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El blindaje de AMLO  

Rubén Aguilar Valenzuela

 
El presidente López Obrador, después de ganar la votación con 30 millones de votos, el 54 % de quienes participaron, a más de dos años de gobierno sigue blindado a todo tipo de crítica.

En este tiempo de su gobierno ha habido pocos o nulos resultados e incluso grandes fracasos, como el manejo de la pandemia en términos económicos y de salud, pero esto no afecta la imagen del presidente.

Los suyos le justifican y aplauden todo, incluso los fracasos que son indefendibles. Necesariamente surge la pregunta ¿hasta cuándo seguirá ese blindaje?

El nivel de aprobación del presidente no baja y se mantiene en torno al 60 por ciento. A pesar de sus múltiples errores en la conducción del gobierno y sus sistemáticas mentiras su imagen no se "desgasta".

En estos pocos más de dos años el presidente sigue manteniendo el control de la narrativa y de la agenda mediática. La impone todos los días.

Los medios y también la oposición la replican. No se salen de los términos de la discusión que todos los días, con gran habilidad, establece el presidente. No lo quieren, pero en los hechos le siguen el juego.

En los seguidores del presidente, es parte de su característica, está el cerrar filas cada vez que alguien lo critique, no importa si tiene o no razón. Los argumentos no valen solo cuenta el sentimiento.

Su blindaje seguirá operando, en independencia de los resultados de su gestión, en la medida que sea capaz de mantener el vínculo afectivo que ahora tiene con sus seguidores.

La estrategia de comunicación, con base en las comparecencias mañaneras, es la que le permite renovar día con día esa relación afectiva.

Mañana con mañana, con gran destreza, construye la narrativa épica que los suyos quieren oír. Eso mantiene el vínculo afectivo, que el presidente sabe muy bien alimentar.

El espacio de la comparecencia diaria, que no cumple con los estándares de una conferencia de prensa, es para el presidente como el agua para el pez. Sin ella no podría vivir.

Sabe muy bien que sin este instrumento no sería capaz de mantener y alimentar su relación afectiva con sus seguidores. Es un medio fundamental para él y los suyos. Es el lazo de unión que opera todos los días.

El impacto que las mañaneras tienen en el blindaje del presidente solo se puede reducir si los medios dejan de seguir actuando como una correa de transmisión acrítica entre el presidente y los suyos.

Y también si la oposición, partidos, organizaciones y personas que tienen espacio para hacer oír su voz, construyen una narrativa propia y no solo reaccionan a la agenda y al discurso que les impone el presidente.

La oposición y los que quieren un cambio de gobierno deben asumir que el presidente está blindado y que muy seguramente, a pesar de sus fracasos, lo seguirá estando en el futuro próximo.

Morena y sus integrantes no gozan de tal blindaje. La crítica de la oposición, en el sentido más amplio, no debe centrarse en el presidente, no le hace ningún daño e incluso lo favorece, sino en el partido que creó.

Suspensión de cuentas en las redes

Rubén Aguilar Valenzuela

 
Días atrás la suspensión de las cuentas del presidente Donald Trump en Facebook y Twitter abrió un gran debate a nivel mundial sobre cuál debe ser el papel de las redes sociales en determinar el contenido de los mensajes de los usuarios.

El presidente López Obrador se metió de lleno a la discusión y en solidaridad con Trump, acusó a Facebook y Twitter de haberlo censurado. En México su juicio provocó una intensa reacción a favor y en contra en las redes sociales.

Borja Adsuara Varela (El País, 13.01.21), especialista es experto en Derecho y Estrategia Digital, plantea que el debate se ve "inevitablemente contaminado por el sesgo ideológico de cada cual o, incluso, por la simpatía o antipatía que suscita el personaje".

Y añade que, como consecuencia de lo anterior, unos y otros ofrecen argumentos "que no tienen una base legal y sólo sirven para intentar vestir el santo de un juicio pre-existente (es decir, de un pre-juicio)".

El especialista analiza algunos de los argumentos más socorridos, de uno y otro lado, y ofrece aportes con relación a lo que debe ser el marco regulatorio.

1. Las empresas privadas no pueden hacer lo que quieran, ni poner las normas internas que quieran. En Estados Unidos y en la Unión Europea las empresas privadas deben cumplir las Constituciones, las leyes y los derechos fundamentales. No pueden aprobar normas ni realizar actos que sean ilegales.

2. La Ley de Decencia de las Comunicaciones de 1996, en Estados Unidos, como la Directiva de Comercio Electrónico del año 2000, en la Unión Europea, sólo les permite y obliga a borrar contenidos claramente ilegales, que están establecidos en las mismas leyes.

