Back to Top

contacto@nuestrarevista.com.mx

headerfacebook headertwitter
 

El mundo está loco, loco.

Héctor A. Gil Müller

Según el American Film Institute, una de las mejores comedias estadounidenses y catalogada así en todas sus listas, es el filme de 1963 “El mundo está loco, loco, loco, loco”. Dirigida por Stanley Kramer y con un reparto estelar de los cómicos de aquel tiempo en los Estados Unidos. La cinta relata como 8 automovilistas, todos diferentes, coinciden en una autopista en el desierto americano. Rebasados por un vehículo a gran velocidad que derraparía para quedar destruido junto al camino. Ante estos 8 coincidentes testigos revela su moribundo conductor, que como gran ladrón ha escondido un cuantioso botín. Ahí empieza una alocada carrera de los conductores motivados solamente por la ambición de ser los primeros en encontrar el jugoso e ilegal manjar.

En la carrera las diversas situaciones exhiben el gran drama cómico y terminan por enfrentarse entre todos a la velocidad que la misma vida los lleva. Los escenarios actuales parecen mostrar que el mundo está loco, loco. Quien iba a pensar que en octubre del 2016 el Papa Francisco asistiría como testigo en Suecia a la apertura del año luterano celebrando los 500 años de la reforma protestante y reivindicando a quien la Iglesia Católica había nombrado como “el peor de los herejes”. Inácio Lula recupera su libertad tras años de reclusión por corrupción y gana en las elecciones del Brasil. Donald Trump quien tomó el capitolio al final de su gobierno, anuncia su intención de reelegirse por la presidencia y recuperar la grandeza de américa. En Argentina se encarcela a Cristina Fernández y se le inhabilita para ocupar cargos públicos al mismo tiempo que la bolsa de valores de aquel país da un vuelco positivo en medio de una de sus peores crisis económicas.

En Perú, el Congreso ha destituido al ahora expresidente Pedro Castillo, quien desde su triunfo en julio de 2021 ha enfrentado en tres ocasiones la destitución acusado de corrupción durante su gobierno. Como resultado de la presión política el mandatario, formado como maestro rural en las regiones más complicadas del Perú, lanzó un video a la nación anunciando que suprimía el congreso y reacomodaba el poder judicial insistiendo que ahora el combate contra la delincuencia se lograría mediante la emisión de decretos ley. El propio congreso desestimó el anuncio y lo destituyó. Pedro Castillo era detenido por la policía con apoyo de su propia escolta. Mientras tanto en México se anunciaba que, aunque la política mexicana se rige por la libre autodeterminación de los pueblos, se ofrecía todo el apoyo al expresidente Castillo en tierra mexicana. A la crisis de Castillo se le catalogó como un “golpe blando”, como si el golpe fuese menos según la condición de quien golpea.

El mundo está loco. Se gobierna como al violín, tomando el poder con la izquierda, pero ejecutando con la derecha. La violencia continua y la estrategia parece correr en otro sentido. Todos apoyan el populismo siempre y cuando signifique mayores apoyos económicos individuales y solitarios. La corrupción se combate con la discrecionalidad de confiar en la palabra y no en la razón. Tras 4 años de combate simulado, no hay un solo caso en firme contra este lacerante lastre. Hoy se habla de derechos y nadie habla de obligaciones. El mundo está loco.

El secuestro y la esperanza

Héctor A. Gil Müller

En 1998 una fría mañana de marzo una pequeñita de tan solo diez años fue secuestrada en uno de los distritos de Viena, la historia pudiera ser contada con miles de voces de hombres, mujeres, niños y niñas que sufren la privación de su propia libertad.  El secuestro ha sido narrado por quienes lo han sufrido como “el infierno inmediato”. Pero la historia Natascha Kampusch fue especialmente relevante pues su cautiverio se extendió durante 8 años. 3,096 días estuvo condenada, sin ningún tipo de juicio, más que en la mente retorcida de un hombre austriaco, a una celda que no alcanzaba los 5 metros cuadrados de dimensión.

