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El tornillo siempre gira a la derecha

Héctor A. Gil Müller

Existen relaciones, en todo cuanto vemos y conocemos, me parece correcto afirmar que cuando aprendemos comparamos, y el fin de una mente ambiciosa, que es el único lugar en el que se debería aplaudir la ambición, en la mente, es buscar esas relaciones.

Nos deleita ver en algo su práctica similitud, como si cada vez que se hiciera uso de esa encontrada relación, inauguramos un nuevo y potencial laboratorio. Comparamos con el pasado, aunque cada tiempo tenga su propia sazón, con el futuro y sus sueños, pero también comparamos la realidad con los miedos y también con los aciertos.

David Konzevik pronunció; “En una economía globalizada, el poder es como un violín, se toma con la izquierda, pero se toca con la derecha”, Eduardo Galeano popularizaría la frase por su práctica relación con el advenimiento populista.

Los tornillos que buscan fijar algo, unir y dar propósito y ejecución a su natural finalidad, siempre se aprietan a la derecha, en cambio un giro a la izquierda para ellos conlleva aflojarles y con ello perder su sencilla y a la vez compleja naturaleza.

Confundir el tornillo con un clavo, que entra a presión y sin saber de sus destinos, pareciera ser otra cosa.

Al tornillo, formado para girar a la derecha, habrá que prepararle para la izquierda, quizá tenga miedo el tornillo, se formó siempre a la derecha y soltarle le hace pensar que sería inútil. Sin embargo, si en la tabla tanto tornillo aprieta acabará por partirse, cuan ancha esta sea.

Apretar implica sufrir y presionar, en este sentido el avance causa escozor, malestar y también pérdida. Crecer duele. Así en el mundo y también lo es en los países. El progreso conlleva aceptar que no todos caben en él. Cuando se vio que ello no era justo se cambió la definición de justicia, pasamos de dar a cada quien lo que le corresponde a dar a cada quien lo que le corresponde según su esfuerzo.

Cualquier regla sin relación causa rebelión, y un gobierno no explicado ante quienes solo ven un mundo marcado por sus relaciones, ocasiona enfrentamientos.

Siempre los vacíos se llenan y los vacíos ideológicos no son la excepción. México no ha dado con un régimen totalmente de derecha o totalmente de izquierda, pareciera que vivimos en uno propio. Nuestra historia política, resultado de una revolución, ha limitado la expansión de la izquierda. Pero en el 2018 el mundo reconoció el triunfo de la izquierda mexicana con López Obrador. Desde el 2010 los dos grandes miedos que han regido la esfera de lo político en la población han sido; “no me mates” y “no me quites” el primero referido a las dolencias de una estrategia de seguridad que ha mostrado no tener inteligencia y el segundo a una inteligencia económica que ha mostrado no tener estrategia. Y ahí López Obrador ha encontrado un amplio discurso, que ha apagado el resto de los problemas nacionales.  

Buscamos contestar preguntas que quizá no tienen respuesta. Y el tornillo seguirá siendo tornillo gire a la derecha o a la izquierda.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.


Feliz es la nueva equidad

Héctor A. Gil Müller

Los graves disturbios americanos, y del mundo, muestran una sociedad que no se satisface con los recursos económicos, Vemos y sentimos que el bienestar es lejano a la prosperidad. Estos movimientos, que darán mucho más que hacer, han mostrado que el COVID puede esperar y que en los tiempos de hartazgo no se dicta ninguna regla.

En México las protestas también continúan, pero no por acciones aisladas sino por vacíos que tienden a llenarse. Insisto que, aunque vanguardista por su rutina, ha fallado la estrategia de comunicación del presidente López Obrador, ha construido sin preparar para lo construido y es importante saber que una ley sin relación produce rebelión. Muchas buenas acciones han causado protestas y miedos que cada vez se ven más continuos.

