Parafraseando al Maestro Octavio Paz, las redes sociales son el equivalente moderno del ágora de la antigua democracia. Cerrarlos a la discusión de los asuntos públicos es cerrar la vía al proceso de reforma. Así nunca llegaríamos a ser una nación democrática.
La gran fuerza que han adquirido las "benditas redes sociales" han permitido que cada vez más la opinión pública sea la opinión del pueblo. Por ello cada vez es más necesario que este nuevo instrumento de la sociedad sea utilizado con una visión teórica de la opinión pública. Entiendo ésta como una fuerza gobernante que constituye una forma singular de la relativización del Estado al pueblo y de la identificación del poder del Estado con la voluntad del pueblo.
La opinión pública es opinión de voluntad política en forma racional, por lo cual no se agota nunca en la mera imitación y el contagio psicológico colectivo. La importancia de la opinión pública para la unidad estatal, dice Heller, es tanto mayor cuanto más precisa y comprensivamente se haya condensado en juicios políticos firmes y a menudo indiscutidos.

La crisis derivada del desarrollo de la pandemia Covid-19 ha generado dos grandes preocupaciones en el mundo y en la sociedad mexicana; la de salud, consubstancial al temor de contagiarse por virus; y la otra, el riesgo del deterioro de la economía de cada uno de los habitantes. ¿De qué voy a vivir; qué va a pasar con mi empleo; qué con mi negocio, qué con mis inversiones? son las preguntas que impregnan el ambiente, según en la escala socioeconómica donde te encuentres.
La actual crisis en materia de salud, provocada por la aparición y desplazamiento por el mundo del virus Covid-19, ha generado incertidumbre en los pueblos y sus gobiernos. México, desafortunadamente, ha sido alcanzado por el fenómeno. Ante la embestida, en apariencia oportunista, de los opositores de su gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en un ambiente de confrontación, su estado ideal, se ha puesto en guardia, y para ello ha actuado en dos vertientes.