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Rusia, capitalismo de oligarcas

Rubén Aguilar Valenzuela
 
A la caída de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS), surge la Federación Rusa que es un sistema capitalista operado por un pequeño grupo de oligarcas en contubernio con el poder político.
 
Uno a otro se cuidan y protegen. Los oligarcas, que detentan el 80 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), apoyan al poder político, de manera particular al presidente Vladimir Putin, y éste protege los intereses de los oligarcas.
 
El PIB de Rusia y el de México son semejantes: en 2020 el primero era de 1.6 billones de dólares, la economía número 11 del mundo; y el segundo de 1.1 billones de dólares, la número 15, según el Banco Mundial.
 
El ingreso per cápita de las dos sociedades también son semejantes: la Federación Rusa es de 10,126 dólares anuales y el de México de 8,390 dólares anuales, según el mismo organismo.
 
Rusia está lejos del PIB de Estados Unidos, que es de 20.89 billones de dólares y de China con 14.72 billones de dólares. También de Japón con 5.57 billones de dólares; Alemania con 3.85 billones, y la Gran Bretaña con 2.76 billones de dólares.
 
La Federación Rusa y México no forman parte de las diez primeras economías del mundo. La tendencia de los dos países es a seguir cayendo en la posición con el ascenso de nuevos países emergentes.
 
En México hay trasnochados pseudo izquierdistas que siguen imaginando que Rusia es un país socialista. No se han enterado de que cayó la URSS y que ahora es una economía capitalista en manos de un reducido grupo de oligarcas.
 
El capitalismo ruso es mucho peor que el occidental, más concentrado en pocas manos, que el capitalismo mexicano: es un capitalismo de oligarcas, que gozan de apoyo del poder político.
 
La guerra de Putin no va a fortalecer ni hacer crecer la economía rusa, más bien todo lo contrario. De esta guerra, incluso si la Federación Rusa gana -algo que está por verse-, saldrá más debilitada en el ámbito económico.
 
Las sanciones económicas impuestas a Rusia por la invasión a Ucrania están dirigidos a los oligarcas que heredaron las fortunas de la antigua Unión Soviética y ahora pierden yates y mansiones.
 
Son los magnates que pertenecen al círculo cercano de Putin, dominantes en los sectores de bienes raíces, bancos, equipos deportivos, con propiedades en Londres, París y Nueva York, aunque ahora han comenzado a mudarse a Dubái.
 
Entre uno de los 30 multimillonarios más ricos, también entre ellos hay diferencias, está Román Abramóvich, dueño del equipo de fútbol Chelsea, en la Premier Ligue del Reino Unido.
 
Destaca además Alisher Usmánov, líder de un conglomerado al que pertenece MegaFon, la segunda red móvil más grande de Rusia; y también Igor Sechin, quien dirige la gigantesca petrolera estatal Rosneft.
 
El poder del país de los antiguos zares, ahora tiene uno que se les asemeja en su autoritarismo, estriba no en su economía y poder político sino en su arsenal nuclear de lo que fue la URSS, producto de la pasada Guerra Fría.

De la vida de todos los días

Rubén Aguilar Valenzuela
Todas las vidas son únicas e irrepetibles. Todas son interesantes no importa si se es un gran personaje, reconocido socialmente, o se es alguien que pasa desapercibido, para los demás. Todas las historias merecen ser contadas y conocidas.
 
En esa línea se inscribe la serie La historia de las generaciones con el papa Francisco (2021) de la directora italiana Simona Ercolani que se inspira en el libro La sabiduría del tiempo (2018) escrito por el mismo sucesor de san Pedro.
 
Los protagonistas, personajes conocidos y otros no, en condiciones de igualdad, cuentan su vida. La serie documental deja en claro que todas las historias son relevantes y significativas.
 
Decidirse a contar la propia historia no es fácil. Hay que superar muchos escollos en el camino. Desde la disciplina de sentarse a investigar sobre el pasado y traer a la memoria lo que se ha vivido.
 
Pero todavía más exponerse a los demás en el ejercicio de compartir lo que se ha vivido. Implica hacer cuentas con uno mismo y también superar miedos e inhibiciones.
 
Siempre en la conciencia de que la memoria no necesariamente es fiel a lo que realmente ocurrió. Nuestra memoria tiende a ser selectiva. A pesar de esa realidad vale la pena contar lo que se ha vivido.
 
Y también socializar con los demás, con los cercanos, pero también con los desconocidos, la vida que uno ha tenido. Distinta y única, pero también, en nuestra condición humana, semejante.
 
