucha jurídica de las víctimas y supervivientes del régimen franquista. Carracedo y Bahar entrevistan a personas que no han podido localizar a sus difuntos asesinados en la Guerra Civil a quienes quieren dar sepultura.

A madres cuyos hijos recién nacidos les fueron arrebatados, para darlos en adopción y también a quienes fueron encarcelados y torturados por manifestarse y protestar.  De manera destacada están los rostros y las voces de los implicados.

El documental plantea que el Pacto del Olvido, que surge con la Ley de Amnistía de 1977, es un gran acto de injusticia de parte de las autoridades españolas. La democracia no trajo consigo la justicia para las víctimas y sus familias.

La narración del sufrimiento de las víctimas ante las cámaras, es un testimonio poderoso en contra de los crímenes del franquismo, pero también de la negación del poder en España, para juzgar los crímenes de lesa humanidad que nunca prescriben.

El documental ha sido reconocido por la crítica y obtenido muchos premios entre ellos: Premio del Público al Mejor Documental y el Premio de Cine por la Paz en la pasada edición de la Berlinal, Premio Goya, Premio Platino y el Premio Forqué a la mejor película documental.

El silencio de los otros
Producción: España y Estados Unidos, 2018
 
Dirección: Almudena Carracedo y Robert Bahar
Guion:  Almudena Carracedo y Robert Bahar
Fotografía: Almudena Carracedo
Música: Leonardo Heiblum y Jacobo Liebreman
Actuación: Personas que han vivido la historia que se narra

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