El centro de la política transformacional de la 4T mexicana, que ha atropellado muchos aciertos y ponderado muchos errores, está en el bienestar, una traducción de un concepto ancestral relacionado con la felicidad. Como una política pública se ha transformado un anhelo en un concepto.

Ser feliz se está convirtiendo en el nuevo modelo de equidad, en un mundo cansado que no brinda recursos a todos, con un modelo económico incapaz de incorporar a otros iguales en su propio desarrollo y una ambición desmedida.

Desde el Himalaya, el rey Jigme Singye Wangchuck de Bután, acuñó el término Índice de Felicidad Nacional Bruta (IFNB) para medir la “experiencia subjetiva de bienestar” y darle una mayor relevancia que al Producto Interno Bruto (PIB), esto en 1972.

Hoy Bután cuenta con un ministerio de la Felicidad y sus políticas encuentran eco en otros países, alertando que el bienestar constituye algo más que un ingreso. Nueva Zelanda, mediante su ministra Jacinta Ardern, ha dejado el crecimiento de la economía como una prioridad de su gobierno, para ahora centrarse en la felicidad. Su gobierno ha establecido entre sus objetivos específicos: Mejorar la salud mental y florecer en una era digital. Han concluido que el crecimiento económico, basado en indicadores como el PIB, no se traduce en auténtica prosperidad y felicidad.

En una sociedad débil hemos dejado los límites para más tarde y en su ausencia hemos entregado la salud, las emociones, las aspiraciones y los sueños. La felicidad se está convirtiendo en un objetivo de estado, y aunque en nuestro país lo vemos como poca cosa, es importante ser sensibles a los cambios. En 1980 el mundo debatía si el futuro sería de economías abiertas o economías cerradas, México eligió la economía cerrado aplicando duras cargas a la importación, otros países que optaron por economías abiertas duplicaron sus indicadores económicos. En 1994 el mundo nuevamente decidió si el futuro sería de economías de manufactura o de conocimiento, como país elegimos la economía de manufactura, después aprendimos que el crecimiento estaba en el conocimiento. Parece que hoy se presenta la elección entre una economía basada en el crecimiento o una economía centrada en el bienestar. ¿qué hemos de elegir?.

El cambio y la decisión debe imperar siempre en la relación y en la comunicación. Una regla sin relación produce rebelión bajo un modelo que antes era equitativo por su esfuerzo y ahora será equitativo por su naturaleza.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

Vivir de la ventaja

Héctor A. Gil Müller

La salud de una sociedad reside en su capacidad de reponerse a las crisis. Los países, así como los individuos, expresan su cultura sobre el resto, colocándose en una palestra internacional que pondera, no solo su naturaleza, sino los hábitos y sistemas que permiten afrontarlas.

Antes, durante y posterior a una crisis buscamos siempre ventajas, percepciones a nuestro favor, que son razones que nos afianzan y dan sentido a lo que queremos hacer. La ventaja que literalmente era la parte delantera de una nave, desde el siglo XII comenzó su uso figurado para dar nombre a un comportamiento tan humano, que encierra ambición.

El COVID llegó en el tiempo del populismo en el mundo, y muchos gobiernos han coincidido con ciertos comportamientos que expresan y detallan estas formas de hacer y llevar la política y las políticas; Entre los países hemos visto quienes niegan o en su momento negaron la gravedad de la enfermedad, así lo hicieron en EUA, México, Francia y Brasil entre muchos otros. La ponderación de resultados “mágicos”; el presidente de Madagascar presentó el abril la cura ante el virus en un potaje hecho a base de hierbas, en México López Obrador se jactaba de la “fuerza moral” su principal impedimento para enfermar. También destaca la promoción de acciones que parecen opuestas a los objetivos de un confinamiento, así como en México antes del confinamiento se invitaba a abrazarnos, en Francia un día antes del encierro Macron invitaba a los ciudadanos a salir votar.

