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Siria y la Mossad

Rubén Aguilar Valenzuela

 
El Espía (Estados Unidos, 2019) es una serie de Netflix en seis capítulos sobre la vida del agente de la Mossad, Eli Cohen (Sacha Baron Cohen), que en los años sesenta se infiltra en las estructuras más altas del poder en Siria. La dirección y el guión es de Gideón Raff y Max Perry a partir del libro L'espion qui venait d'Israël (El espía que vino de Israel), de Uri Dan y Yeshayahu Ben Porat.

Cohen nace en 1924 en Alejandría en el seno de una familia judía originaria de Alepo, Siria. En 1949 sus padres y tres hermanos decidieron mudarse a Israel, pero él decide quedarse en Egipto, para colaborar con la comunidad judía que quiere emigrar a Israel. En 1957, tras la Guerra de Suez, Cohen llega a Israel y solicita ser incorporado a la Mossad, pero en dos ocasiones lo rechazan.
 
Esto porque en la valoración de la agencia israelí Cohen tenía  "un alto coeficiente intelectual, un coraje notable, una memoria fenomenal y capacidad para guardar secretos", pero que "a pesar de su apariencia modesta, era extremadamente vanidoso y tenía muchos conflictos internos".

En 1959 se casa con Nadia Majald, una judía iraquí. Su situación económica no es buena. Él trabaja como contador y ella como costurera en su casa. En 1960, la Mossad lo contacta, pero ahora es él quien rechaza la oferta. Un mes después pierde su trabajo y de nuevo se acerca con la agencia. Su misión es infiltrarse en la cúpula del poder político en Siria, para hacerse de información que ayuda a Israel en la lucha que mantiene con ese país.

Cohen hablaba árabe, inglés y francés. La Mossad lo somete a un intenso entrenamiento de seis meses antes de iniciar la operación. Su primer destino es Buenos Aires, ya como Kamal Amin Thabet, con el objeto de ganar la aceptación de la comunidad de expatriados sirios que viven en Buenos Aires, Argentina.

Aquí se hace pasar como un rico empresario textil que se define como un nacionalista sirio, aunque nunca haya vivido ahí, que quiere ir a su patria, para ayudarla. En Buenos Aires, con una gran facilidad, logra ganarse la amistad de miembros influyentes de la comunidad de expatriados sirios, entre los que se contaban diplomáticos y personal militar de la embajada.

Una figura clave, que después jugará un papel importante en la historia Siria, es el coronel Amin al-Hafez, simpatizante del Partido Baaz, que se desempeña como agregado militar en la Embajada de Siria en Buenos Aires. Después será una relación fundamental en el trabajo de Cohen.

En 1962 se instala en Damasco con el aval de sus nuevos amigos. En la capital siria empieza a llevar una intensa vida empresarial, exporta e importa, y también social. En su casa organiza fiestas a las que asisten funcionarios del gobierno e integrantes del Ejército. A menudo terminan en orgías, que se hacen célebres.

Cohen se gana la confianza de sus invitados, los que él quiere, y se vuelve su confidente. Y también el "soltero" más codiciado en Damasco. Se relaciona con mujeres de las familias más ricas y poderosas de Siria.

A través de sus amigos se hace invitar a las oficinas públicas y también logra visitar bases militares de alto valor estratégico, como las fortificaciones secretas situadas en los Altos del Golán, que Israel va después a ocupar gracias a la información filtrada por Cohen.

Genera mecanismos diversos, para con mucha frecuencia mandar información a las oficinas de la Mossad a través de mensajes en código Morse y también documentos y fotografías que hace llegar en los objetos que exporta a Europa.

Con el tiempo, Cohen se hace muy cercano a George Saif, quien ocupa un alto cargo en el Ministerio de Información. Ahí, como hombre de confianza, tiene acceso a documentos confidenciales. En 1963, Hafez da un golpe de Estado y asume la conducción del gobierno. El nuevo primer ministro lo consulta e invita a reuniones e incluso llega a proponerle que se haga cargo del viceministerio de Defensa.