Su infancia transcurrió entre la oscuridad escasamente conquistada por alguna luz artificial que la animaba a imaginar con las sombras que se proyectaban en una fría puerta de acero que separaba su habitación de las escaleras de un sótano en medio de la cotidianidad de una ciudad. Los transeúntes pasaban y entre risas o los apuros nunca imaginaban que unos metros más allá una vida había sido privada de todo. Hoy Natascha es una prolífica presentadora de televisión en su natal Austria y sus libros han conquistado la oscuridad que se cierne sobre quienes abandonan la esperanza. Quienes también se encuentran secuestrados, quizá no por manos humanas sino por otras barreras igual de lacerantes.

La esperanza se ha convertido en la historia de la humanidad en la luz que apasiona los pasos. Es aquel destino que parece exigir que, aunque falta poco es siempre lo suficiente. La esperanza motiva la defensa, pero también anima el ataque, pues la esperanza es esquiva, se adapta a nuestros propios deseos. Resulta particularmente interesante cuando la esperanza se anida en un pensamiento colectivo. Se anima a competir, a luchar y a avanzar. México se esperanza en un mundial futbolístico, como cada país que participa también.

En temas relevantes la esperanza de ganar una guerra contra la violencia sigue. Lamentablemente la estrategia no es clara, o peor aún no existe. La esperanza sin acción es sueño. La militarización continúa su paso en todas las instancias, recientemente la Suprema Corte de Justicia avaló la presencia militar en las calles en México hasta 2028 como había aprobado previamente el Congreso de la Unión. Las protestas de quienes han sufrido la violencia y los excesos de poder se manifestaban ante el tribunal, los bloques feministas que no han sido oídas al denunciar los abusos cometidos contra mujeres por elementos del ejército gritaban: “el mando militar también es patriarcal”. Las promesas también secuestran pues enturbian la claridad de la visión que otrora pudiera moverse a la acción. El deseo de ser hallado también es el deseo de ser mostrado.

La esperanza de un cambio puede esfumarse con el propio tiempo. Regresando a la historia inicial, cuando huyó Natasha de su captor y fue llevada a la policía, ella solo exclamó; “Soy Natascha Kampusch nacida el 17 de febrero de 1988”, no olvidó el pasado. No olvidemos nosotros también al pasado; de lo que huimos, pero también lo que perdimos. Porque ahí también, en el pasado, se guarda la esperanza. 

La lucha contra la violencia

Héctor A. Gil Müller

El día 25 de noviembre se ha identificado como el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Esta fecha exige políticas públicas claras que tiendan a eliminar cualquier forma de violencia en el mundo. Desde 1981 la fecha se ha convertido en una conmemoración de la muerte en 1960 de las tres hermanas Mirabal; Patria, Minerva y María Teresa. Mujeres valientes que se opusieron a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana y asesinadas por tal motivo. 

“La mujer ha dejado de ser musa que inspiraba para ser creadora que opera y construye”. Fui testigo de esas poderosas palabras pronunciadas por la Mtra. Berenice de la Peña, en el concierto inaugural de DARA una orquesta de cámara femenina integrada por alumnas de la Escuela Superior de Música de la Universidad Autónoma de Coahuila, en mi natal Saltillo. Ellas, entre las notas que emitían sumaban el canto de todas las voces que, desde la tinta, la voz, el trabajo, las artes, la ciencia y la sabiduría parecen entonar una inmortal canción de queja, de lucha y de victoria.

En el mundo una de cada 3 mujeres se ve afectada por algún tipo de violencia de género y cada 11 minutos una mujer o una niña muere asesinada por un familiar. Ese es el tamaño y la urgencia de la lucha. Los espacios de reflexión que se abren permiten seguir nombrando lo que antes era tabú, lo que la costumbre se encarga de justificar. 

