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130 mil muertos

Rubén Aguilar Valenzuela 
Llegar a 60,000 muertos por el Covid-19 sería un escenario catastrófico, afirmó en febrero pasado el subsecretario de salud Hugo López Gatell, esa cifra ya se rebasó y todo indica que al final del año el número de decesos estará entre 100 y 130 mil.

La catástrofe supera todas las expectativas y eso si solo nos atenemos a la información oficial. Para muchos especialistas, alguna vez también lo ha insinuado el subsecretario, para tener los números reales habría que multiplicar por tres. En ese caso estaríamos hablando de 180 mil fallecidos.

El subsecretario no ha vuelto a ofrecer proyecciones, pero sí lo ha hecho, entre otros, el Instituto de Métrica y Evaluaciones de la Salud de la Universidad de Washington que para diciembre en el caso de México estima serán 130 mil los muertos.

La universidad plantea que si hubiera un uso generalizado del tapabocas, que se niega utilizar el presidente López Obrador, los fallecidos podrían reducirse a 121 mil y con el relajamiento de las medidas elevarse hasta 177 mil.

En días pasados el subsecretario reconoció que el rebote del Covid-19 es inevitable y que no deben relajarse las medidas sanitarias que siempre quedan en duda porque entre otras cosas no se contempla el uso del tapabocas.

Es evidente el fracaso del gobierno en el manejo de la pandemia que en un principio la minimizó e incluso hizo recomendaciones que sin lugar a dudas fueron factor de la multiplicación del Covid-19.

El subsecretario no asume a nombre del gobierno y el suyo propio el desastroso manejo de la pandemia que sitúan al país como el tercero con más muertes en el mundo y a cambio, en su constante discurso demagógico, culpa a todo el mundo menos al gobierno que es en realidad el único responsable.

Por las noches, en su tradicional comparecencia de medias verdades, mentiras y pretextos, culpa al pasado de todos los males presentes y por venir, en eso sigue al pié de la letra el discurso del presidente.

La culpable de las muertes no es la errática política de salud del gobierno sino las personas por tener diabetes, hipertensión, obesidad y enfermedades crónicas. Son ellos y no otros los responsables.

Y en su perorata nocturna también a la desigualdad social, a la corrupción, pero también el tabaquismo y a la comida chatarra. Todos menos el gobierno.

En su versión ante el escenario catastrófico y el todavía por venir, producto de la incapacidad  manifiesta del gobierno y la suya propia, la estrategia del gobierno y su implementación ha sido un éxito. ¿Autoengaño? ¿Inconciencia? ¿Cinismo?

Cristo se encarna en Grecia  

Rubén Aguilar Valenzuela   
Cristo de nuevo crucificado (Alianza Editorial, 1984) del poeta y novelista griego Nikos Kazantzakis (Creta, 1883-Alemania, 1957) se publica originalmente en 1948. La historia se desarrolla en Licovrisí, un pequeño pueblo campesino de Grecia, en 1922 todavía bajo el dominio turco.

El pope y los notables eligen a los ciudadanos que en Semana Santa van a representar a los personajes de la Pasión de Cristo conforme a una costumbre del lugar.

En ese mismo tiempo ocurre que los sobrevivientes de otro pueblo, devastados por las fuerzas turcas, huyen y llegan al sitio.

Vienen a la cabeza del pope Fotis. Al llegar dicen que ellos también son griegos y cristianos. En su huida piden ayuda, para rehacer su vida. Han perdido todo.

Grigoris, el párroco de Licovrisí, se niega a recibirlos y levanta al pueblo para que los rechace. Se van entonces a la montaña agreste a comenzar de la nada.

A partir de entonces, la novela seguirá a los elegidos para representar la Pasión. Cada uno vive un proceso de transformación. Asumen en su vida cotidiana al personaje que van a representar.

La novela, entonces, se estructura a partir de dos experiencias paralelas: La historia de lo que ocurre en el pueblo rico que lidera Grigoris y en el pueblo pobre que encabeza Fotis.

En el marco del mensaje evangélico quien tiene a su cargo la representación de Cristo y los que actúan como los apóstoles, que son sus seguidores y amigos, entran en conflicto con su comunidad.

Ante la negativa de los pobladores de Licovrisí, para ayudar a los recién llegados, los personajes de la Pasión asumen su causa y se solidarizan con ellos.

Con su actitud cuestionan el formalismo religioso, que es incapaz de la misericordia y el apoyo al que lo necesita. Su planteamiento cuestiona el orden establecido.

El pope Grigoris, el sacerdote de la comunidad, el representante de Dios, pide que se mate al pastor de ovejas Manolios, que hace el papel de Cristo y se solidariza con los más pobres.

Manolios es conducido ante la autoridad, el agá turco de la localidad. Él, como Poncio Pilatos, se lava las manos y lo entrega al sacerdote y a su pueblo, que reclaman su sangre por subvertir las costumbres y las reglas del juego.

