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La historia, la personalidad y las ideas de Biden

Rubén Aguilar Valenzuela 
El periodista Evan Osnos, que desde 2008 colabora con The New Yorker, escribe Joe Biden. Su vida, su carrera y lo temas relevantes (Plantea, 2020).

Es un acercamiento a la vida del nuevo presidente de Estados Unidos, pero sobre todo a su carrera política, a su personalidad y a su pensamiento.

El texto es una adaptación de artículos publicados entre 2011 y 2020. Incluye cuatro entrevistas con  Biden (78) realizadas entre 2014 y 2020.

Y otras cien con personas de su familia, de su entorno político, que incluye al presidente Obama, de colaboradores y también de adversarios políticos.

Osnos, que en 2014 recibió el National Book Award, comenta que por razones de su trabajo al conocer  mejor a Biden "descubrí que era un pozo sumamente fructífero de enseñanzas sobre la cultura política estadounidenses".

Y esto "gracias a su amplia experiencia, su capacidad e intensidad emocional y su dificultad para disimular lo que piensa". Esto en un Washington donde los políticos maniobran con lo que dicen.

El texto plantea las luces y sombras de un personaje que tiene 50 años de participar en la política de su país dentro del Partido Demócrata.

Se registra la muerte de su primera esposa, y su hija menor en un accidente de tránsito, y luego la muerte a los 48 años de su hijo mayor, que también participaba en la política, por un cáncer en el cerebro.

Los años en la política y los cargos que ha desempeñado han permitido a Biden, más que a cualquier otro político, ser no solo testigo sino participar en la historia del último medio siglo en Estados Unidos.

A lo largo de estos años, una y otra vez, venció todas las predicciones de que su carrera política se había acabado, para siempre resurgir hasta llegar a la presidencia de su país.

La visión que Osnos proyecta de Biden, a partir de decenas de entrevistas y del seguimiento al trabajo y los planteamientos del ahora presidente, es la de un político de enorme experiencia y con un gran conocimiento de la política internacional.

De un hombre que se ha sobrepuesto a las tragedias y ha seguido su camino. La de un político honrado que vive como piensa. Siempre se consideró que era el senador con menos recursos económicos.

La de un político cercano a la gente y con posiciones propias. Que cuando se equivoca lo reconoce y sabe pedir perdón. La de un demócrata de centro con posiciones progresistas en algunos temas sociales.

El autor, Premio Pulitzer en 2008 por periodismo de investigación, deja ver, se lo he oído a otros especialistas de la política de Estados Unidos, que la crisis del país es de tal dimensión en lo político, lo económico y lo social que si lo hace bien podría convertirse en otro Franklin Roosevelt.
 
Joe Biden
Su vida, su carrera y lo temas relevantes
Evan Osnos
Editorial Planeta
México, 2020
pp. 191

 
Versión original: Joe Biden, 2020. Traducción de inglés al español de Ariadna Molinari Tato y José Carlos Ramos Murguía.  
 

La desaparición del poeta

Rubén Aguilar Valenzuela
El poeta Samuel Noyola (Monterrey, 1964) un día de 2009 desaparece en la Ciudad de México y nunca más se vuelve a saber de él. El periodista y documentalista Diego Osorno en Vaquero de Mediodía (México, 2019) registra la búsqueda que hace de él y ofrece una visión de la vida y la obra del poeta.

En 1999 Osorno conoció y trató a Noyola en Monterrey. Tenía  entonces 18 años. El personaje lo impactó. Cuando se entera de que había desparecido decide buscarlo. El poeta es uno de los casi 90 mil desparecidos que se registran en el país.

La cámara sigue a Osorno en la búsqueda de Noyola por las calles de Monterrey y la Ciudad de México. Va ahí donde piensan que le pueden dar información.

En ese espacio se encuentra con personajes que sobreviven en la soledad, el abandono y la miseria. Están al margen de la sociedad. Son escenas de noche de gran impacto visual. Duelen.

El documentalista, para narrar la vida del poeta recurre a entrevistas con personas que lo conocieron en distintas etapas de su vida en Monterrey, la Ciudad de México y en Managua, Nicaragua.

Osorno trabajó en este documental por diez años. El origen es que "comencé a sentir la obligación de contar la historia de alguien que tuvo una vida muy fascinante antes de desaparecer y tratar de reivindicarlo, para que no quedara para la memoria como un borracho o un mentiroso".

La visión de las mujeres que lo conocieron de joven es la de un poeta "tocado por Dios". Un hombre carismático y un ser humano genial. Se le veía como alguien que tenía mucho futuro. Era una gran promesa.

En las entrevistas a quienes lo conocieron y estuvieron cerca de él surge la imagen de un personaje contradictorio. Genial, por un lado, y de otro, agresivo y de trato muy difícil.