La situación en Siria y los cambios en el gobierno inquietan a Cohen que se siente menos seguro. En 1964 viaja a Israel, se encuentra con su familia, y pide a la Mossad terminar con la misión. La instrucción es que debe regresar. Al parecer en su trabajo se vuelve menos cuidadoso.

Un error, que nunca debió haber cometido, fue transmitir los mensajes cada día a la misma hora, lo que facilita a la contrainteligencia siria rastreara su señal. En 1965, gracias a equipos soviéticos, agentes irrumpen en el departamento de Cohen en medio de una transmisión. Es arrestado y torturado, pero siempre se negó a dar información sobre Israel.

El gobierno israelí, tras su detención, inicia una campaña mundial, para pedir su liberación, pero ya nada se podía hacer. El 18 de mayo de 1965, Cohen es ahorcado en una plaza pública de Damasco. Sus restos nunca fueron devueltos a su familia. En Israel se le considera un héroe nacional y uno de los mejores espías que ha tenido la Mossad a lo largo de su historia.

La construcción de la historia está bien hecha. Los capítulos mantienen el interés. La actuación de Baron Cohen es muy buena. Es creíble.

El espía
Título original: The spy
Producción: Francia, 2019(Netflix)

Dirección: Gideón Raff y Max Perry
Guión: Gideón Raff y Max Perry en base al libro L'espion qui venait d'Israël (El espía que vino de Israel), de Uri Dan y Yeshayahu Ben Porat.
Fotografía: Itai Ne'eman
Música: Guillaume Roussel, Evgueni Galperine, Sacha Galperine
Con: Sacha Baron Cohen, Noah Emmerich, Hadar Ratzon Rotem, Nassim Si Ahmed, Yael Eitan, Mourad Zaoui, Hicham Goullal, Hassam Ghancy, Uri Gavriel, Waleed Zuaiter, Hyam Zaytoun, Alexander Siddig, Ait ben Azzouz Brahim, Reymonde Amsallem, Ahmed Boulane, Maria Zreik, Kamal Kenzo, Ori Pfeffer, Faical Elkihel, Yousef 'Joe' Sweid, Philippe Gray, Jawad Elbe, Benjamin Hicquel, Robbie Leacock, Marc Maurille, Mohcine Nadifi, Faycal Zeglat.
 

Promesas de campaña

Rubén Aguilar Valenzuela

Un tema central para conocer las expectativas que la ciudadanía tiene de los gobernantes y la credibilidad de lo que dicen es medir cuál es su apreciación de que éstos cumplan o no con sus promesas de campaña.

En el caso del presidente López Obrador la creencia de que va a cumplir con sus promesas de campaña cae mes con mes. No es algo especial y se mantiene en la línea de lo que siempre ocurre.

A un mes del triunfo electoral, en agosto de 2018, el 64.5 % creía que iba a cumplir con todas sus promesas de campaña, el 18.5 % que no las cumpliría y el 17.0 % que cumpliría algunas (El Universal, 19.11.15).

En agosto de 2019, un año después, ya solo el 52.1 % creía que iba a cumplir con todas sus promesas de campaña, el 21.0 % que no las cumpliría y el 22.9 % que cumpliría algunas.

Los 12.4 puntos que pierde, de un año a otro, en el rubro de sí cumplirá con todas sus promesas se reparten entre cumplirá algunas y no cumplirá que aumentan en su porcentaje.

La expectativa sigue a la baja y para noviembre de 2019 ya solo el 49.6 % piensa que sí va a cumplir con todas las promesas, el 22.8 % que no cumplirá y el 23.0 % que cumplirá algunas.

En relación con lo anterior está cómo se perciben las posibilidades de que el país mejore. En agosto de 2018, el 69.0 % creía que la situación iba a mejorar, el 16.0 % seguiría igual y el 6.5 % que empeoraría.

En agosto de 2019, un año después, ya solo el 60.8 % creía que iba a mejorar, el 21.8 % que seguiría igual y el 13.8 % que empeoraría.

La expectativa sigue a la baja y para noviembre de 2019 ya solo el 55.5 % piensa que el país sí va a mejorar, el 23.7 que seguirá igual y el 14.0 % que estará peor.

Entre agosto y noviembre de 2019 son las caídas más pronunciadas relacionadas con la expectativa de que el presidente cumpla con las promesas de campaña y de que el país va a estar mejor con su gobierno.