En 2006 Tarana Burke fundó el movimiento #MeToo que abrió una ventana a la denuncia y empoderó a miles de mujeres que sufrían en silencio la vergüenza y miedo de la violencia. En México muchos frentes se han formado como movimientos de apoyo, pero aun no son suficientes, las marchas, protestas y gritos no han sido suficientes para frenar la burla, el escarnio, la duda y el dolor de quienes ven desde una trinchera acobardada el dolor de otros. En mi México, diversos cómicos han mantenido un discurso que pretende cosechar risas de las siembras de odio, Chistes del mal llamado humor negro parecen alentar a muchos buscando entronarse en un sitial de rebeldía, como si rebelarse a la situación sea eso, idealizar. Ellos piensan que la comedia es burlarse de la violencia, pero no es verdad. La comedia no puede cambiar la percepción de algo que es valioso. La violencia no se combate solamente iluminando los espacios oscuros, espacios lúgubres que guarecen al delincuente entre sus sombras, la violencia no se combate solamente con las sanciones, sino cambiando nuestra cotidianidad, nuestros modos más continuos que nos hacen negar el dolor, acostumbrarnos a la situación o incluso callar. Lo que no se nombra no puede combatirse y el dolor de quienes son víctimas de la violencia, en todos sus aspectos debe erradicarse. 

Debemos continuar construyendo un mundo más justo, sincero y sin violencia. Una sociedad que esté intranquila y ansiosa ante el dolor de otros. Que no calle las conciencias pensando que la rebelión es insulto, una sociedad en la que la dignidad no sea una conquista sino un derecho. 

 

El secuestro y la esperanza

Héctor A. Gil Müller

En 1998 una fría mañana de marzo una pequeñita de tan solo diez años fue secuestrada en uno de los distritos de Viena, la historia pudiera ser contada con miles de voces de hombres, mujeres, niños y niñas que sufren la privación de su propia libertad.  El secuestro ha sido narrado por quienes lo han sufrido como “el infierno inmediato”. Pero la historia Natascha Kampusch fue especialmente relevante pues su cautiverio se extendió durante 8 años. 3,096 días estuvo condenada, sin ningún tipo de juicio, más que en la mente retorcida de un hombre austriaco, a una celda que no alcanzaba los 5 metros cuadrados de dimensión.

Su infancia transcurrió entre la oscuridad escasamente conquistada por alguna luz artificial que la animaba a imaginar con las sombras que se proyectaban en una fría puerta de acero que separaba su habitación de las escaleras de un sótano en medio de la cotidianidad de una ciudad. Los transeúntes pasaban y entre risas o los apuros nunca imaginaban que unos metros más allá una vida había sido privada de todo. Hoy Natascha es una prolífica presentadora de televisión en su natal Austria y sus libros han conquistado la oscuridad que se cierne sobre quienes abandonan la esperanza. Quienes también se encuentran secuestrados, quizá no por manos humanas sino por otras barreras igual de lacerantes.

La esperanza se ha convertido en la historia de la humanidad en la luz que apasiona los pasos. Es aquel destino que parece exigir que, aunque falta poco es siempre lo suficiente. La esperanza motiva la defensa, pero también anima el ataque, pues la esperanza es esquiva, se adapta a nuestros propios deseos. Resulta particularmente interesante cuando la esperanza se anida en un pensamiento colectivo. Se anima a competir, a luchar y a avanzar. México se esperanza en un mundial futbolístico, como cada país que participa también.

En temas relevantes la esperanza de ganar una guerra contra la violencia sigue. Lamentablemente la estrategia no es clara, o peor aún no existe. La esperanza sin acción es sueño. La militarización continúa su paso en todas las instancias, recientemente la Suprema Corte de Justicia avaló la presencia militar en las calles en México hasta 2028 como había aprobado previamente el Congreso de la Unión. Las protestas de quienes han sufrido la violencia y los excesos de poder se manifestaban ante el tribunal, los bloques feministas que no han sido oídas al denunciar los abusos cometidos contra mujeres por elementos del ejército gritaban: “el mando militar también es patriarcal”. Las promesas también secuestran pues enturbian la claridad de la visión que otrora pudiera moverse a la acción. El deseo de ser hallado también es el deseo de ser mostrado.