3. Las redes sociales no son medios de comunicación, ni tienen una línea editorial, sino que son plataformas digitales de comunicaciones entre sus usuarios. Se parte del principio de que no son responsables de los contenidos publicados por sus usuarios, salvo si tienen conocimiento efectivo de que son ilegales, en cuyo caso deben retirarlos de inmediato.
 
4. Los términos de uso y las normas de las comunidades de las redes sociales no pueden estar por encima de las Constituciones, las leyes y los derechos fundamentales. En última instancia quien decide si es legal o ilegal no son las redes sociales y sus normas internas, sino las leyes y los jueces.
 
5. En un Estado de derecho, el único criterio admisible para que las redes sociales supriman contenidos es que sean claramente ilegales. Porque, en caso de duda, hay que aplicar siempre la interpretación que sea menos restrictiva para los derechos fundamentales y estar a favor de la libertad de expresión. Lo demás es censura.
 
El tema es complejo y se presta a todo tipo de discusiones, las más estrictamente ideológicas. El planteamiento de Adsuara Varela trasciende esa discusión. Su propuesta es que las leyes que emanan de un Estado de derecho son quienes norman qué es legal o ilegal y las redes sociales deben sujetarse a esa normatividad y están obligados a cumplirla.

El libro del profeta Zacarías      

Rubén Aguilar Valenzuela 
Los estudios de la Biblia concluyen que el libro de Zacarías reúne dos obras distintas escritas por diferentes autores. La primera parte del texto ocurre entre el segundo y cuarto año del reinado de Darío en Babilonia (520 y 522 a.C.). Y la segunda hacia finales del reinado de Darío o al inicio del de Jerjes (485 a.C.).

- Primer Zacarías (Zac 1-8). Los israelitas al regresar del destierro en Babilonia (536 a.C.) al llegar a Jerusalén encuentran en Templo abandonado y las murallas destruidas. Reconstruir la ciudad y reedificar el Templo exige la conversión y la renovación en la fe. Se requiere también recuperar la identidad nacional que se ha perdido en el exilio.

El primer Zacarías utiliza un lenguaje apocalíptico lleno de visiones y oráculos. El profeta promueve en el pueblo la fe y la esperanza en Dios. Invita a la reconstrucción del Templo y anuncia la intervención futura del Señor.

Jerusalén es la ciudad nueva donde el Señor se va a manifestar al pueblo de Israel y a través de él a todos los pueblos de la tierra. Del capítulo uno al seis se presentan ocho visiones:

Primera: Los jinetes (Zac 1, 7-17). Judá se encuentra en una situación penosa. Al ángel que intercede por Jerusalén el Señor responde prometiendo una inmediata reconstrucción de la ciudad y del templo.

Segunda: Los cuernos y los herreros (Zac 2, 1-4). El profeta anuncia que en adelante no habrá más opresión y que será la presencia del Señor y no las murallas lo que defenderán a Jerusalén.

Tercera: La cuerda para medir (Zac 2, 5-17). Al igual que la anterior el profeta anuncia que en adelante no habrá más opresión y que será la presencia del Señor y no las murallas lo que defenderá a Jerusalén. Se transmite un mensaje consolador en tono de alegría.

Cuarta: Investidura del sumo sacerdote (Zac 3, 1-10). Tiene como protagonista a dos personajes importantes de los primeros años del regreso del exilio: Josué y Zorobabel.

Quinta: El candelabro y los dos olivos (Zac 4, 1-14). Son dos mesías, uno sacerdotal y el otro laico que simbolizan la perfecta armonía entre el poder civil y religioso.

Sexta: El libro (Zac 5, 1-4). El contenido de esta visión significa que el pecado y la maldad van a ser extirpados de Judá.

Séptima: El tonel (Zac 5, 5-11). Igual que la anterior el  contenido de esta visión significa que el pecado y la maldad van a ser extirpados de Judá.

Octava: Los carros (Zac 6, 1-15). Se señala el poder de Dios que se simboliza por cuatro carros y sus respectivos caballos. Su fuerza se ejerce contra Babilonia. Se evoca la restauración de la dinastía davídica mediante una acción simbólica (6,11-12) que recuerda a los protagonistas de la tercera y cuarta visión.

El profeta con estas ocho visiones pretende infundir ánimo al pueblo que acaba de regresar del destierro y tiene que hacer frente a nuevas y difíciles condiciones.

