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La política es popular

Héctor A. Gil Müller

Escribí, en la aportación anterior, sobre algunas características que la “nueva” política comienza a empujar. Ellas inspiran cambios que se antojan necesarios para ajustarse al nuevo entorno, la flexibilidad que genera la adaptación es una de las más cruciales competencias, utilísima si lo que se pretende es sobrevivir. Entre ellas cité: preferir el esquema de conexión sobre el de comunicación, construir un ambiente de confianza y no solo establecer acciones de confianza, anunciar los valores sobre los principios pues ellos se viven y no solo se declaran y afirmar la construcción de movimientos como colectivos y no solo de partidos como agrupaciones. 

Los anteriores rasgos permiten adaptarnos a un entorno que, si bien mantiene los mismos actores, modifica el lenguaje y los mensajes. Porque, aunque seguimos siendo los mismos animales políticos el mensaje se aumenta y gana rapidez por la interconexión entre nosotros y las emociones superan las razones, no por estar en decadencia pues quien afirme que todo tiempo pasado fue mejor le sobra nostalgia y le falta esperanza, sino porque las emociones antes restringidas hoy soy libremente expuestas en un falso entorno de inclusión. 

El populismo no se combate evidenciando sus deficiencias, ya que surge su fuerza a partir de las deficiencias de otros modelos y confunde la autocracia con la democracia. Quien critique a López Obrador en sus deficiencias no podrá soportar la incongruencia de las deficiencias previas. Quien pretende criticar el populismo aplaude el elitismo, nadie quiere ese eslogan, atacar la inspiración en lugar de la estrategia pone a cualquier actor político en un dilema. 

El perfecto injusto da toda la apariencia de justicia. La culpa de la acumulación política no es del ambicioso, sino de aquel que despreciando su parte la entregó en consecuencia. Se pierde lo que se descuida. Se ha depreciado la oposición por la ausencia de valor en su propuesta, que no ha podido permear en la sociedad como para construir un movimiento de defensa del valor sobre cualquier ambición. La gente no defiende la libertad, defiende su estilo de vivir, la gente no defiende la democracia, defiende su libertad a elegir, que por tantos años se dijo que no fue cierta. La gente no busca la justicia, sino busca un fin. 

Afuera, de tantas oficinas y think tanks, hay gente partiéndose en un mundo que sigue sin ofrecer solución a la dignidad de una situación. La política es un arte popular, reducirla a un ejercicio de poder es confundir la causa con la consecuencia. 

En el 2021 México vivirá una extensa jornada política, no en cuanto al tiempo, sino en relación a su magnitud, por la gran cantidad de funcionarios, pero también por la ratificación que se hará a nuestra realidad política, nada advierte un cambio en la preferencia morenista, y esa preferencia no es por el partido que representa sino por el movimiento que mantiene. El Presidente López Obrador sigue brillando aun sobre la oscuridad del apagón nacional, esa ratificación dará tiempo al reloj político que avanza sin tener oposición aún. Porque se sigue combatiendo el 2021 como si estuviésemos en el 2000, pensamos en un año como si fuese igual que el siglo y el mundo cambia, como también cambiamos nosotros. 

La enfermedad que compromete

Héctor A. Gil Müller

Cuando Trump enfermó de COVID19 las encuestadoras mostraban que su preferencia electoral aumentó un poco, la imagen del poderoso sufriendo en carne propia la infección que ha lastimado al pueblo americano identifica con otros. En política el acercamiento entre unos y otros siempre es por identificación o por admiración. Sin duda se percibió más fuerte ese mensaje que el recuerdo de Trump que no quiso usar cubrebocas, desestimó la contingencia, incitó por error al uso de productos no convenientes para el tratamiento particular de la enfermedad e insistió que todo iba bien. A pesar de todo ello la enfermedad sirvió para equilibrar la contienda en aquel entonces y asegurar, para algunos analistas, que lo acercaba al triunfo releccionista.