La esperanza de un cambio puede esfumarse con el propio tiempo. Regresando a la historia inicial, cuando huyó Natasha de su captor y fue llevada a la policía, ella solo exclamó; “Soy Natascha Kampusch nacida el 17 de febrero de 1988”, no olvidó el pasado. No olvidemos nosotros también al pasado; de lo que huimos, pero también lo que perdimos. Porque ahí también, en el pasado, se guarda la esperanza. 

Una fábula para adultos

Héctor A. Gil Müller

En un bosque antiguo, en uno de los más grandes árboles vivía feliz una comunidad, se sentían así, aunque no se conocían quienes vivían en las ramas bajas con quienes lo hacían en las altas. Temporada tras temporada departían y sentían que su pedacito de árbol era un buen lugar para vivir. El árbol y sus ramas crecían con mucha velocidad, pero nunca gustaron de tener un árbol muy frondoso, normalmente cortaban ramas y las tiraban. Una vieja costumbre que muchos no sabían ni porqué lo hacían, pero las ardillas, pájaros carpinteros, pájaros, insectos, roedores y hasta uno que otro gusano sabían que debían hacerlo.

El fuego apareció en aquel bosque y amenazó nuestro árbol que llamaremos Pinotitlán. Empezó a lo lejos, los pinotitlanos se alegraron porque las luces eran bonitas, pero conforme se acercaba veían como caían las ramas de otros árboles, muy similar a lo que estamos acostumbrados decían todos, no ha de ser tan feo si nosotros las cortamos seguido. Pero el fuego comenzó a devorar algunas ramas, primero las más lejanas, fue entonces cuando los pinotitlanos comenzaron a idear planes. Lo primero que hicieron fue reunirse todos para gritar al fuego que no se le ocurriera tocar a Pinotitlán. Se firmaron acuerdos aprovechando las chispas que se acercaban para convencerlos que prometieran no dañar al pino, pero el intransigente fuego no entendía razones. Un ratoncito pequeño insistía en ir al lago cercano y traer agua para apagar el fuego, pero nadie lo apoyaba pues eso nunca se había hecho y no tenía por qué hacerse. Se terminó por tumbar más ramas antes que el fuego las consumiera.

La fábula pudiera ser no tan lejana, así son todas las fábulas, más cercanas que lo que imaginamos. Y aunque es posible pensar en El bosque, una comunidad del municipio de Centla en Tabasco que es la primera comunidad en sufrir los estragos del cambio climático en México y los más de 150 habitantes están viendo destruidas sus casas por el alza del mar en los últimos años, siguen buscando una manera para migrar. La fábula no es por ellos, es por nuestra reacción a los cambios. No debemos pensar que una institución no necesite cambios, al contrario, son muchas las deficiencias y si no se cambia la crisis puede terminar por consumirla. No estoy de acuerdo en la reforma en materia electoral propuesta por el presidente hay algunas cosas que parecen aberrantes en un entorno como el mexicano en la que algunos triunfos han costado siglos de madurez, pero no me parece que la inacción sea la solución, antes bien debemos ver el fuego que viene, un gran cambio social y estructural que significa nuevos esquemas democráticos. Así como no podemos hacer con el fuego acuerdos, no podemos decirle al futuro que espere. El INE debe cambiar eso es evidente y necesario, pero no hacia atrás, definamos cómo, definamos qué, definamos por qué.

El INE enfrenta el espejismo de la suficiencia, y no es así, nunca se es suficiente, siempre hay retos y formas de mejorar. El futuro se antoja más cercano, menos burocrático y más flexible rasgos que se han perdido en un falso sentir de autonomía. La vocación social de apoyo debe ser propositiva y cobrar sentido sin perder el silencio ni pedir al mañana que espere.

Página 15 de 29