La muchedumbre, dirigida por Grigoris, dentro de la iglesia del pueblo lo matan con particularidad crueldad. El pope dice: "¡Que su sangre caiga sobre todas nuestras cabezas!"

El texto se publica tres años después del fin de la Segunda Guerra Mundial. El autor en la novela plantea la existencia de dos cristianismos; uno que defiende el status quo y otro que se propone cambiarlo.  
Uno y otro cristianismo son irreconciliables; se opta por uno o por el otro. No hay espacios intermedios. La historia y el lenguaje es directo, crudo y dramático.

Cristo de nuevo crucificado
Nikos Kazantzakis
Alianza Editorial
Madrid, 1984
pp. 447

Versión original. Traducción del griego al español de José Luis de Izquierdo Hernández. De 1954 es la primera edición en castellano de la editorial argentina Carlos Lohlé.   
 

El presidente y su control de daños

Rubén Aguilar Valenzuela 
En la guerra de los videos, desatada por el presidente, el control de daños de quienes se sintieron afectados por el video que presentó en su comparecencia mañanera del 18 de agosto fue responder, al día siguiente, con otros videos.

Aparece Pío López Obrador, hermano del presidente, que en dos ocasiones recibe dinero de David León, un asesor del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco. Los hechos ocurren en 2015 y quien entrega los recursos pide que se entere el ahora presidente.

La evidencia es contundente y no hay manera de negarla. El presidente ante los hechos de inmediato construye una narrativa explicativa, para controlar el daño que afecta a su gobierno y a él en lo particular.

Le pega en el eje central de su propuesta de gobierno y en el discurso que ha sostenido por casi 20 años; la lucha contra la corrupción sobre la base de que él y los suyos no son corruptos. El video muestra lo contrario.

De cara a la sociedad, pero sobre todo a los suyos, en la mañanera del día siguiente afirma que el dinero que se entrega a su hermano es producto de la "recolección" realizada por León de donativos del pueblo. El argumento no se sostiene.

Pero a partir de ahí empieza a construir el discurso que ponen al pueblo en el centro de la narrativa. Es el pueblo bueno que con sus sacrificios, quitándose el pan de la boca, realiza aportaciones, para apoyarlo a él y a su partido.

En versión del presidente esos "donativos" del pueblo se utilizaron, para la buena causa de la compra de gasolina y el apoyo al movimiento; para la realización de asambleas y la renta del sonido.   
La gente cooperaba, ayudaba y aportaba recursos "incluso los más humildes", para ese tipo de actividades partidarias. Y añade que "nosotros hemos venido luchando durante muchos años y nos ha financiado el pueblo".

Se compara con Francisco I Madero y dice que la Revolución Mexicana se hizo con el apoyo del pueblo y que su movimiento también se ha sostenido con el apoyo del pueblo.

Quien se atreva a criticar la entrega de recursos ilegales como los que se ven en el video se convierte en un agresor del pueblo bueno y sacrificado. Y por eso mismo en su enemigo.

El presidente en la narrativa épica que pretende construir como parte del control de daños intenta llevar el asunto al espacio de su zona de confort; el discurso entre buenos y malos.

Si se acepta que el hermano del presidente recibe una "donación", para el caso del gobernador Velasco de Chiapas, se convierte en un acto ilegal. Para el 2015 Morena ya era un partido político registrado y recibía recursos públicos.

La ley señala que cualquier dinero que se entrega a un partido político debe ser declarado a las autoridades electorales y si no se hace, no importa el monto y el origen, constituye un delito electoral.

Habrá que ver si la narrativa del discurso de control de daños, con base al pueblo sacrificado que dona sus propios recursos para financiar a Morena, tiene el impacto esperado por el presidente.

Por lo pronto las encuestas señalan que el video si ha tenido un costo para la imagen del presidente que ve caer de manera marginal sus positivos.

Ya el PAN y el PRD han presentado ante las autoridades electorales una denuncia para que sea investigada esa y otras "donaciones" no declaradas por Morena. En la ética del presidente el fin justifica los medios.

La huida de Irán

Rubén Aguilar Valenzuela  
Septiembre Shiraz (Estados Unidos, 2015) se basa en una historia real que ocurre en Irán en los años setenta del siglo pasado. El director es Wayne Blair y el guion de Hanna Weg a partir del libro The Septembers of Shiraz (2007) de Dalia Sofer.

Se cuenta la vida de una próspera familia judía que se ve obligada a dejar el Irán del sha a la llegada del nuevo régimen religioso que encabeza el ayatola Jomeini.

En 1979, a los meses del triunfo de la Revolución iraní que derroca y expulsa al sha, el rico joyero judío iraní Isaac Amin (Adrien Brody) es arrestado, sin causa alguna, en su oficina en Teherán por Guardias de la Revolución que lo llevan a prisión.

