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Las nuevas “vivas”

Héctor A. Gil Müller

Cada país tiene lo suyo, lo muy suyo y lo común. Algo muy nuestro es el grito, que acompaña al ser humano en la alerta y también en la confianza, cuando llega la vida y cuando llega la muerte. México recuerda la independencia a partir del grito, el grito que convocó, emocionó y orientó hace ya más de dos siglos.

Este 15 de septiembre se realizó la ceremonia del grito de independencia a 210 años del original, cúspide de las fiestas patrias de México, este año con algunas diferencias. Se dio un toque de queda para iniciar un minuto de silencio en honor a las más de setenta y un mil víctimas del COVID19. Este año también se lanzaron tres nuevas vivas. Ya ha sido una costumbre incluir algunos nuevos gritos entre el protocolo durante cada año, esta práctica indica como una ceremonia solemne da paso también al cambio, se adapta y con esos simples espacios permite conectar y personalizar cada ceremonia.

Las tres nuevas vivas que se gritaron a la par de los héroes que nos dieron libertad, son: ¡Viva la grandeza cultural de México!, ¡Viva el amor al prójimo! Y ¡Viva la esperanza en el porvenir!

Ignorante como soy, pero metiche como me he hecho, pienso en esas tres. México es rico y grande en sus expresiones culturales, su música ha inundado al mundo, porque no hay fronteras aun al sonido, canciones, sones, danzones y muchas otras formas han seducido al oído. José Pablo Moncayo compuso entre esas obras su Huapango, una colección de sones veracruzanos que se entrelazan, como el dialogo bastante florido de dos alvadureños que se expresa en las trompetas que se cuentan durante la pieza sinfónica. O la investigación y aplicación de Julián Carrillo que encontró el sonido 13 pues no se conformó con las 12 notas existentes de nuestra escala. Pero la cultura no es solo la música, también hay cultura en la gastronomía una cocina que incluso es de las pocas en usar lo quemado, lo tatemado le decimos, cocina brava, combinada, grande.

Pero todas esas muestras de cultura, enraizada y quizá soberbia, reservada a algunos, también incluye el día a día, nuestra cotidianidad, la cultura es el resultado de la interacción humana, son los arrullos que aun damos, los taquitos que aun preparamos, las frases que continuamos, los apodos con que insultamos, los rezos que elevamos y los modos con que actuamos. Somos lo que hacemos y también lo que no alcanzamos a hacer. Un crisol, como dijo Vasconcelos de muchas razas fundidas y creadoras de lo único capaz de albergar el mexicanario, la raza cósmica.

¿En nuestra cultura estará el amor al prójimo? Veo que sí, y no como lo expresaba la Adelita, que no solo le tuvo amor al prójimo, sino que se escapó con él, llevándose de sombra al enamorado que la seguiría por tierra y por mar, si por mar en un buque de guerra, si por tierra en un tren militar… pero a ese amor no me refiero, me refiero al cuidado del otro, a su alegría por su sola existencia.

La esperanza también está en nuestra cultura, cada mundial estamos esperanzados en ganar la copa del mundo, no importa el nivel que pueda traer la selección de futbol. Cada inicio cada arranca tiene la mayor y total esperanza en que se va a realizar, aunque no sepamos cómo, eso es lo de menos.

Aplaudo el grito, que más que gritarlo debemos escucharlo, para entender que muchas cosas dependen de nuestros modos, de nuestra cultura y del porvenir. Viva México.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

Los porqué…

Héctor A. Gil Müller

La vida se construye, no podemos decir que la vida es solo la conclusión del tiempo, requiere siempre cierta intencionalidad. Por ello afirman que la vida exige un propósito, tener una respuesta a un porqué. Si así es en la mayor aventura del ser, su propia vida, en el resto de las cosas, hasta las menos importantes están arraigadas con un propósito, surgen con la intencionalidad de un propósito, quizá con mayor o menor intencionalidad, pero siempre hay un porqué.  