El poeta se inscribe en el Ejército sandinista que enfrentan a las fuerzas de la contrarrevolución en las montañas de Nicaragua a mediados de los años ochenta del siglo pasado. No se lo dice a nadie.

Noyola, el amigo de Octavio Paz, no resulta la promesa que anunciaba iba a ser. Adicto al alcohol en la medida que pasan los años se vuelve cada vez más enigmático y contradictorio. Por decisión propia de sitúa en los márgenes de la sociedad.

El documental deja ver el drama interior que vive el poeta, sus angustias y desgarramientos, pero no compromete una interpretación de lo que pudo haberle pasado.

Osorno en su acercamiento a la vida de Noyola construye un poema visual y auditivo. Articula la memoria colectiva a la manera que lo hace la periodista ucraniana, Svetlana Alexiévich (1948), Premio Nobel (2015).

Es un poema que rescata la vida olvidada del poeta al tiempo que le rinde homenaje. Lo hace presente. Ahora quedan esas imágenes y testimonios, para siempre.

Vaquero de mediodía
Título original: Vaquero de mediodía
Producción: México, 2020.

Dirección: Diego Enrique Osorno
Guion: Diego Enroque Osorno
Fotografía: María Secco
Música: Esteban Aldrete
Actuación: Personas entrevistadas

Las mentiras del presidente

Rubén Aguilar Valenzuela
En el ADN de los gobernantes populistas, sean de derecha o izquierda, está el mentir. Es un elemento central de su estrategia de gobierno y de comunicación.

A partir de éstas, haciendo caso omiso de la realidad, construyen una visión del mundo como ellos quieren que sea, pero sobre todo como lo imaginan sus seguidores.

Mediante el discurso, no como resultado de la acción, generan y promueven un mundo de fantasía con el que ellos y sus simpatizantes de sienten bien.

El presidente López Obrador es uno más de estos populistas mentirosos. No es el único, pero sí el más mentiroso de todos. Hay evidencia sólida de que así es.

Las mentiras las dice en sus comparecencias mañaneras diarias, pero también a lo largo de sus intervenciones en los distintos eventos del día.

El despacho SPIN Taller de Comunicación Política ha dado seguimiento, desde su inicio, a todas sus comparecencias mañaneras.

De ellas ha hecho un análisis que muestra que en la 1.46 horas, que en promedio dura cada comparecencia, dice 81 "afirmaciones no verdaderas" (falsas).

Esto sin contar las que en otros eventos pueda haber dicho. En ese caso es muy probable que el número de las mentiras se multipliquen y lleguen a las 162. Es un dato por probar.

Lo que sí está documentado es que el presidente, en sus 540 comparecencias celebradas del 3 de diciembre de 2018 al 22 de enero de 2021, ha dicho 44,428 "afirmaciones no verdaderas" (falsas) como lo muestra la investigación de SPIN.

Para hacer un comparativo decir que, a lo largo de los cuatros años de gobierno del reconocido mentiroso de presidente Donald Trump, dijo 23,000 mentiras según investigación de The Washington Post.

El presidente López Obrador de seguir en el actual número de "afirmaciones no verdaderas" (falsas) de todos los días, al final de su sexenio habrá dicho 133,284 de estas.

Eso, están ahí lo datos, lo convierte en el presidente más mentiroso del mundo. Y tal vez, es un dato no documentado, de la historia.

Solo un ejemplo de las múltiples mentiras del presidente. En 30 ocasiones ha dicho que ya se estaba de salida de la pandemia del Covid-19. La primera de ellas el 8 de mayo de 2020.

Como esta, en los poco más de dos años de su gobierno, de manera puntual y precisa, ha dicho 44,428 "afirmaciones no verdaderas" (falsas). El presidente no va a cambiar, está en su ADN mentir.

Jorge Palacios Treviño (1931-2021)

Rubén Aguilar Valenzuela
El embajador Jorge Palacios Treviño (Burgos, Tamaulipas, 1931 - Ciudad de México, 2021) falleció en la madrugada del pasado 10 de febrero. Semanas atrás había dado positivo de Covid-19.
 
A Jorge me une una amistad de 50 años. Entre los dos había una diferencia de 16 años, pero eso nunca impidió que tuviéramos una relación horizontal, cercana y fraterna.

Como miembro de carrera del Servicio Exterior Mexicano fue embajador de México en Egipto, Sudán, Argelia, Túnez, la República Árabe Saharaui e Indonesia.

Hombre cercano, directo - como buen norteño -, y también sencillo y generoso. Siempre interesado en lo que sus amigos hacían. Siempre solidario y buen amigo.