Ahora el populismo enfrenta resolver un dilema: economía vs salud y en el proceso sacar ventaja. Quizá esta ventaja era el germen que había diagnosticado Marx al decir que el capitalismo, como cualquier sistema, lleva en su seno el germen de su propia destrucción.

Habrá que sacar ventaja del retorno al nacionalismo, de los límites impuestos a la globalidad y la evidente ausencia de un liderazgo mundial. Pero también habrá que sacar ventaja a la negación que se vive en los gobiernos populistas, a los golpes a la libertad y también a la ausencia de una política reactiva en temas sanitarios.

Aunque el mundo sea diferente, tendremos los mismos actores y el escenario será igual, buscaremos las añejas emociones y construiremos un mundo más limpio y quizá no tan junto, pero seguirá buscándose la ancestral ventaja.

La conquista de los pueblos prehispánicos no fue por el poder o la fuerza, ni por la viruela o gripa, fue por la ventaja que había nacido y se había mostrado, entre los pueblos aliados y los pueblos atemorizados.

Detectar una ventaja hace que las crisis caigan bien, por más que ellas nos duelan. Taladra aun la frase: “esta crisis nos vino como anillo al dedo” que pronunció el Presidente López Obrador allá en abril, seguramente viendo algo más que las muertes o contagios, sino la ventaja oportuna que afirma y vence.

Hasta siempre tendremos ventaja, parece que nos arrastra. El populismo como sus acérrimos rivales, están amarrados a la ventaja también, porque ¿Qué se es sin una ventaja?.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

Cuando se entrega el poder

Héctor A. Gil Müller

Resulta evidente que el poder tiende a diluirse, hemos visto episodios que demuestran como los otrora poderosos se han visto envueltos en conflictos que exhiben su debilidad. Pero en las crisis tendemos a entregar o dotar de mayor poder. No cuestionamos las instrucciones del bombero en una catástrofe, nos sometemos a la capacidad de alguien más.

Pericles fue llamado el primer ciudadano de Atenas por Tucídides, su nombre significa rodeado de gloria, y no escatimaron, su periodo de gobierno fue llamado la edad de oro. Aunque en lo secreto insultaba a sus votantes, en público, con su gran oratoria, llamaba al espíritu ateniense que embelesado cedía más poder a su líder.

En el año 431 antes de nuestra era, Esparta se lanzó a guerra contra Atenas provocando las épicas guerras del Peloponeso. La estrategia de Pericles fue sencilla de prever, recluir a la población junto al puerto del Pireo mientras duraba la intervención militar. Este hacinamiento provocó la aparición de una terrible enfermedad, una plaga que mató una cuarta parte de la población ateniense. Esta peste no solo concluyó la edad de oro en Atenas, sino que fue la causa primaria de la derrota de la democracia y el populismo en Atenas y del triunfo de Esparta sobre ella.

Pericles con sus monumentales discursos, sus políticas populistas y su capacidad carismática logró ocultar bajo su semblante fiero de gobernante, que le valió el mote de olímpico, la muerte de sus dos hijos legítimos a causa de la peste. En el año 429 Pericles murió a causa de la misma epidemia. La historia cuenta que en su lecho de muerte se enumeraron sus virtudes y él mismo con sus mermadas fuerzas alcanzó a pronunciar: “que ningún ateniense vivo jamás ha tenido que llevar luto por mi culpa”. Sus sucesores no tuvieron su “pericia” y dejaron de servir a lo público y tendieron a los malos hábitos, así pasó la decadencia de lo sanitario a lo social y dio por terminada la época de esplendor.

Así como la concentración del poder lleva a las dictaduras, la degradación del poder puede llevar al caos. Para que una democracia funcione es necesario que existan pesos y contrapesos en toda actividad. Pero las formas y las cosas también se infectan.

