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Iniciar el año

Hector A. Gil Müller

Henry Miller escribió; “el destino de uno no es un lugar, sino una nueva manera de ver las cosas”. Dificil encomienda si la pesada carga del pasado no ayuda para levantarnos al futuro. Inicia un nuevo año, y aunque no es el mismo año para todos; solo en el calendario gregoriano estamos en el 2025, para el calendario tibetano estamos en 2147, 1446 para los musulmanes, 5785 para los hebreos y 114 para los norcoreanos. Más que el número, lo interesante es la ocasión, porque en todas las latitudes, naciones o culturas nos gustan los inicios. Ver las cosas diferentes empieza con un propósito. Ese es el gran impacto de las sociedades iniciáticas, del bautismo de los rituales de iniciación que permiten un nuevo arranque. Nos gustan las segundas oportunidades. 

En México nos gustan los inicios, porque en nuestra cultura la esperanza y la pasión por el futuro están muy adentro, en nuestras entrañas y en nuestro comportamiento. Aunque no nos gusta reflexionar del pasado si nos gusta proponernos y planear para el futuro. Los propósitos que construimos los depositamos en nuestras emociones y nos guían hasta que dejan el lugar prominente de nuestras razones, para algunos investigadores ocurre por ahí de la tercera semana de enero cuando sepultamos los propósitos, por ello más que tener propósitos para todo el año, son propósitos para cada una de sus 52 semanas. La pasión para iniciar nos debe durar todo el trayecto.

Debemos ser firmes en los propósitos, construir propósitos que no solo te desafíen, propósitos que te transformen, ser mejores en el 2025, es un reclamo de justicia. Los buenos propósitos no son para facilitar sino para mejorar. Así como la buena salud no se mide con la ausencia de enfermedad sino que la enfermedad no comprometa lo vital. La felicidad no es con las circunstancias sino con el carácter. Un año no se mide con los blancos y los negros que prodiga, sino en los grises que se obtienen. Un propósito sin un plan de acción solo es un deseo, una intención, y ellas nada construyen solo alientan. Vivimos en un mundo de propósitos, desde que nacemos buscamos ese propósito que nos ha de conducir, ese timonel del barco en que nos convertimos. Andamos entre un propósito deseado y otro conquistado.

Cuando perdemos la capacidad de proponernos algo dejamos de ser tan humanos, nos quedamos en circunstancias, en haberes y en deberes. Triste el pensante que escribió, “pobre del hombre; nacer no pide, vivir no sabe y morir no quiere”. La vida no es una sola decisión tomada, sino una gama multicolor de elecciones, entre los verdes valles y los desiertos, navegamos y lo hacemos siempre. Tenemos la dicha y mérito con que seamos nosotros mismos quienes ponemos los inicios y también los finales.

En Coahuila los alcaldes electos en 2024 asumen el encargo en medio de expectativas y propósitos, al igual que cada vida que ve en un inicio una pizarra en blanco. El mundo acelerado seguirá ahí, cruzando límites y llenando espacios, pero los recuerdos y desafíos que se han vivido se sembraron en cada alma, brillan como orientadores en un mapa esperando atención.  

Embajador

Hector A. Gil Müller

Un embajador es el que representa los negocios del Rey, se estudia en la Biblia hasta llegar al encargo: “somos embajadores en nombre de Cristo”, representantes de alguien en algo. Elegir un representante es un tema de congruencia e integridad entre lo que se es y lo que se quiere. La necesidad de atención ante los temas, las particulares exigencias de cada momento han hecho que los grandes mandatarios confíen su visión a otros que les puedan representar a la distancia. La figura no es menor, en términos políticos contemporáneos la representación no es personal sino institucional, un país en la persona de otro. La propia idea de un embajador es alguien que mueve algo, alguien que lleva un encargo a nuevos alcances.