En los capítulos siete y ocho se ofrecen una serie de oráculos. Hay un oráculo de restauración con los que el profeta se inserta en la corriente profética de crítica al culto y las prácticas religiosas puramente externas sin conexión con la vida (Zac 7, 1-14). En otros diez oráculos se subraya la nueva actitud del Señor dispuesto a tratar bien a Jerusalén y a Judá (8, 1-23)

- Segundo Zacarías (Zac 9-14). Las acciones se sitúan a finales del siglo IV a.C. y principios del III a.C. El tema central es la descripción de la apropiación del Mesías, que se presenta como un rey y también como un pastor y un siervo del Señor.

El texto se divide en dos partes. La primera: Israel entre las naciones (9-11). Se anuncia la llegada de un nuevo pastor -el rey mesías- encargado de llevar a cabo el proyecto divino de salvar definitivamente a Israel. Los jefes y responsables del pueblo, descritos como pastores necios y egoístas, siguen haciendo difícil la realización del proyecto de Dios.

La segunda: Salvación y gloria de Jerusalén (12-14). El profeta pone en boca del Señor el anuncio de la restauración definitiva de Jerusalén. En un futuro las naciones no podrán hacer nada en contra de ella. El pueblo recibirá un espíritu nuevo y pactará con Dios una nueva alianza y quedará definitivamente establecido el reino exclusivo de Dios.

Zacarías
Biblia de América
PPC Editorial
Madrid, 2013

Miles de elecciones

Rubén Aguilar Valenzuela 
Son miles las elecciones que se celebran el seis de junio. De manera precisa 3,501. Están en disputa 15 gubernaturas, 500 diputaciones federales, 1923 alcaldías y 1063 diputaciones locales en 30 de los estados.

Cada una de estas elecciones responde a una realidad y a una problemática muy específica. No se vota por una autoridad única, para todo el país como es la presidencia de la República.

Cada estado, cada distrito para una diputación federal, cada distrito para una diputación al congreso local y cada municipio tienen sus propias características.

El presidente López Obrador que fue clave, para impulsar a los candidatos de Morena en la elección de 2018 no va a estar en la boleta y eso se va a sentir.

Los partidos que participan en la contienda ahora agrupados en dos grandes frentes, de un lado Morena-PT-PVEM y de otro lado PAN-PRI-PRD, deben ser conscientes de esta realidad.

No hay una campaña nacional y sí 3,501 campañas locales. ¿Esto qué implica? De entrada, el diseño de ese número de procesos locales. No es lo mismo el Estado de Sonora, que Nuevo León o San Luis Potosí.

Y tampoco es lo mismo los distritos electorales federales de Chiapas o Sonora a los de Querétaro o Guanajuato. Y tampoco los distritos locales de esos y otros estados.

Son muy diversas las peculiaridades de las alcaldías en disputa en Campeche o en Sinaloa a las de Baja California o Aguascalientes.

En cada uno de estos puntos de la geografía nacional hay características que les son muy propias, tradiciones políticas distintas, maneras diversas de cómo los ha golpeado la pandemia en el ámbito de la salud y de la economía.

Desde ese horizonte hay que considerar tres aspectos fundamentales: el perfil idóneo de él o la candidata, los temas que se deben plantear en la campaña y la manera de hacerlo.

El éxito electoral en cada uno de estos espacios donde habrá elecciones deriva de la manera en cómo se resuelvan y articulen los tres elementos mencionados.

La campaña electoral que acaba de pasar en Estados Unidos, aunque fue por la presidencia, puede servir de ejemplo, para comprender mejor cómo se deben tratar los temas a los que se ha hecho referencia.

Biden entendió muy bien que en las actuales condiciones de su país tenía que proponer en la vicepresidencia a una mujer y que está, además, debería ser de una minoría étnica. De ahí haber elegido a Kamala Harris.

Le quedó también claro que debería articular un discurso de propuesta ante los problemas de su país; los efectos de la pandemia y la crisis económica.

La polarización y la confrontación a la que llamaba el candidato Trump no encontró eco en la manera como Biden construyó y presentó su discurso.

En cada una de las 3,501 elecciones que tendrán lugar el próximo junio, los partidos y las coaliciones a las que pertenecen deben saber elegir al candidato no que ellos quieren, sino el que demandan los electores.

Y están obligados a articular un discurso que responda a las expectativas de la población, que realmente les diga algo, despierte expectativa y esperanza y también deben tener un cuidado especial en las formas que va a utilizar para envolver su discurso y comunicarse.

Intensa, conflictiva y productiva amistad

Rubén Aguilar Valenzuela 
La relación del director alemán Werner Herzog (1942) y el actor Klaus Kinski (1926-1990) fue intensa, conflictiva y también amistosa. Juntos filmaron cinco películas que hoy son parte de la historia del cine mundial.