Hierro con hierro se afila, y someter a presión a cualquier ente determina el potencial que tiene para poder subsistir, sin duda el virus no solo ha de medir los organismos más fuertes, sino también las organizaciones más fuertes y preparadas para adaptarse a una nueva realidad.

La adaptación será una virtud, y aunque siempre lo fue, hoy, por los tiempos se evidencia más. Será el listado final, cuando el confinamiento termine, en la sociedad y en las personas, que se mida la necesidad de formas e instituciones y se vea si han infectado o no, si sobrevivirán o no, como escribió E.M Cioran; “La hora del crimen no suena para todos los pueblos al mismo tiempo. Así se explica la duración de la historia.”

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

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La normalidad anormal

Héctor A. Gil Müller

El evangelio relata que, tras su resurrección, Jesús se presentó ante María Magdalena. Cuando ella le reconoce y seguramente corrió a él, Jesucristo le detuvo diciendo: “No me toques”, esa frase hoy resuena y aunque en su momento se refería a un proceso de santidad ahora se usa en un fenómeno de sanidad. La normalidad ha cambiado y cuando la contingencia concluya saldremos a un mundo diferente, más limpio por la pausa que tuvo, pero también con menos opciones. El mundo que continuará no será el mismo, porque hemos encontrado algunas lecciones y también disfrutado algunos placeres durante la contingencia. El regreso a la normalidad se antoja por los escenarios o los lugares, que ahí siguen, pero no por las acciones o emociones.

Esta pandemia trastocó algo más que el ritmo de hacer las cosas, nos movió los ritos y la forma de ver el mundo. Resulta muy interesante analizar quienes enfrentan mejor esta contingencia, ya hemos visto que el moderno y pujante modelo capitalista lo ha sufrido mucho más que otros modelos. La empresa no está hecha para pausar por la vida. Para la empresa el riesgo está mucho más acá que la vida, está en la producción. Y a tal punto se han puesto en balanzas la vida humana y la vida económica, el capitalismo no piensa en pandemias.

Y en el plano político, ¿el autoritarismo es una mejor opción ante la propagación del virus? Son preguntas difíciles de responder, pero bien dijo Taleb Nassim, el futuro no es indescriptible es desconcertante. Para el gobierno los riesgos están en el presente y no en el futuro.  

Estamos ante un mar de posibles decisiones, sin freno ni remedio, cualquier cosa puede ser, como siempre ocurre en las crisis. En Inglaterra, en marzo se nacionalizó temporalmente los ferrocarriles británicos, en China se han intervenido celulares, quizá común pero imitable, Paraguay, Chile, Bolivia y República Dominicana, han aplazado sus tiempos electorales que se hubieran tenido este año.

Para Macron, en Francia la serie de manifestaciones en su contra se pausaron por la crisis, y ante el manejo de la epidemia, su apoyo popular ha aumentado casi 10 puntos. Y en opuesto Jair Bolsonaro en Brasil cuya popularidad ha caído drásticamente durante el periodo actual.

Yo no creo que en junio el virus abandone México, y tampoco creo que el mundo y la humanidad sean mejor, ante el dolor y el miedo cualquier organismo y no es excepción el ser humano, ataca, huye, se paraliza o se somete. El animal político ahora será el animal paliatívico, buscando siempre soluciones, ¿no es eso lo que buscamos siempre en la política, soluciones a los problemas que ya tenemos?

El noble sector salud, en todo el mundo recobra su importancia, nos dimos cuenta que nos faltan científicos, que faltan filósofos y que el mundo cambia rápido. Seguramente esto se nos ha de olvidar, como se olvidaron otras pestes, pero mientras tanto algunas cosas no cambiaron, se aceleraron; como una nómina esbelta en las organizaciones, una producción sin tiempos en la gestión, el uso de códigos en lugar de dinero y el alejamiento social, porque llevamos ya un buen número de años aislados, no debería ser nueva esta soledad. ¿O usted conoce los nombres de sus vecinos?

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a sus órdenes.

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