La elección de un embajador es así, expresa el propósito y visión de una relación a partir de una situación específica. En pasados días Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos presentó a Ronald Johnson como su propuesta para ser Embajador de México. Es evidente que la formación militar de Johnson, preparado como boina verde, su experiencia en la CIA, unidad de inteligencia y seguridad norteamericana, y también trayectoria en América Latina expresan la orientación de su objetivo para la relación con México. Pareciera el escenario ideal para construir una especie de muro social frente una Latinoamérica que ha sido incapaz de crear oportunidades de desarrollo para sus propios habitantes. México puede convertirse en el sueño migratorio de otros. La combinación en las condiciones exigidas por el Tratado de Libre Comercio, su impacto en las relaciones laborales y también la presión en temas de seguridad y migraciones generan esa expectativa.

El discurso de Trump mantiene el mismo tono; “vamos a defender los intereses de Estados Unidos, frenar la migración y también el tráfico de drogas”, Johnson cuenta con credenciales suficientes para liderar una estrategia así. Llegará a México, una vez aprobado el cargo por el Congreso Estadounidense tras una cercana y “exitosa” gestión como embajador en El Salvador. Su cercanía con el presidente salvadoreño Bukele le permitió operar con facilidad y presentar los resultados de una relación tranquila, efectiva e intencionada. Llega a México con la misma expectativa, pero en un escenario diferente y por recibir una embajada que Ken Salazar ha orientado hacia al sur del país.

Confío que la experiencia global de Johnson le permitirá ser un traductor diplomático de los mensajes populistas que desde Washington se escuchen, recordar durante toda su gestión que representar los intereses de otros es también conocer el ecosistema y consecuencia de su actuar. Ya otro embajador, Jeffrey Davidow había explicado la relación con EUA en la metáfora: “El oso y el puercoespín” en el que describió una relación de dependencia, que, aunque dolorosa ahora necesaria, cercanos ambos en un abrazo que sufre las penalidades del otro.

Entre las dudas que aun se mantienen, es que este enfoque priorizando temas de seguridad ha hecho disminuir en su aparente importancia el tema económico y la realidad que México es el segundo socio comercial para Estados Unidos. La respuesta de la presidenta Sheinbaum ante el anuncio incluyó el reiterado mensaje de defender la soberanía mexicana trabajando como iguales entre países, construyendo esa relación binacional con cualquier embajador. Mientras tanto a esperar y poner atención, ¿no le parece?

Los tiempos

Héctor A. Gil Müller

Los tiempos volatiles, inciertos, complejos y ambiguos fue una categoria dada por el ejercito de estados unidos a escenarios cuya complejidad estaba relacionada a su incertidumbre. La certeza nos permite prever, que es una competencia aspiracional del ser humano, ver antes. Accedemos a ese privilegio, por la experiencia que da el tiempo o por el analisis que trae la mente y la observación. Sin embargo estos tiempos traen siempre novedades. Bebemos refrescos con saborizante artificial de limón y usamos jabones con auténtico jugo de limón.

Recuerdo que una de las organizaciones en las que trabajé; conocí un muchacho que había decidido cambiar de sexo para convertirse en una mujer, pero que fuese lesbiana. Su pareja, que era mujer, era la misma con la que fue novio previamente a su cambio, que por cierto me dijo que no se sentía que ella, su pareja, fuese lesbiana. Complicado y no desde el plano de la libertad, sino desde el entendimiento.

En estos tiempos, tenemos semáforos inteligentes para conductores menos sensatos. Ahora resulta que no se trata de justicia sino de venganza. Que los límites son malos, que el empaque es más valioso que el contenido, que la política es planear. Entre sus comentarios habituales el presidente americano Donald Trump ha amenazado con la instauración de nuevos aranceles a productos Mexicanos. Suponer que eso sería un castigo solamente a nosotros resulta difícil. Tantos años de maduración y de cumplimiento de un Tratado de Libre Comercio, la instalación y operación de plantas en crecimiento, productivas y manufactureras en el país con el objetivo de proveer insumos a EUA pesan sobre esa política. Los comentarios y políticas que frenaron, durante el primer periodo de Trump, a China en EUA trajeron fuertes inversiones a México, en un fenómeno que le llamamos “nearshoring”, ahora resulta que debemos contener ese crecimiento para no impedir un libre mercado cuya libertad reside en su restricción. Elon Musk, el dueño Tesla hace unos meses construia una giga planta en México, Monterrey recibió con ese anuncio, decenas de proveedores para la creciente industria automotriz eléctrica, hoy, el sr. Musk es parte de un gabinete con una política económica empresarial sumamente diferente.