En Yo es otro. La vida es una aventura estrictamente personal
(Castellanos Editores, 2021) Joaquín Ignacio Peón Escalante (Ciudad de México, 1943) nos comparte su vida. Lo hace a la manera del alemán Günter Grass, en Las capas de la cebolla.
 
Joaquín Ignacio inicia su historia con el recuento de los Peón y Escalante que vinieron de España y se asentaron en Yucatán. Los primeros en el siglo XVIII y los otros a principios del siglo XIX.
 
Situado el origen, que en su vida cuenta y es relevante, como lo es todo origen, para cualquier ser humano, construye la narrativa de su vida desde su nacimiento al día de hoy.
 
En ese recorrido nos podemos o no reconocer, nos podemos o no identificar, pero vemos al otro, al que no soy yo, que me hace verme a mí. Solo en la conciencia de la existencia del otro cobro conciencia de mí mismo.
 
De la lectura del recorrido que nos propone Joaquín Ignacio de su vida, él y yo compartimos, entre otras muchas cosas, haber sido jesuitas, me llama la atención la manera de hacerlo.
 
En el quitar capas a la cebolla, para llegar al centro, pero también desde el centro quitarlas, para llegar al exterior, encuentro tres niveles distintos en la narrativa o tres narrativas distintas que una se sostiene en la otra.
 
Joaquín Ignacio hace un esfuerzo, para de manera franca y honesta, abierta, contarnos con objetividad, en la medida que esto es posible, el devenir de su vida, la cotidianidad que día a día construye su historia.
 
Luego, en otro nivel, capas adentro de la cebolla, reflexiona sobre su vida. Toma distancia de los hechos y los trata de entender, de comprender el significado de los mismos. Comparte con nosotros esas valoraciones.
 
Y todavía más, en otro nivel, que camina del dentro al afuera de la cebolla está la realidad, el contexto social en el que ha vivido. Sin él no hay posibilidad de explicar a fondo lo que se es.
 
Su biografía es expresión de la dialéctica permanente de esas tres realidades, que constituyen la historia personal: la vida de todos los días, la reflexión sobre ella y la realidad del contexto donde esta transcurre.
 
En la dedicatoria del libro Joaquín Ignacio, mi amigo, escribe: "Te comparto este relato muy personal. Compartimos ideas y momentos de profunda identidad". Es sin duda, ese es su valor, un relato muy personal.
 
Yo es otro
La vida es una aventura estrictamente personal
Joaquín Ignacio Peón Escalante
Castellanos Editores
México, 2021
pp. 427

Fundación Esposos Rodríguez

Rubén Aguilar Valenzuela
 
El 24 de marzo tuvo lugar la entrega del Premio Rubén Aguilar Monteverde que desde 2012 otorga la revista Ganar + Ganar, referente nacional en el campo de la filantropía empresarial.
 
En 2022, el comité de premiación lo concedió a la Fundación Esposos Rodríguez, organización que, el próximo abril, cumple 76 años de existencia y tiene su sede en Hermosillo, Sonora.
 
Antes han recibido el premio: Alejandro Ramírez Magaña (2012); Manuel Medina Mora (2013); Carlos Slim Domit (2014); Alfredo Harp Helú (2015) y Guillermo Soberón Acevedo (2016).
 
Y también: David Kershenobich Stalnikowitz (2017); Mercedes Aragonés y Ruipérez (2018); Pilar Servitje Montull (2019); Enrique González Torres (2020) y la Fundación Gonzalo Río Arronte (2021).
 
El que escribe en la entrega del premio leyó la semblanza de la Fundación Esposos Rodríguez que aquí comparto:
 
1946-2022
 
76 años de existencia de la Fundación Esposos Rodríguez.
 
76 años de éxito en cambiar la vida de más de 80 mil personas a través de becas económicas en apoyo a las y los estudiantes sonorenses en distintos niveles educativos.
 
El 15 de abril de 1946 el general Abelardo L. Rodriguez, presidente de México (1932-1934) y gobernador de Sonora (1943-1948), reúne a un grupo de personas para constituir la Fundación Esposos Rodríguez.
 
Nace con un capital semilla donado por el general y su esposa Aída Sullivan. Un millón de pesos de aquellos años.
 
Surge con un objetivo estratégico preciso: apoyar económicamente a "jóvenes sonorenses aprovechados y con necesidad económica", para el logro de sus metas educativas.
 