Si lo importante es el porqué de las cosas, e incluso esas preguntas toman mayor importancia que los cómo y los qué, cualquier opinión emitida debe empezar con la búsqueda constante de esos porqué, no tenemos el panorama completo si no entendemos esa oculta intención. El porqué responde a la intención y determina el potencial que una acción puede alcanzar, sin duda inspira e impacta y nos da combustible para cuando las cosas se ponen difíciles. La importancia de encontrar y recordarnos el por qué nos da tolerancia y emoción por su realización. Vemos de la vida acciones aisladas, hemos sentido los estragos de la fragmentación, el propio aislamiento nos hace desvincular los elementos, porque cuando se tiene exceso de información se sacrifica la atención, aprender a descubrir los porqué se vuelve ciencia vital.

En la política las acciones llevan siempre un porqué, una motivación que a veces puede ser oculta o disfrazada. Aunque hasta ahora del Presidente López Obrador la gente no pudiera estar de acuerdo en lo que hace, si están aceptando e incluso aplaudiendo el porqué lo hace. En eso convengo con cualquiera, que la corrupción es un lastre doloroso y evidente. El discurso es valioso, nadie quiere perderse en la corrupción y aunque todos queremos vivir en el paraíso de la legalidad parece que nadie tiene prisa por llegar a él.

En estos días se dibuja la versión definitiva del presupuesto de México tanto de ingresos como de egresos para el año 2021, y en él surgirán los porqué de muchas cosas. El gran aparato económico del Estado ha de movilizarse, sobre todo en un año que se antoja a todas luces difícil, en que la crisis sanitaria ha de dejar muchas inversiones pendientes y también los latigazos económicos dolerán. En el paquete económico se incluye la apertura de más de 29 mil nuevas plazas en el gobierno federal, en su mayoría en tres sectores, el IMSS, la Secretaría de Defensa y Marina. ¿cuál es el porqué de esos aumentos?, me parece que COVID19 ha mostrado una profunda desigualdad y serias carencias en el sector público de la salud, pero ¿la estrategia para lo económico se impulsará desde lo militar? en otras dependencias se recortarán 1,500 plazas.

Se sigue confiando en la economía popular, sea lo que esto signifique, y tiene lógica ante las profundas heridas causadas y que no han cerrado durante años, pero una buena empresa no solo es inteligente en sus decisiones sino también saludable en sus motivaciones y un país no es la excepción, sin corregir las dolencias actuaremos en consecuencia y con el dolor, que no es quebrantamiento, surge la venganza, como aquel que tras recibir el dardo envenenado en lugar de retirarlo y salvarse comienza a buscar quien se lo lanzó.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

Soltar el lastre

Héctor A. Gil Müller

A la América se le ha dicho dormida, y se asocia el sueño con la noche, pero la noche debe ser una tregua para el cuerpo y también para el alma, porque el cansancio no solo se siente, también se vive y cala tanto en los huesos como en los sueños. Y si está dormida ¿cuándo despertará?, seguimos en la pobreza y desigualdad, la violencia corroe todos los rincones, la corrupción sigue siendo una constante y la opinión una inconstante. No decide y cuando lo hace parece contrariarse, cuando triunfó la economía abierta optamos por la cerrada, ante la economía del conocimiento decidimos por la manufacturera.

Cuando se enfrentan a una tormenta en alta mar, los barcos pesqueros soltaban el lastre para aligerar la carga. Soltándolo no hacían que pasara la tormenta, o que los tablones se endurecieran, solamente eran más ligeros y podían soportar los embates del oleaje. Soltar las cargas te permite avanzar más rápido.

Como país, y en general como región latinoamericana, nos seguimos doliendo de pesados lastres, que quedaron en nuestra conquista, en nuestra historia. Cada día avanzamos cargando ese pesado lastre. La historia pesa, sobre todo cuando es llena de derrotas. ¿Cuándo soltaremos el lastre? Parece gritar un joven marinero, mientras el osado capitán grita; cuando sepamos que la vida vale más que el lastre.