En problemas mas cercanos, los taxis siempre han cubierto una pesada carga administrativa sobre ellos, la dación de una placa especial, que incluye controles específicos y pagos extra ordinarios les legitima operar en el rubro del transporte “público” calidad que los distanciaba de la usanza del automovilista privado. Llegaron empresas que se autoperciben como un servicio, y bajo un modelo de libertad y sin obligaciones de tiempo para quienes se “asociacian” con ellos se despojaron de todos las obligaciones relacionadas al transporte público e incluso a las cargas laborales de quienes les están llevando un beneficio. Solo por que un prestador de servicio público de taxi no se identifica como tal ahora puede operar sin ninguna presión de cargas laborales ni requisito administrativo que otros si deben cumplir.

Ningún populista se identifica como tal, pero tampoco nadie se dice lejano a la gente. La confusión de los mensajes nos lleva sobre caudales sinuosos. Parecen ser los tiempos de esos engaños. Ocurrencias inalcanzables, promesas insostenibles y frases lapidarias que pueden destruir más que construir.

Fines del Estado

Héctor A. Gil Müller

Los fines del Estado, como un contrato social, están en el bien público. Nos mantenemos en un Estado porque este nos ofrece y logra lo necesario para transitar a un bien colectivo, sea ese bien económico, social, cultural, y de seguridad, entre muchos otros. Tres aspectos visualizo sobre la relación entre seguridad y el Estado.  

La seguridad es un compromiso, necesario para poder construir. Sobre el caos nada puede edificarse, la infraestructura y cualquier escenario de desarrollo comienza con un estado de seguridad. La incertidumbre quiebra cualquier plan. Es menester de un gobierno proveer de ese ecosistema de seguridad, de ahí la dación al estado del monopolio de la fuerza física, de ahí la renuncia que hacemos de la violencia a mano propia, confiando que el estado sea el mediador y coaccione en aras de la seguridad.

La seguridad es percepción, de ahí lo injusto de cualquier acción. Cualquier indicador se viene abajo cuando escuchamos la historia propia o de alguien cercano. Las conversaciones construyen organizaciones, eso significa que lo que platicamos tiene la fuerza de modificar nuestra percepción. Una creencia que se transforma en convicción. Las políticas públicas incluyen siempre la percepción, las preguntas ante un fenómeno son: ¿puedo intervenir?, ¿debo intervenir? Y ¿quiero intervenir? Es política, políticas y voluntad política.

La seguridad es un ambiente, no es una acción. Toma tiempo controlar una situación de violencia y asumir que los efectos del combate con ella son de provecho para nosotros. Lo complejo de un ambiente es que una acción puede destruirlo, pero no una acción solitaria puede construirlo. Los ambientes pueden contenerse sin que ello afirme su erradicación, pero también pueden liberarse sin que eso consiga su reafirmación. Así hemos ido cediendo espacios a la inseguridad, nos hemos encerrado ya no en casa, sino en un cuarto solitario que ahora pensamos inquebrantable.

La presidenta Sheinbaum ha centrado sus esfuerzos de la lucha contra el narcotráfico en el fentanilo, la incautación lograda en fechas recientes y que ha sido clasificada como el más fuerte golpe de México al combate contra el manejo ilegal del fentanilo da cierto respiro ante los dichos de Trump que critican fuertemente los esfuerzos realizados en Mexico.

