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Amor de verano, amor de economía

Francisco Tobías

Las vacaciones de verano además de ser un tiempo de entretenimiento, descanso, convivencia familiar y más, son un fuerte detonante de la economía nacional, bueno incluso a nivel mundial. Y es que la industria sin chimeneas, como se le conoce al turismo, está generando un consumo, de la nada despreciable cantidad, de 670 mil millones de pesos, según los datos que ha proporcionado la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo.

Después de dos años con restricciones por la pandemia del Covid-19, después de varios tropiezos de la economía mundial y mexicana, pareciera que las vacaciones nos vienen en bien, por lo menos de manera económica. La reactivación del turismo significa la reactivación de la economía, de hecho, los beneficios, por lo menos económicos, serán hasta para quienes no tuvimos vacaciones o no salimos de nuestra casa, ya que aún en nuestra ciudad podemos realizar turismo y también generar derrama económica.

La reactivación de las vacaciones colabora en la generación de empleos, directos e indirectos, logran aumentar la inversión tanto nacional como extranjera, así como el incremento en la productividad de nuestra economía.

La tecnología y las nuevas formas de hacer comercio se están presentado cada vez con mayor frecuencia en la economía mexicana y el turismo no es la excepción pues el 25% de las rentas ya se una casa, departamento o habitación de hotel se han realizado por medio de aplicaciones y plataformas digitales.

Para dimensionar la importancia del turismo en la economía mexicana basta señalar que casi el 9% del PIB se genera en el sector turístico.

Y lo más impresionante de todo es que los efectos económicos, positivos o negativos, del turismo son un hecho colateral pues en esencia las vacaciones no es lucrar, sino vivir una experiencia, pero pareciera que tanto la economía como la política están intrínsecas con cualquier actividad humana.

Y “PUM” vendemos más gasolina

Francisco Tobías

Los subsidios son herramientas utilizadas por los gobiernos en materia económica para estimular el consumo de cierta mercancía, absorbiendo una parte del precio final, para que el consumir final pague menos. Podríamos decir que es lo opuesto a un impuesto.

El objetivo de los subsidios es lograr que los integrantes de una economía puedan acceder a ciertos bienes y servicios lo cuales colaboren a satisfacer las necesidades. En ciertos sistemas económicos, las familias con mayores ingresos, por medio de políticas gubernamentales, subsidian a las que tienen un ingreso menor, pero sería ilógico e irracional buscar o pretender que las familias con ingresos bajos subsidien a las de mayor ingreso.

Desde hace 18 semanas el gobierno ha dejado de cobrar el IEPS en la gasolina y diesel, con la intención de que el precio de estos hidrocarburos no se eleve, aún más, a consecuencia del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia. En promedio el precio por cada litro de gasolina pagamos 5 pesos menos, logrando por un lado “ahorrando” a los consumidores un monto de casi 106 mil millones de pesos, al mes de junio, sin embargo, hay por lo menos dos daños que no se han mencionado.

Primero, el subsidio al IEPS en la gasolina y diesel sólo beneficia al 20% de los mexicanos, porcentaje que tienen mayores ingresos al resto, ya que ellos contribuyen con un porcentaje del 44.5 de este impuesto, mientras que el 20% de las familias más pobres sólo aportan un 5.8% de lo que sería el ingreso total por concepto del IEPS. Segundo, el gobierno federal al dejar de tener estos ingresos, se calcula que para todo el 2022, dejará de recibir por concepto de este impuesto cerca de 250 mil millones de pesos, dinero que bien podría utilizarse para el bienestar de los mexicanos, por supuesto, en especial a quienes menor ingresos tienen, como por ejemplo, medicamentos para los niños con cáncer, el mejoramiento de la infraestructura educativa, beneficios alimentarios, creación de programas de autoempleo y emprendimientos, o bien en gastos productivos como la modernización de las carreteras.