Se explican por los acontecimientos de Culiacán y la forma en la que el presidente y su gobierno actuaron y los nueve asesinatos de integrantes de la comunidad mormona en las inmediaciones de Sonora y Sinaloa.

Pero más allá de estos eventos, que son significativos, están los altos índices de inseguridad y de violencia, por ahora más elevados que en los sexenios anteriores. La ciudadanía esperaba mejores resultados en el tema de la seguridad. No los ha habido.

La vida y el pensamiento del padre Arrupe

Rubén Aguilar Valenzuela

A lo largo de mi vida uno de los hombres que más me ha impresionado es el padre Pedro Arrupe, S.J. (1907-1991), que fue general de la Compañía de Jesús (1965-1983). En 1979, asistió a la Tercera Conferencia General del Episcopado de América Latina, que se celebraba en Puebla.
 
En esa ocasión nos reunimos con él siete jesuitas de la Provincia de México, que participábamos de un movimiento al que dimos el nombre de "Jesuitas en Acción Popular". El encuentro fue tenso e intenso.
 
La discusión se prolongó por casi cuatro horas en la casa de los jesuitas del Colegio Oriente en Puebla. Ese intercambio de ideas, pero sobre todo la actitud del padre Arrupe, me marcaron y ha han sido fundamentales en mi vida.
 
El padre Arrupe (Centro Monseñor Romero / UCA, San Salvador, El Salvador, 2007) se integra a partir de un texto de Martin Maier, S.J, y otro de Ignacio Ellacuría, S.J. La Introducción es de Jon Sobrino, S.J.

"Pedro Arrupe, testigo y profeta", el texto de Maier, se divide en seis apartados. El primero, Vida de Pedro Arrupe, ofrece datos de su infancia, juventud y estudios de medicina; de su ingreso y formación en la Compañía de Jesús; de sus años como misionero en Japón; de su desempeño como superior general de los jesuitas y de su credibilidad como distintivo personal.

En Fe y justicia, el segundo, presenta la forma en la que el padre Arrupe entendía la fe y la justicia, pero sobre todo cómo las vivía. Se adentra en la manera que el general de la Compañía de Jesús pensaba que los jesuitas deberían de promover la fe y la justicia. Se trata también el tema de la injusticia estructural, de la pobreza y los pobres, de la política y de la persecución a causa de la lucha por la justicia.

El tercero, Inculturación, desarrolla un tema central en el pensamiento del padre Arrupe, que por 27 años vivió en el Japón. Es la inculturación del Evangelio, pero también entre las culturas. Conflictos, el cuarto, destaca la manera en que el padre Arrupe entendía el conflicto y se destacan algunos de los más importantes conflictos que el general de los jesuitas vivió al interior de la Orden, pero también en su relación con los papas. Se esboza la intervención que el papa Juan Pablo II hace de la Compañía de Jesús en 1981-1983.

Universalidad, el quinto, el padre Arrupe entendía que desde su nacimiento en 1540, la Orden de los jesuitas había nacido con una vocación universal que se traducía en estar presentes en todo el mundo y trabajar en los más diversos frentes de acción. Para el general de los jesuitas era muy importante la causa de la construcción de un nuevo orden internacional y también la de una "vida de lo suficiente", que rechaza la opulencia y la sociedad de consumo.

El sexto, El corazón de Pedro Arrupe, el autor propone lo que era fundamental en la vida de este extraordinario hombre y jesuita. 1) Su relación personal con Jesús, que es su guía en la vida y el hacer en la construcción de un mundo mejor. 2) La relación dialéctica entre lo contrarios (Oración y acción ...). 3) Lo que el general de los jesuitas llamaba la "gracia de la inseguridad". La inseguridad humana es un presupuesto para la experiencia de la seguridad en Dios.