Sinaloa se ha envuelto en una violencia tremenda como resultado del resquebrajamiento del cartel fundado por Joaquín “El Chapo” Guzmán y se ha convertido en el escenario de la difusión de la estrategia contra la violencia. Dudo que exista una acción implementada en Mexico con la fuerza de reducir los dichos de Trump si es parte de su discurso.  El populismo construye un enemigo, una causa, una consecuencia, es un caso de “esque-zofrenia”, seguramente los comentarios seguirán.

La estrategia de combate ha incluso llegado a la Constitución Política, de manera innecesaria ahora menciona al fentanilo e incluso a los cigarrillos electrónicos, esta inserción sigue mostrando el malestar que sufrimos, pensamos que sí podemos desobedecer la ley, pero no la constitución. Creo que el origen de ese mal está en que se nos enseñó en la infancia; “deja que se entere tu madre”. Pudiendo hacer cumplir la ley, que es responsabilidad del propio Estado su aseguramiento, lo insertamos en el texto constitucional como si eso mostrase una mayor efectividad.

Intercambios

Héctor A. Gil Müller

La vida es un intercambio constante, la nostalgia que nos llevamos y cargamos fue un intercambio por buenos momentos, los minutos los cambiamos por momentos, intercambiamos dichos para construir una cultura. En cada intercambio existe su proporción, algunos son, incluso paradójicamente, complejos, otros muy evidentes, entre menos decimos mas entendemos, entre menos consumimos mas producimos, entre menos gimoteamos mas construimos. Los griegos hablaban de la ataraxia que es el punto medio entre lo que entregamos y recibimos, un equilibrio que trae satisfacción.

Esos intercambios como consecuencia de negociaciones están presentes en todo lo que hacemos, estoy convencido que la madurez es la capacidad de elegir satisfactores posteriores sobre los satisfactores inmediatos, es decir, intercambiar futuro por el presente. En una sociedad no es diferente, decidimos entregar algo a cambio de algo más. A veces entregamos poder por esperanza, calidad por cantidad, justicia por legalidad y también identidad por igualdad.

Una sociedad que es madura sabe aguardar para esperar, el significado de esa espera está en función de la valoración sobre el sacrificio que implicó ese camino. Es decir, intercambiamos placeres cuando damos significado a lo que traerá esa restricción. La tributación que se convierte en un beneficio, la denuncia que se transforme en un restaurador, la publicidad que incluye la recepción de algo. Desde el gobierno, como actores de esa construcción, se deben diseñar políticas y hacer política que conduce esos intercambios. Se negocia con el futuro, pues las acciones de hoy serán consecuencias del mañana.

La negociación del TMEC, que es el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos de Norteamérica y Canadá, es un escenario para esos intercambios. La negociación que debe concluir en 2026 con su revisión se da en un ambiente de proteccionismo por la política implementada en los tres paises. Canadá que ya ha manifestado a México su preocupación por la creciente llegada de inversiones Chinas a nuestro país y el presidente electo americano Donald Trump, quien está firme en su posición de una predilección por el mercado americano sobre la antigua idea del ciudadano global. El secretario Marcelo Ebrard, insiste que la negociación presente en el TMEC será de provecho derivado de la buena relación del presidente electo Trump con la presidenta Sheinbaum. Los tres contingentes enfrentan la necesidad de traducción de toda negociación o intercambio con el triunfo y beneficio para su población.  Esto será interesante, pues estamos en un tiempo en el que el discurso no es una descripción de la realidad sino una traducción de la misma, una reinterpretación a partir de los ideales que a veces ni siquiera son compartidos. Por ello la esperanza se vuelve un botín de intercambio, y el gobierno está en un eterno caminar, sin saber cuando llegaremos ni siquiera a donde llegaremos.

No podemos llegar a un intercambio sin tener claridad en los alcances, el TMEC ha modificado nuestro sistema laboral y nuestras expectativas tambien construyendo un piso mas común entre los países sacrificando quiza competitividad, al menos en función del costo solamente. La negociación del TMEC será el contrapeso político ante los avisos de una política contraria a los principios del capitalismo y libre mercado. Y se ha empezado el discurso, pues hemos oido, en varios actuales secretarios, referirse al TMEC como el mejor negocio de México. 

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