Hace algunos días el presidente Andrés Manuel López se reunió con su homologo norteamericano, Joe Biden, la autoridad mexicana le propuso buscar mecanismos para el aumento en la producción de la gasolina en el norte de México para que los sureños norteamericanos, puedan comprar gasolina “más barata” en México.

Pareciera que aquel lema de: “Primero los pobres” pasó a segundo plano para el ejecutivo federal y no conforme con que los mexicanos de menor ingreso subsidien a quienes tienen mayor ingreso, ahora busca que los mexicanos, quienes tenemos un ingreso mucho menor a los norteamericanos, subsidiemos el consumo de la gasolina mexicana para nuestros vecinos del norte. Una propuesta más que inviable hasta ridícula.

¡Feliz cumpleaños!

Francisco Tobías

El nuevo tratado de libre comercio entre México, EUA y Canadá, mejor conocido como el T-MEC, ha cumplido dos años. Es importante señalar que este tratado, que nos involucra aún más en la globalización, fue una herramienta fundamental para que la economía mexicana no cayera, aún más, durante la pandemia del Covid-19.

Muy interesante resulta analizar el comercio que tenemos con el resto del mundo durante los primeros 4 meses de este año, pues de un total de casi 180 millones de dólares norteamericanos que exportamos, el 84% es decir, poco más de 151 mil millones se comercializaron con Canadá y EUA, mediante el T-MEC. Según la oficina del Censo del gobierno norteamericano, en el 2021 el comercio entre México y Estado Unidos fue por un monto de 620 mil millones de dólares, monto equivalente a una cuarta parte del PIB mexicano o bien para dimensionar el monto cabe mencionar que Bélgica tuvo en el 2021 un PIB de tan sólo 539 mil millones de dólares.

El convenio comercial ha funcionado como soporte para nuestra economía. Sin embargo, no ha sido suficiente pues hace dos años, según el FMI, la economía mexicana ocupaba la posición 14 en el ranking mundial, hoy somos la economía número 16 y de continuar con la misma ruta de economía política, en el 2023 seremos la 17va.

¿Qué le falta a la economía mexicana para volver a convertirse en ese gran imán de IED y lograr un crecimiento económico, para llegar a un desarrollo económico? La ausencia de políticas económicas que resuelvan problemas de fondo, los programas asistencialistas generalizados, la falta de certeza legal para las empresas por parte de la autoridad, la falta de gasto público productivo, el incremento desmedido de la inseguridad, aunado a la falta de voluntad, son alguno de los factores que no han ayudado.

Hoy las condiciones laborales, referente a la calidad en la mano de obra, así como la oferta, están generadas, además existen estados como Coahuila donde la infraestructura educativa, de transporte y logística son un imán para las inversiones. Por ello no es de extrañarse que sea uno de los estados donde mayor empleo se ha generado.

Al T-MEC le quedan 14 años de vida, 4 para su primera revisión, tiempo suficiente para que con voluntad podamos lograr el desarrollo económico.

¿Carambola de dos bandas?

Francisco Tobías

Durante los meses recientes hemos observado en el mercado de divisas a un peso mexicano fuerte, que ha podido mantenerse con una paridad por debajo de los $20.00 por cada dólar americano, pero ¿por qué?

Existen tres tipos de cambio en la política cambiaria, el primero es el tipo de cambio fijo, en el cual la autoridad monetaria de una economía establece un tipo de cambio, valga la redundancia, fijo, el cual, en teoría no debería de cambiar, sin embargo, esta política ha demostrado que a mediano plazo ocasiona además de devaluaciones, inflación y desempleo, como sucedió en nuestro país durante los sexenios de José López Portillo y Luis Echeverría. Otra política cambiaria es la llamada fluctuante, en la cual se permite a las fuerzas del mercado establecer el tipo de cambio de acuerdo a la oferta y demanda. El mercado de divisas funciona como cualquier otro mercado donde la oferta y la demanda interactúan logrando establecer un punto de “acuerdo”, llamado por los economistas como punto de equilibrio, y éste está determinado por la cantidad que tanto los oferentes están dispuestos a vender su mercancía, y los demandantes a comprar al mismo precio.