Desde un inicio, el general y su esposa encargan a un grupo de patrones fundadores la custodia, desarrollo y administración de la fundación.
 
Esa decisión, inteligente y visionaria, ha sido clave en el éxito de la fundación. Es parte fundamental de su originalidad y también de su efectividad a lo largo de estos 76 años.
 
Nace como una institución de la sociedad civil a cargo de ciudadanos comprometidos con su comunidad. No centrada en su fundador.
 
La fundación es una organización autosustentable a partir de un sólido patrimonio inmobiliario en las áreas comercial, industrial y vivienda. Es un ejemplo a nivel nacional e internacional.
 
Para situarse en las condiciones cambiantes de la realidad, la fundación ha evolucionado. Siempre, bajo el espíritu de sus fundadores y el propósito inicial.

El levantamiento de la sociedad ucraniana contra el títere ruso

Rubén Aguilar Valenzuela
El documental Invierno de Sangre: La lucha de Ucrania por la libertad (Ucrania, 2015) del director Evgeny Afineevsky registra los hechos que tuvieron lugar en Ucrania, durante los 95 días que duró lo que se conoce como el Euromaidán (21 de noviembre del 2013 hasta el 23 de febrero del 2014) una revolución ciudadana, que derroca al presidente Víktor Yanukóvich títere de Rusia.
 
La lucha inicia de manera espontánea cuando jóvenes se manifiestan en la Plaza de la Independencia (Plaza Maidan), en Kiev, por la decisión del gobierno de que Ucrania no ingresara a la Unión Europea (UE). Era lo que quería Vladimir Putin, el presidente de Rusia. A partir de esa primera manifestación todos los días, sobre todo estudiantes, pero también trabajadores y ciudadanos de todas las clases sociales, sin militancia política, se empiezan a reunir.
 
En la medida que pasan los días, sin una convocatoria oficial y tampoco un único líder, a la demanda de ingresar a la UE, de ser europeos, se añaden las exigencias de un país más democrático, más incluyente y participativo. La movilización ciudadana era pacífica, pero la reacción del gobierno fue la represión a través de los berkut, las fuerzas militarizadas de la policía.
 
La represión no amedrenta a la manifestación popular, que se atrinchera en la Plaza de la Independencia. A las primeras exigencias se añade la demanda de la renuncia del presidente prorruso Yanukóvich. La lucha, que termina en febrero de 2014, deja a 121 muertos, hay versiones extraoficiales que el número de las víctimas fueron 790. Se cuenta en dos mil los heridos y 200 los desparecidos.
 
La represión convoca y añade a nuevos manifestantes. Actúa en sentido contrario a lo que persigue el gobierno con brutales e irracionales métodos violentos. Ante la fuerza y el crecimiento de la movilización ciudadana, el presidente deja el país y huye a Rusia.
 
Las imágenes del documental, de enorme fuerza y dramatismo, muestran, día a día, la lucha ciudadana y la represión del gobierno. Registra las instalaciones y el funcionamiento del campamento que los manifestantes establecen en la plaza (Maidán).  En pleno centro de la ciudad construyen una ciudadela fortificada desde donde resisten el embate del gobierno, que radicaliza su violencia. Utiliza francotiradores que disparan para matar.
 
En el documental aparecen entrevistas con manifestantes, hombres y mujeres, de diversos sectores sociales. Su convicción es la misma: "Estamos dispuestos a dar nuestra vida por la libertad". Evgeny Afineevsky registra un momento de la historia de Ucrania, pero también es un homenaje a la valentía y arrojo de la ciudadanía que no está dispuesta a someterse a la arbitrariedad y la violencia del poder. Es una Revolución de la Dignidad.
 
Las tomas que se utilizan en el documental, de enorme carga dramática, meten al espectador en las acciones que tienen lugar. El material fílmico es de archivos distintos, tomado por muchas manos y con diversos instrumentos, y con éste se hace un gran trabajo de edición.
 
El documental ofrece claves, ocho años después de los hechos del Euromaidán, para entender la resistencia de la sociedad ucraniana ante la invasión de las tropas rusas ordenada por Vladimir Putin. De cara a lo que ocurrió en aquella ocasión no será fácil, para Rusia, como ya se está viendo, doblegar a los ucranianos.
 
Para Afineevsky, el documental exhibe el sentir del pueblo ucraniano ante la situación actual. Y afirma que: "Las revueltas de Euromaidán fueron una lección para Putin. No puede dejar que Ucrania sea libre. Como Putin no puede ganarse sus corazones, ahora está intentado una manera de quedarse nuevamente con el territorio (...) Le importa el territorio, no la gente".
 