El resultado ya lo conocemos, Trump perdió su relección y los acontecimientos posteriores lo hicieron acabar su periodo como un mal perdedor.

Hoy el Presidente de México padece COVID19, con síntomas leves como él mismo expuso y mientras tanto se diluye la presión social por la aplicación de las vacunas. ¿por qué no se vacunó al Presidente, al ser un tema de seguridad nacional?, es una muy agradable coincidencia que su inmunidad provenga del martirio por el que casi dos millones de mexicanos han pasado, la enfermedad, y no por una vacuna que se antoja aún lejana para la población.

El 27 de abril de 2020 publicó haber dado positivo a la prueba del virus SARS-CoV-2 la Secretaria de la función Pública Irma Eréndira Sandoval, que se convirtió en la primera funcionaria de alto rango en contagiarse. Desde entonces la lista se aumenta, aunque muchos funcionarios han perdido la vida la mayoría recuperándose ante síntomas leves. Actualmente 17 de 32 gobernadores han publicado haber vivido el COVID19.

Los contagios siguen en aumento, para muchos sin control alguno, las calles siguen abarrotadas, así como la mayoría de lugares, mostrando una falta de cuidado seguramente provocada por la falta de claridad, han sido largos meses desde una contingencia que inició con un cierre total quizá muy pronto y mantiene con una apertura quizá muy rápida. Es evidente que no hay ningún control en el aseguramiento de los insumos necesarios para mantener el sistema vital ante la infección, los tanques de oxígeno se venden por quien quiera y bajo el precio que se quiera. Los medicamentos escasean según se ponga de moda uno. El sector salud continúa entregando unos números que no corresponden a los amigos y familiares que se encuentran contagiados, ni siquiera las filas que se observan en los establecimientos particulares de aplicación de pruebas.

Es evidente la falta de organización y colaboración en una pandemia que está agotando al sector médico, como a todos los demás. La esperanza se diluye con una campaña de vacunación lejana de ser masiva. COVID sigue golpeando al populismo, en el mundo entero y parece que se ha ensañado con América. Más de 100 millones en el mundo se han contagiado de COVID.

Cada caso ha sido atendido con un diferente tratamiento, pareciera que no hay un estándar de atención, la información no es clara ni el manejo de riesgo evidente, a todo nos acostumbramos y parece que a esta pandemia lo estamos haciendo. Lo que el mundo no pueda controlar, lo descriminalizará y legalizará, ahora agregaremos, lo aceptará.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a sus órdenes.

 

Laisse faire, laisse passer, laisse mourir

Héctor A. Gil Müller

Donald Trump se ha convertido en el primer presidente norteamericano en ser llevado a juicio en dos ocasiones durante un mandato. Ahora, el congreso ha aprobado por mayoría enjuiciarle por llamar a la insurrección a través de los actos violentos perpetrados contra el capitolio. Aunque Biden puede otorgar un perdón el mensaje es claro. Las emociones tienen su consecuencia. Un hábil negociador como lo es Trump, parece que ahora se encuentra acorralado por una expresión desmedida de emociones. Su protesta, como su política encaminada al odio ha dado su cosecha. 

Dicen los que saben, que siempre cosechamos lo que sembramos, después que lo sembramos y en mayor medida que lo que sembramos y así también en política, que, si bien es un arte injusto que no premia conforme a las obras sino conforme a las ocasiones, lo cierto que es que siempre deja consecuencias. 

El mensaje es relevante para otros gobiernos también populistas, en los que la demagogia aflora emociones que van más allá de las razones. Esta lección debe recordarnos la importancia de la preparación política, no se trata de un ejercicio de poder, sino de un aprovechamiento de competencias. Los disturbios fueron causados no por el ánimo individual de quienes lo hicieron sino por la efervescencia colectiva de quienes oyeron. 