En Mi enemigo íntimo (Alemania, 1999) Herzog da cuenta de esa relación que resultó muy productiva. La primera película en la que colaboraron fue Aguirre la ira de Dios (1972) donde Kinski interpreta al conquistador español Lope de Aguirre en búsqueda del mítico Dorado.
 
El actor en el rodaje de esta película se peleaba con los otros actores y contradecía la instrucción de Herzog. En una ocasión disparó con un rifle a los extras porque no lo dejaban dormir y en varias ocasiones amenazó con renunciar.

Se iniciaba así una relación de trabajo que duró 15 años y que siempre, en cada película, que resultaba una obra maestra de dirección y actuación, se repetían los exabruptos de Kinski, su agresión a los actores, a los técnicos, a los extras y amenazaba a Herzog con dejar la filmación.

Luego vino Woyzcek (1978) (Kinski) que es un soldado de mediados del siglo XIX en Alemania. Se hace de dinero extra para su familia al realizar trabajos serviles para el capitán y al aceptar participar en experimentos médicos realizados por un doctor. La tensión lo lleva al borde del colapso mental.

Le siguió Nosferatu, el vampiro de la noche (1979). El conde Drácula es Kinski. Herzog crea su propia versión del personaje y es también un homenaje al director alemán Friederich  Whilhem Murnau (1888-1931), que hizo un Nosferatu en 1922, todavía en el cine mudo, que para el director es "la  mejor de todas las películas alemanas".

En la cuarta película Fitcarraldo (1982) un empresario irlandés (Kinski) quiere construir en Iquitos un teatro, para que ahí, en medio de la selva amazónica, un día venga a cantar opera su ídolo Enrico Caruso. Un megalómano interpretado por otro megalómano.

Los extras de la película, una comunidad indígena, ofrecieron Herzog matar a Kinski, hartos ya de su actitud y de sus desplantes. Cuando Kinski amenazó con abandonar el set  Herzog le devolvió la amenaza diciendo que si lo hacía le dispararía con una escopeta.

La última película que rodaron juntos fue Cobra Verde (1987) donde Francisco Manoel da Silva (Kinski) es un ranchero brasileño que se ve obligado a trabajar en una compañía minera después de que la sequía arruina su rancho. Cuando descubre que la empresa lo explota mata a su jefe. Huye y se convierte en Cobra Verde, el bandido más cruel del sertão en Brasil.

En la filmación se repitió la historia de conflicto de las otras películas, pero en esta ocasión llegaron a la agresión física. Había que ponerle un alto.

En ese tiempo Kinski estaba metido en el proyecto de dirigir y protagonizar Paganini, el violinista italiano con el que se sentía identificado. El resultado es una película demencial donde su esposa y su hijo formaron parte del reparto.

Herzog afirma que llegaron a la amenaza de muerte en varias ocasiones pero que, sin embargo, "nos respetábamos, incluso cuando queríamos matarnos". El director y el actor se conocieron en su juventud, aunque había una diferencia de 15 años. Incluso llegaron a vivir en un mismo lugar.

El documental registra la muy compleja personalidad de Kinski y la relación de trabajo, pero también personal, entre director y actor. Deja ver la fascinación que existía entre los dos. Uno admiraba al actor y el otro al director.

Herzog documenta como Kinski se entregaba siempre, hasta las últimas consecuencias, al papel que interpreta. Incluso al borde de la locura. Al tiempo que imprimía toda la fuerza al personaje al mismo momento, producto de la tensión, agredía a todos los que estaban en su entorno.

Hay diversas versiones sobre la personalidad y la locura de Kinski. El propio Herzog ha dicho que "él está loco, yo estoy loco y esta es una perfecta combinación de locura".

Las cinco películas que hicieron juntos son obras de arte de una enorme belleza e intensidad.

El documental, narrado por el propio Herzog, se hizo ocho años después de la muerte de Kinski. Es, así lo vi, la reconstrucción de una tormentosa relación al tiempo del reconocimiento mutuo, pero sobre todo un homenaje del director al actor.

En la construcción de la película se utilizan muchas escenas inéditas que registran la filmación de la filmación y los conflictos entre ambos personajes. La narrativa es ágil y siempre interesante. Hay escenas extraordinarias.

La historia de Kinski es muy controvertida llena de contradicciones y problemas entre ellos está la denuncia de una de sus hijas que dice haber sido abusada sexualmente por su padre entre los cinco y los 19 años.

Mi enemigo íntimo
Título original:  Mein Liebster Feind
Producción: Alemania, 1999

Dirección:  Werner Herzog
Guion: Werner Herzog
Fotografía: Peter Zeitlinger
Música: Popol Vuh
Narrador: Werner Herzog
Actuación: Klaus Kinski, Werner Herzog, Claudia Cardinales  y equipo de filmación 
 

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