Se puede ver en Netflix
 
Invierno de sangre: La lucha de Ucrania por la libertad
Título original: Winter on Fire: Ukraine´s Fight for Freedom 
Producción: Ucrania, 2015

Dirección: Evgeny Afineevsky
Guion: Evgeny Afineevsky
Fotografía: Evgeny Afineevsky, Oleg Balaban, Maxim Bernakevich, Ruslan Ganushchak, y once camarógrafos más.
Música: Lasha Klebe

El INE aplica la ley

Ruben Aguilar Valenzuela
El INE no hizo la Ley Federal de Revocación de Mandato que para su aprobación contó con los votos de los diputados y senadores de Morena.
 
Al INE lo que le toca es señalar cuando alguien la viola y con los elementos que le otorga la misma ley hacer todos los esfuerzos, para que esta se cumpla.
 
Si el INE no hiciera eso se convertiría en cómplice de quienes violan la Constitución y la ley. Y el mismo sería objeto de señalamientos jurídicos por parte de los órganos correspondientes. 
 
La Ley de Revocación de Mandato, que en esa materia reglamenta la Constitución, señala que: el INE "será la única instancia a cargo de la difusión" de ese ejercicio. No se presta a ninguna duda e interpretación.
 
El presidente López Obrador en el proceso electoral de 2021 violó la Constitución y la Ley Electoral en 89 de los 90 días que duró la campaña, como en su momento lo señalaron el INE y el TEPJF.
 
En la veda electoral, en las mañaneras y en giras, en contra de lo que señala la Constitución, intervino con diversas declaraciones en la elección e hizo propaganda de las acciones del gobierno. Ambas cosas prohibidas.
 
En el proceso de revocación de mandato también existe veda electoral, que el presidente la ha violado de manera consciente y sistemática. Y ahora también ha ordenado a los suyos que lo hagan.
 
La jefe de Gobierno de la Ciudad de México destaca en el cumplimiento de lo que le pide haga. Ella también de manera permanente se dedica a violar la ley.
 
En una decisión golpista, el presidente ordenó a sus diputados y senadores modificar la ley para permitir que los funcionarios realicen propaganda sobre el ejercicio de revocación de mandato.
 
La oposición se opuso, pero la mayoría morenista se impuso. Es un decreto sin validez jurídica. Lo sabe el presidente y los dirigentes de morena. Esa modificación requiere se cambia la Constitución. No tienen los votos, para hacerlo.
 
Su ley, que solo ellos reconocen, es una patente de corso, para justificar su trabajo de propaganda. Es una acción ilegal con visos golpistas. Es violentar conscientemente el Estado de Derecho.

El INE, es su obligación, ha dicho que seguirá aplicando la ley. El presidente continuará violando la Constitución y la ley reglamentaria. También lo seguirán haciendo los funcionarios del gobierno y los congresistas de Morena y sus aliados.
 
En la visión ideal del presidente, el INE debería dejar de ser un órgano autónomo, para pasar al control de la Secretaría de Gobernación. Su molestia es que no lo puede manejar a su antojo. Piensa como los viejos priistas. Es uno de ellos.
 
La preocupación del presidente y los suyos, no es que pueda ganar la revocación de mandato. Las encuestas indican que el 74 por ciento de los electores dice que el presidente debe terminar su periodo.
 
Lo que los tiene desesperados, desencajados, es que participen pocas personas en el gran ejercicio de propaganda política en el que han convertido el evento del próximo 10 de abril. Requieren gente.
 
El padrón electoral tiene 93 millones 466 mil votantes. En su imaginario fantasioso, conocen los números reales, si solo votan diez o menos millones, implicaría que solo el 10 por ciento de la población se manifestó.
 
Daría al traste con la idea ilusoria de que decenas de millones de mexicanos y mexicanas salieron a la calle a pedir que el presidente permanezca en su cargo. Eso, ellos lo saben, no va a suceder. Los frustra. Buscan desde ya culpables de su fracaso.
 
El ejercicio va a transcurrir sin más. Los que se presenten a votar, que será en un número muy lejano de los 30 millones que lo eligieron mandatario en 2018, dirán que se quede.
 
El presidente, a pesar de la baja participación, en la mañanera del día siguiente dirá que el "pueblo de México le pide que permanezca en el cargo". El guion del discurso está hecho hace muchos meses.

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