Es bueno saber que hay consecuencias jurídicas ante el fuerte y poderoso, que el poder no es ilimitado, esa es la importancia de los contrapesos y sobre todo que la ley está por sobre todo y sobre todos. Aun con ello una gran cantidad de votantes republicanos, que expresaron su apoyo en contra al proceso, genera aun división entre las dos fuerzas políticas finales que tiene el complejo sistema político americano. Biden debe tejer una política conciliadora, pero manteniendo el enfoque en la justicia y el mensaje que de ella sale. No puede expresar debilidad. 

En México la importancia que da AMLO a la presidencia de Biden es mayúscula, lo muestra el solo anuncio de Moctezuma a la embajada americana. Aun hay que observar cómo se empalma la política energética o económica, seguramente ahí habrá algunos ajustes.

El episodio americano, la continuidad del capitolio y la reacción institucional también implica una acción contra el populismo y la demagogia. Trump marcó su presidencia reiterando su primacía y egoísmo, sus bombazos en 140 caracteres que le permitía un tweet se apagaron haciendo que su salida además de oscura sea silenciosa, el populismo que lastima es el que se construye en el solo discurso, el que engaña y oculta en su engaño. El liberalismo continúa en crisis y aunque el populismo quiere ser tu terapia, no es efectivo, el populismo solo libera presión al injusto reparto liberal, pero descuida el resto de los sistemas. En su propia filosofía ha dejado mucho, el liberalismo solo ha podido mantener sus laisse faire, laisse passer (dejar hacer y dejar pasar) y ha estado encaminado en la economía, la política y la vida misma, por ello para muchos países ante el COVID19 solo se ha hecho el laisse faire, laisse passer, laisse mourir. 

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a sus órdenes. 

La Democracia es valiosa

Héctor A. Gil Müller

En su discurso inaugural como 46º Presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden mencionó: “We have learned again that democracy is precious”, se trata de una profunda reflexión, no solo histórica por lo que cita el “nuevamente” sino por la declaración y caracterización de la democracia. Abraham Lincoln la definió como el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, y hemos visto en diversas latitudes y en el espíritu político contemporáneo una crisis. ¿verdaderamente sabemos que la democracia es un bien precioso?, datar con aprecio un bien implica reconocer y llevar a cabo su valor. ¿la democracia es valiosa para nosotros en México?, la pregunta es más compleja que como se formula, porque implica vernos, sabernos y comprendernos. Entender nuestras motivaciones y también nuestras propias definiciones. 

Podemos sucumbir ante una falsa interpretación de la correcta vida democrática, limitarla solamente a la libertad de disentir, y no incluir también la de participar. Una libertad que nos hace construir, pero también permite auditar, un fortalecimiento que madura y no solo que origina. 

He aprendido como maestro que, al más mínimo intento por decidir, recurrimos siempre a la mayoría numérica y no al consenso como fruto de la argumentación, pretendemos resolver antes por un valor que por una razón. Definir la democracia como un bien valioso implica el respecto a sus instituciones, razones que superan al individuo y lo proyectan en el tiempo. Las instituciones no heredan males, heredan deficiencias, pero ellas no son malas ni buenas, son instituciones encargadas de llevar más allá que la pasajera vida del individuo. 

Reconocer el valor de la democracia, en América Latina, implica velar por un ideal, no de poder ni de adquisición de él, sino de servicio y proyección de la sociedad. Como mexicanos, el mismo pueblo ha decidido autogobernarse bajo un esquema representativo, fundamento de la cultura democrática; ¿verdaderamente sentimos que la soberanía reside en el pueblo? Es decir, la democracia alimenta el propio ejercicio de poder o la reducimos solamente como un tema de gobierno, un elemento discursivo que se confunde entre la estrategia política y la seducción electoral. 

Continua Biden señalando un elemento común de lo apreciado, su fragilidad, la democracia es frágil resonó en su discurso y aunque el eco del ataque al capitolio reciente marcaba su timbre, en nuestro México también lo sabemos, que frágil es la voz social y cuan simple es callar, a veces resulta nuestra decisión, ante una sociedad harta de insultos y mentiras, se impide el discurso y la argumentación. La democracia puede romperse por lo que hacemos y lo que no hacemos. ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar por la crisis?