De adolescente dejó Burgos, para irse a Monterrey a seguir sus estudios. Luego vino a la Ciudad de México, para hacer derecho en la UNAM. En la Ibero estudió la maestría de filosofía y en la UNAM el doctorado en derecho.

Le gustaba invitar a su casa, él y Cristina Goddard, su compañera por 51 años, organizaban veladas memorables que terminaban al amanecer. El pozole era extraordinario. En esas cenas siempre cantaba y lo hacía muy bien con un estilo único.

Se desempeñó como Director del Departamento de Transporte Aéreo Internacional en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y Vocal Directivo de la Comisión Nacional del Espacio Exterior.

Amigo cercano del padre José Manuel Gallegos Rocafull (1895-1963). Un intelectual y defensor de la República Española que emigró a México en 1939. Jorge heredó su biblioteca.

Por 40 años trabajó en la cancillería donde fue director general de Organismos Internacionales y de Tratados Internacionales. Fue ministro consejero en la representación de México en Ginebra a cargo del embajador Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa (1921-1997), que después sería canciller.

Con nuestras familias hicimos viajes memorables (Belice, Oaxaca) y con Sybille Flaschka, mi compañera, nos encontramos con Jorge y Cristina en Egipto y Argelia donde compartimos recorridos que nunca se olvidan.

Entre otras muchas misiones, en carácter de asesor jurídico, fue integrante de la delegación mexicana que negoció el Tratado entre México y Estados Unidos, para delimitar la Plataforma Continental en la zona limítrofe del Golfo de México (2000).

Jorge y Cristina tuvieron tres hijos: Jorge, Rodrigo (+) y Cristina. Alguien que trabajó con él en la cancillería dice que era: "Siempre paciente, siempre atento, dispuesto a compartir y enseñar. Sumamente cálido".

Fue Director del Departamento de Estudios Internacionales de la Ibero (2003-2005). Y como profesor impartió las materias de Derecho Internacional Público y Tratados Internacionales. También dio clases en el Instituto Matías Romero de la SRE.

Cuando yo era jesuita Jorge y Cristina, con frecuencia nos visitaban los viernes o sábados por la noche, en los pedregales del Ajusco, al sur de la Ciudad de México, en el barrio donde vivíamos. Las pláticas eran divertidas y también intensas y largas.

Se le nombró miembro del Comité Jurídico Interamericano de la OEA para el periodo 2007-2010. Escribió, entre otras obras, Tratados internacionales, legislación y práctica en México (SRE, 1982, 1986, 2001 y 2007) y La defensa del petróleo mexicano (UIA, 2003).

Jugar canasta con Jorge siempre fue una aventura. Lo hacía extraordinariamente bien. Se lo tomaba en serio y con su pareja se proponía ganar. Muchas veces jugábamos hasta la madrugada.

En su carrera diplomática fue distinguido con la Legión de Honor de Francia; la Orden al Mérito de Argentina y la Orden al Mérito de Alemania.

Jorge era un creyente y muchas veces compartimos sobre nuestra experiencia de fe y hablamos de la Iglesia. Siempre estaré agradecido con su amistad y generosidad. Lo voy a extrañar.

La mentira trasciende al mentiroso

Rubén Aguilar Valenzuela 
A propósito del efecto del discurso de Donald Trump sobre amplios sectores de la sociedad estadunidense, el historiador Timothy Snyder (Ohio, 1969) reflexiona sobre cómo la mentira se difunde, consolida y permanece una vez que se ha ido el mentiroso.

En el ensayo "La mentira no desaparece con el mentiroso. Eso es lo malo de Trump", publicado originalmente en The New York Times, y traducido por El País (Ideas, 16.01.21), ofrece un agudo análisis referido a Estados Unidos, pero que vale para otras realidades.

El profesor de la Universidad de Yale señala cómo Trump pasó toda la campaña "asegurando que las elecciones iban a estar amañadas y que no pensaba aceptar el resultado si no le era favorable".

Y al final de la jornada electoral "proclamó, sin razón, que había ganado, y después se dedicó a endurecer su retórica: poco a poco, el resultado pasó a ser una victoria de dimensiones históricas y las diversas conspiraciones que, según él, se la querían arrebatar se volvieron más elaboradas e inverosímiles".

"La gente le creyó, lo que no resulta sorprendente", afirma el historiador, y añade que "es necesario un esfuerzo tremendo para educar a los ciudadanos y lograr que resistan la poderosa atracción de creer en lo que ya creen, o en lo que cree la gente de su entorno, o en lo que da sentido a sus decisiones anteriores".

Para él, "los congresistas y senadores que respaldaron las mentiras del presidente a pesar de las pruebas inequívocas en su contra traicionaron su misión constitucional. Al actuar basándose en sus mentiras, hicieron que estas cobraran cuerpo y que Trump pudiera exigirles la sumisión a sus deseos".