Ya en la cárcel se encuentra con otros prisioneros acusados de diversos tipos de delitos, que son torturados, procesados y ejecutados.

Amin en prisión es interrogado y torturado por Mohsen (Alon Aboutboul). Su "culpa" es ser rico vendiendo gemas preciosas a la burguesía iraní. La Revolución va a terminar con esa lacra.

Para doblarlo le hacen un simulacro de pelotón de fusilamiento y le disparan. Amin le dice a su torturador que está dispuesto a negociar.

Mohsen le ofrece la libertad a cambio de que le entregue toda su fortuna. Lo saca de la prisión y lo lleva al banco donde tiene su dinero.

El torturador, después de recibirlo, cumple con su palabra y lo deja libre en la calle al salir del banco. Al amparo de la Revolución se ha enriquecido.

Amin va a su oficina, para recuperar unos diamantes que tiene escondidos. Ahí encuentra a Morteza (Navid Navid), quien fuera su empleado y es hijo de Habibeh (Shohreh Aghdashloo), su ama de llaves.

Él se ha robado las gemas y el equipo que estaba en la oficina. Amenaza a Amin de entregar a las autoridades una carta donde la emperatriz Farah alaba su trabajo.

Éste dice a Morteza que ahora colabora con la Revolución y tiene contactos que lo pueden llevar a la cárcel. Él, finalmente, entrega la carta Moshen que la destruye.

Amin da los diamantes, para conseguir que a él y su esposa Farnaz (Salma Hayek), junto con su hija, salgan de manera clandestina del país.
 
En la última noche cenan juntos con Habibeh. Hablan sobre las diferencias sociales, que se deben de terminar. Le entregan como un regalo el título de propiedad de la casa.
 
En su huida logran llegar a la frontera de Turquía, para iniciar una nueva vida.
 
Septiembre Shiraz
Título original: Septembers of Shiraz
Producción: Estados Unidos, 2015

Dirección: Wayne Blair
Guion: Hanna Weg a partir de una novela de Dalia Sofer
Fotografía: Warwick Thornton
Música: Mark Isham
Actuación: Adrien Brody, Salma Hayek, Shohreh Aghdashloo, Gabriella Wright, Bashar Rahal, Alon Aboutboul, Nasser Memarzia, Anthony Azizi, Asli Bayram, Maggie Parto, Christina Mani, Ben Youcef ...

 

Militarización de la administración pública

Rubén Aguilar Valenzuela
En todos los países de Centroamérica y Sudamérica donde el Ejército está metido en los negocios o interviene en áreas económicas que le asigna el gobierno los niveles de corrupción son muy altos.

Esto implica también la militarización de determinadas actividades económicas y gubernamentales y supone un paso atrás al proceso de dejar en manos de los civiles todas las tareas del gobierno.

La administración del presidente López Obrador ha dado al Ejército el mayor número de atribuciones desde que los militares dejaron de participar en el poder político. El último presidente general fue Manuel Ávila Camacho (1940-1946).

Con la decisión del presidente se pone un alto al proceso civilista en la administración pública que inicia en 1947, para regresar a tiempo donde el Ejército jugaba un rol decisivo en las actividades civiles.

Se aleja también la posibilidad de que la Secretaría de la Defensa quede en manos de un civil como sucede en muy buena parte de las democracias del mundo. Un tema que se venía discutiendo en gobiernos anteriores.

Es siempre un riesgo para la democracia que los militares asuman tareas que corresponden a los civiles. Se quiera o no se da lugar a un proceso de militarización de la vida pública.

El Ejército en razón de las tareas de seguridad que le son propias goza de cierta autonomía y también no está sujeto al escrutinio público como sí todas las demás dependencias del gobierno.

Y en sus tareas como empresario o gestor de actividades económicas del gobierno puede reclamar razones de seguridad nacional y no informar de sus actividades como ya lo hizo en el caso del Aeropuerto de Santa Lucía.

La militarización de la administración pública lleva consigo, le es inherente, la opacidad y la falta de transparencia y rendición de cuentas.

A la vista no hay buenas razones, para dar marcha atrás al proceso civilista de la gestión gubernamental y de las declaraciones del presidente se deriva piensa que los integrantes del Ejército son incorruptibles.

No es así. Los soldados son seres humanos como cualquier otro servidor público y al igual que ellos pueden también corromperse. Y todavía más si se les pone en funciones donde existe un amplio espacio para que eso ocurra.

Una de las grandes razones por las que en las sociedades democráticas se ha retirado al Ejército de cualquier actividad de la administración es para profundizar en una cada vez mayor democracia.

Y también para evitar que el Ejército y sus mandos estén en situaciones que lo acerquen a la posibilidad de la corrupción. Nada puede perjudicar más a la democracia que el Ejército esté en manos de corruptos. Por eso hay que alejarlos de esa tentación.

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