El futuro de América, la bendita América sigue encadenado a su pasado, sus heridas siguen sangrando porque las seguimos cargando. Debajo de nuestras heridas corre sangre y que bueno, algún día dejarán de doler y ese día será porque no hay sangre que nos importe proteger. Mientras nos siga calando la injusticia, la inequidad y la debilidad, que parece que solo se atiende con los discursos que a muchos separan, para reunir a muy pocos.

Dejemos el dolor para los mejores tiempos, corrijamos el rumbo, en México seguimos defendiendo lo que no funcionó, para traicionar la velocidad sin el lastre. Aligeremos la carga que viajar ligero es una filosofía. Según la ONG Seguridad, Justicia y Paz; América Latina tiene 42 de las 50 ciudades más violentas del mundo, ¿sangrará tanto la herida que se acabará?, solo México no avanza en contra de la violencia, y desde siempre nos ha dolido, porque crecer es todo un reto, ya no pidamos entonces soñar.

La generación actual, los que vivimos, hemos dejado de ser un escuadrón de avanzada para ser ahora un escuadrón de resistencia. Incluso cambiamos ideas por recuerdos y nos bastaría regresar a como antes estábamos, cuando la calle era un bien público que podíamos caminar. En la historia ninguna batalla concluye con la resistencia, se habla de las conquistas o las derrotas, pero resistir no es más que mover el tiempo de una batalla.

Se nos carga el futuro mientras el pasado cala. Pero entonces ¿Dónde está la renovación?, Desesperados queremos olvidar la técnica, que no ha sabido venderse y con eso también su craso error, porque el éxito es talento, encanto y perseverancia, el populismo está surgiendo no por lógica, sino porque los vacíos tienden a llenarse, pero tampoco está renovando, solo está volviendo en discurso el horror diario. Y le basta que usted y que yo afirmemos; sí, es cierto.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

Aconsejar

Héctor A. Gil Müller

Uno no debería andar aconsejando con evidente ligereza. Porque el que aconseja es siempre juzgado sobre aquel consejo que da. La línea entre la soberbia y la jactancia es muy delgada y se mueve con facilidad. Lo que antes era humilde hoy es lujoso, es más lo que antes era nunca hoy son “depende”.

Menos debería aconsejar uno que es nadie, si bien con el tiempo y las canas se gana el respeto y entonces ya pudiera yo aspirar a ser un don nadie, y ahora sí, por el tiempo vivido puedo hablar de cómo el barco se salvó. Sin embargo, y gracias a los consejos es que podemos meternos en lo que no nos llaman, a cada uno se nos ha sido conferido diversas medidas de observación, análisis o capacidad de juicio y es en ellas en las que descansa nuestra capacidad.

3 consejos debo redactar, y los escribo porque me los he dicho, varias veces he podido presidir algo, sobre todo cuando estoy solo, y aunque para tal eminencia de posición, la de presidir no la de estar solo, se requieren competencias claramente especificadas pues implica tomar decisiones que nadie en su sano juicio haría, y ya declaré al iniciar el texto que yo voy, a duras penas, siendo nadie. Me doy facultades y permisos para hacerlo.

El presidente de México ha rendido su informe de resultados, llamado segundo informe de gobierno pero que sería el cuarto, porque el primero que dio se consideró el tercero, del mandato constitucional legal que emprendió después de haberse proclamado legítimo presidente antes del legal que ahora es. Al menos ya logramos ponernos de acuerdo entre el mandato legal, la política y los números ordinales.

Primero de los consejos; hacer equipo, y esto no implica llenar los vacíos, el ser humano es tanto que no puede solo llenar un vacío, construir un gabinete por la sola exigencia legal que se tiene de tenerlo es errado. Un equipo construye, impulsa y trasciende, sin equipo el líder es un loco soñador.

Segundo de los consejos; es importante el porqué y el qué también, pero sin el cómo, se convierte en una excusa reiterada. Cuando un texto se saca de contexto solo sirve de pretexto, y así ocurre cuando evidenciamos la dolencia, pero no sabemos cómo quitarla y no queremos que nadie nos diga cómo hacerlo.