El especialista en historia contemporánea de Europa plantea que "la posverdad es prefascismo; y Trump ha sido el presidente de la posverdad. Cuando renunciamos a la verdad, cedemos el poder a quienes tienen la riqueza y el carisma necesarios para crear en su lugar un espectáculo". Y la posverdad termina por desgastar el Estado de derecho y promueve un régimen que se basa en mitos.

Snyder considera que "como los líderes fascistas históricos, Trump se presenta como la única fuente de verdad. Su uso del término fake news (noticias falsas) recuerda al insulto nazi Lügenpresse (prensa mentirosa); igual que los nazis, califica a los periodistas de 'enemigos del pueblo'".
 
Ilustración: Patricio Betteo
 
En noviembre de 2020 Trump, gracias a las posibilidades tecnológicas y a su talento personal, a través de las redes sociales, "contó a millones de mentes solitarias una mentira peligrosamente ambiciosa: que había ganado unas elecciones que, de hecho, había perdido", afirma el académico.

Y agrega "el grado de falsedad era inmenso. No sólo era una afirmación falsa, sino que estaba hecha de mala fe, con fuentes poco fiables. Contradecía las pruebas, pero también la lógica (...) la mentira electoral de Trump flota a la deriva, sin contraste con la realidad. No se basa en hechos, sino en afirmar algo que otro ha afirmado. El sentimiento es que hay algo que está mal porque siento que está mal y sé que otros sienten lo mismo".

Para el catedrático de Yale, "Trump es un político carismático e inspira devoción no sólo entre los votantes, sino entre un asombroso número de legisladores, pero no tiene ninguna visión más importante que él mismo o que lo que sus admiradores proyectan sobre él. En este sentido, su prefascismo nunca ha llegado a ser fascismo, porque su visión nunca ha ido más allá de mirarse en el espejo. Llegó a la mentira más grande de todas no desde una visión del mundo, sino desde la realidad de que podía perder algo material".

Y en consecuencia, la gran mentira de que le robaron la elección conduce a la teoría de la conspiración que "hace que la víctima parezca más fuerte: pinta a Trump resistiendo frente a los demócratas, los republicanos, el Estado profundo, los pedófilos, los satanistas". Los suyos creen en lo que su líder les dice.

El catedrático recuerda que después del asalto del seis de enero al Capitolio, promovido por Trump, el siete de enero recula y se compromete a un traspaso pacífico del poder, aunque no se hizo presente, pero "aun así, siguió repitiendo e incluso intensificando su mentira electoral, que convirtió en una causa sagrada por la que se habían sacrificado algunas personas".

Para los suyos "Trump es el mártir supremo" y eso sirve de "base para que los seguidores del presidente ya predispuestos a creer la gran mentira, en efecto, se la creyeran". La mentira con su propia inercia siguió creciendo y consolidándose. Y si "Trump continúa presente en la vida de Estados Unidos, es indudable que seguirá repitiendo constantemente su gran mentira".

El historiador advierte que los congresistas republicanos al defender la gran mentira del seis de enero "sentaron un precedente: si un candidato republicano a la presidencia resulta derrotado, el Congreso debe designarlo de todas formas".

Y subraya que "el intento de golpe de Trump en 2020-2021, como otros intentos de golpe fallidos, es una advertencia para los partidarios del Estado de derecho y una lección para los detractores. Su prefascismo dejó al descubierto una posibilidad para la política estadounidense".

"Pero también es estructuralmente fascista, con su falsedad extrema, su pensamiento conspiratorio, su inversión de los papeles de los responsables y las víctimas y su conclusión de que el mundo se divide entre ellos y nosotros. Mantenerla viva durante años es fomentar el terrorismo y el asesinato", señala el historiador.

Piensa que en el futuro "Estados Unidos no va a sobrevivir a la gran mentira sólo con apartar al mentiroso del poder. Necesitará una cuidadosa repluralización de los medios y un compromiso con la verdad como bien público. El racismo incorporado a todos los aspectos del intento de golpe es una llamada de atención para que aprendamos de nuestra historia".

Y concluye "no podemos ser una república democrática si decimos mentiras racistas, sean grandes o pequeñas. La democracia no consiste en quitar importancia a los votos ni en hacer caso omiso de ellos, en manipular ni romper un sistema, sino en aceptar que los demás son iguales a nosotros, en escucharlos y contar sus votos".

El análisis de Snyder, a partir de Estados Unidos, ofrece elementos para entender realidades también presentes en otros países donde los gobernantes son la única fuente de verdad, mienten sistemáticamente, se hacen pasar como mártires que se enfrentan a conspiraciones en contra de ellos y aprovechan su carisma personal para el logro de objetivos personales de poder. Es el caso de México.

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