Construir un país requiere más que solo líderes, requiere un país, que es la congregación efectiva de aspiraciones y decisiones. Me preocupan los anuncios fatales para órganos autónomos, que si bien han fracasado en algunos rubros, en otros han conquistado el valor de su encomienda, ellos deben continuar ciudadanizados no centralizados. México sigue teniendo largas cadenas que aún nos atan, pero la solución no es cortar sus alas para liberar sus cadenas, sino romper esas mismas cadenas para que pueda volar. 

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes

Burlocracia

Héctor A. Gil Müller

La jajaganda fue acuñado por primera vez en 2017 en un estudio que analizaba cómo los medios de comunicación rusos desinforman mediante el humor o la burla. Su objetivo no es necesariamente convencer al público sino destruir la credibilidad de la persona o institución contra la que se lanza. Es una forma de hacer política, no tan nueva, aunque recientemente muy común. Siempre el hombre ha podido denostar algo con la burla, la risa no expresa siempre contentamiento, humilla y lastima. 

Encuentro una tendencia a organizar al gobierno entorno a una “Burlocracia” el gobierno de la burla que con saña nos lleva a posicionar o eliminar algún elemento. Primero fue la lucha entre fifís y chairos. Aderezado por varios momentos estelares de aplausos como: “Ricky Rickín Canallín”, canalla proviene del francés canaille que significa jauría de perros. Después vino la “mafia del poder”, que por cierto mafia proviene del árabe “mahya” que significa bravucón o jactancioso, aunque algunos otros estiman que es el acrónimo de Morte Alla Francia, Italia Anela (Muerte a Francia, Italia Anhela) pero gracias a la burlocracia se trataría de una jocosa palabra y no de una amenaza histórica. Una rifa de un avión, sin avión, que aún se sigue pagando, un instituto para “devolver al pueblo lo robado”, un primer informe de gobierno que se llamó tercer informe, la amenaza al crimen organizado de acusarlos con sus mamás y después hablar con la mamá del Chapo Guzmán, la mudanza para vivir en el Palacio Nacional, el asilo político a Evo Morales, entre muchas otras cosas que se presentan como burlas a cualquier sistema. La burla si es para tomarse en serio. Las risas de un auditorio se agravan y retumban sin saber que la carcajada también hace eco. 

La burlocracia es capaz de asumir personas incapaces en posiciones encumbradas, pretende construir un futuro azaroso y siempre feliz, como el espectáculo circense que concluye entre aplausos por solo cosechar risas aisladas. 

En un circo el show exige hilar momentos emocionantes independientemente del rol temático, sería complejo unir a los payasos con los trapecistas, entonces se construyen pequeñas estampas que seriadas generan emociones. 

Parece burla que quien ostenta en su persona el liderazgo de la lucha contra el COVID19, el Dr. Gatell, viole los protocolos mínimos señalados. Aplaudo y felicito su esfuerzo, sin duda alguna titánico, pero lastimar su investidura yéndose a vacacionar en una playa lanza un mensaje contradictorio. Esto habla de una parte de nuestro actuar, pensamos mágicamente, estos fenómenos nos calan como fuerte burla. Quien me ama no me contagia, a mí no me va a pasar, diciembre fue una pausa, las vacaciones son para cargar pilas y muchos otros argumentos; pensamos que si los creemos fervientemente se harán realidad. 

Triste momento que exprese un hombre de tal importancia y relevancia un comportamiento tristemente común. Asumir el poder no es un tema contractual, es un tema de influencia al reconocer que lo que hacemos impacta. Que construimos en nuestra vida lo que buscamos que otros aspiren. 

La burlocracia no es nueva, ya antes nos han tomado el pelo, con corrupción y robos. Ahora entiendo porque el sabio José Agustín escribió la “tragicomedia mexicana”. 

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes. 

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