Tercero de los consejos de mi perorata; la cultura impone, las conversaciones generan las organizaciones y son las interacciones las que van sumando, debemos entender que un complejo tejido nacional, donde ya nos jactamos que han muerto más por COVID19 que por el crimen organizado, impone. Quizá por nuestra naturaleza y formación como expertos directores técnicos de futbol y nuestra capacidad de alinear los equipos que están jugando en la tele, por eso no sabemos aún si vamos ganando o perdiendo ante la pandemia.  Requerimos una transformación, no sabemos aún de qué, pero tan la necesitamos que debe ser por cuarta vez, porque las últimas tres transformadas no nos han salido muy bien.

Al final vemos que no es que los anteriores presidentes, contra lo cuales se juzga al actual presidente, lo han hecho mejor, en sus errores están nuestras dolencias y en su realidad dibujada nuestra propia ignorancia. Quizá el que no tengamos un presidente, en la historia reciente, que nos enorgullezca, no es culpa del presidente.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

La justicia que trae paz

Héctor A. Gil Müller

En la Biblia se describe una concepción interesante de la justicia, entendida como una profunda acción, que se mantiene transversalmente en todas las acciones de un estado y de su población. El profeta Isaías escribió: “Y el efecto de la justicia será paz; y la labora de la justicia, reposo y seguridad para siempre”. 

No existe mayor dolencia que la impotencia resultante de una injusticia. La justicia permite evitar el conflicto y reitera que el gobierno de las acciones debe ser aceptando y respetando la existencia del otro. Nos duele una guerra, en toda américa que vuelve inhabitable nuestras propias tierras.

La justicia no puede ser un solo objetivo alcanzable, eso sería una sentencia o una decisión solamente, la justicia debe ser un perpetuo y constante hacer que se vea en todas las acciones que un gobierno, pero también en su población. Así entendida la justicia plena sería inalcanzable, pues siempre habrá, como comportamientos existen, la oportunidad de actuar justamente. En la historia podemos observar algunos avances en materia de justicia, el acceso a la vida, pero hoy surge la nueva necesidad del acceso a las nuevas tecnologías, siempre habrá un nuevo escenario que exija justicia. 

La justicia es rectitud, pero esta solo puede entenderse como una constante, y no solo de una persona, sino de toda una colectividad. Así como la confianza es un ambiente y no una acción, lo es la justicia. Esto debería entenderse en toda escuela política, para que en campaña no se pretenda construir la confianza con acciones solitarias que solamente seducen, pero no perduran. 

Si percibimos la justicia como una acción aislada, como en algún caso famoso, sería fácil confundirla con venganza, obnubila los sentidos y prohíbe cualquier intento genuino porque esa acción atinada, ejercer justamente una atribución, se convierta en un solitario esfuerzo que se oculte tras cifras negativas. Toda América sufre de una justicia que se observa aisladamente, que no permea a todas las acciones. 

La justicia que un niño aprenda y reciba las herramientas necesarias para poder insertarse en una sociedad exigente, la justicia de un trabajador que pueda vivir como resultado de su esfuerzo, la justicia de una mujer que es violentada por quienes deben proveer confianza, la justicia de un anciano que ve que la vida se va en un triste silencio. La justicia de ellos no es una sola sentencia, incluso no un precepto legal es una estrategia que permee a todas las acciones de un estado. 

Ulpiano definió la justicia como la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho, y ese mandato implicaba: honeste vivere, alterum non laedere et suum quique tribuere, (vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo que le corresponde)

Que tan “fregados” estamos que en algún punto se expropió la justicia por un poder judicial, se concibe la justicia como solución a un pleito. Según el sitio Forebears, en el mundo 51,468 personas llevan el apellido Justo, convirtiéndolo en el lugar 10,963 de apellidos comunes en el mundo, no es suficiente, se requiere un ejército mayor de justos que tomen de decisiones justas. 

Que despierte la justicia gritaba el cantor, que nos convenza para vivir justamente agregaría yo, el tiempo pasa y la justicia no regresa el tiempo. 

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes. 

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