Es decir que cuando la demanda de dólares aumenta el precio de dólar sube, por convertirse en una moneda escaza y cuando los mexicanos queremos vender dólares el precio de la moneda norteamericana baja.

En México desde hace varios sexenios, el Banco de México, ha decidido utilizar una política conocida como tipo de cambio fluctuante sucio, en la cual se establecen “limites” superiores e inferiores para que en el momento en que el tipo de cambio este por llegar a esos niveles, se utilicen las reservas internacionales, ya sea para vender dólares y poder bajar el precio o bien comprándolos para aumentar el tipo de cambio.

Entonces podríamos pensar que las reservas internacionales de México estarían a la baja para poder mantener un tipo de cambio menor a los 20 pesos por dólar, pero no es así, por increíble, hay una explicación muy sencilla, que parezca las reservas han aumentado. En julio de 2022 contamos con un equivalente a 198,769 millones de dólares, cuando en diciembre de 2018 teníamos 174,793 millones de dólares.

La explicación de por qué el tipo de cambio se ha mantenido por debajo de los $20.00 y las reservas internacionales de México han aumentado es gracias a las remesas que millones de mexicanos, la mayoría con estancia ilegal, envían a sus familias a territorio mexicano.

Cuando los trabajadores mexicanos que se encuentran, la mayoría en los Estado Unidos, envían dinero a sus familias, los envían en dólares y al cobrar este dinero en México sus familiares lo reciben en dólares, ocasionando que la oferta de dólares se mantenga y así mantener el tipo de cambio.

Mal utilizaría el termino billarístico, al decir que es una carambola de dos bandas para el gobierno federal, pues mientras logra aumentar las reservas internacionales, mantiene el tipo de cambio, y todo esto gracias a los trabajadores mexicanos que no encontraron oportunidad laboral en México.

Todo tiene un precio

Francisco Tobías

Otra vez la Junta de Gobierno del Banco de México aumentó la tasa de interés de referencia, para ubicarla en 7.75%. A este tipo de políticas económicas se les conoce como políticas monetarias restrictivas, ya que buscan retirar dinero del mercado y así poder controlar el aumento en los precios.

La explicación es que cuando existe mucho dinero en las manos de los consumidores, éstos por lógica consumen una mayor cantidad de mercancías, provocando que estas se escaseen y por ende el precio aumente, por ello la autoridad monetaria al incrementar la tasa de interés provoca por un lado que los créditos sean más caros inhibiendo el consumo a crédito y además el inversionista prefiera realizar la inversión de manera financiera.

Los precios han aumentado de manera exorbitante, como no se había experimentado en los últimos 30 años, no sólo en México sino en la mayoría de las económicas del orbe. Los motivos de este fenómeno económico, principalmente se deben a dos factores, el primero fue el paro económico mundial que “sacudió” al mundo por cuestiones de la pandemia del Covid-19, y es que la cuarentena provocó escases de materias primas y mercancías causando estragos en las líneas de producción cuando se intentó reactivarlas; el segundo factor que ha provocado la inflación es la guerra entre Ucrania y Rusia, conflicto bélico que ha encarecido alimentos,  fertilizantes, además de petróleo y sus derivados.

Sin un acompañamiento fiscal y de incentivos para las inversiones esta política monetaria, que busca controlar la inflación, ocasionará una recesión para finales del 2022, ya que, al contraerse la demanda, la inversión y la generación de empleos tendrán la misma ruta, ocasionando así desempleo.

Por el momento parece ser que no es tiempo de comprar a crédito, y si lo va a hacer cerciorase que sea a tasa fija, en caso de contar con un crédito a tasa variable la recomendación es pagarlo lo antes posible.

Pareciera que todo tiene un precio, el precio del dinero es la tasa de interés, y por increíble que parezca se busca que, aumentando el precio del dinero, el precio de las mercancías no siga aumentando.

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