Ellacuría escribe "Pedro Arrupe, renovador de la vida religiosa" que se estructura en dos partes. La primera, El padre Arrupe visto desde la crisis centroamericana, aborda  la tensión que se dio entre el general de la Compañía de Jesús y los jesuitas de la Provincia de Centroamérica.  En esa tensión, que implicó una nueva manera de entender la realidad de la pobreza y la injusticia y de definir cuál era el papel de los jesuitas frente a ese mundo, surgieron nuevas maneras de entender la vida religiosa. Esa tensión fue fundamental, para que los jesuitas centroamericanos definieran el papel que debían jugar, y también para que el padre Arrupe visualizara los cambios que deberían de hacerse en la vida religiosa.

La vida religiosa en renovación, la segunda, plantea los ejes que guiaron el cambio que el padre Arrupe propuso para la vida de los jesuitas, pero también para las y los religiosos de las más diversas congregaciones. El primero, que la renovación debe verse como obra del espíritu. El segundo, que hay que vivir abierto a la historia y a los signos de los tiempos. El tercero, que la evangelización es el anuncio de la buena nueva, que bebe ser llevado a los pobres. Evangelización y liberación son lo mismo.

El cuarto, que la misión es ir preferencialmente a los pobres. Hay que aliviar a la humanidad de las cadenas del pecado de la injusticia y de sus causas. El quinto, que la vida religiosa debe conservar su talante profético y por eso mismo implica un cierto sentido de confrontación de parte de las y los religiosos. El sexto, que es necesario situar en su justa medida la relación entre autoridad y obediencia. La autoridad debe ejercerse de modo evangélico y no como expresión de poder. El séptimo, que la vida religiosa está vigente hoy y que también lo será en el futuro.

Ellacuría subraya que el padre Arrupe fue un gran renovador de la vida religiosa a partir de los siete ejes a los que se hace mención. En su propuesta era indispensable, no se entendía sin ella, la relación dialéctica entre una intensa y profunda vida espiritual, donde Jesús es el centro, y la acción en el campo de las "realidades terrenas". Es una tensión permanente que anima la vida de las y los religiosos.

El texto de Maier ofrece una visión general de la vida del padre Arrupe y se adentra en su pensamiento espiritual, teológico, filosófico y social. Es una buena guía, para profundizar en ambas direcciones. El texto de Ellacuría, aunque se centra en la vida religiosa, ofrece un panorama muy amplio de un punto central de la tensión del padre Arrupe con los papas y que fue la manera de entender cómo debía vivirse la vida religiosa en la realidad de hoy, en particular en la realidad de la pobreza y la injusticia.


El padre Arrupe

Martin Maier, S.J. e Ignacio Ellacuría, S.J.
Centro Monseñor Romero / UCA
San Salvador, El Salvador, 2007
pp. 100

Museo de Culturas Populares

Rubén Aguilar

Centro Cultural Mexiquense

Toluca, Estado de México

 

Edificio

Se ubica en lo que fue un convento de finales del XVII, que después se convirtió en la Hacienda La Pila y luego escuela de capacitación agraria. En 1986 el edificio fue remodelado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Se inauguró en 1987.

Colección

Se integra por obras de la producción artesanal del Estado de México. La exhibición se organiza en cinco salas permanentes. Hay piezas de alfarería, cestería, muebles, instumentos musicales, textiles, vidrio soplado, máscaras, juguetes, platería y  pirotecnia.

 

Hay también tapetes de Temoaya; rebozos de Tenancingo; textiles mazahuas; retablos de semillas de Metepec; cucharas, molinillos, palas de madera blanca de copalillo, de Ixtapan de la Sal y San Antonio la Isla. Se expone la colección en miniatura de hueso elaboradas por uno de los grandes maestros del arte popular, Roberto Ruiz.

Hay la reprodcción de una cocina de hacienda de principios del siglo XIX. Tiene todos los objetos que les eran característicos. Destaca el Árbol de la vida más grande que existe, elaborado por artesanos de Metepec; una troje construìda en 1836; trajes y objetos antiguos de charrería y  pinturas de principios del siglo XX.

Comentario

Frente a la enorme riqueza de la producción artesanal del Estado de México, lo exhibición me pareció muy modesta. El arte popluar mexiquense merece estar mejor representado.

Bolivia desde Bolivia 

Rubén Aguilar Valenzuela 
A Evo Morales "nadie le dio un Golpe de Estado, la insurrección juvenil lo corrió" escribe el boliviano Carlos Toranzo Roca, uno de los intelectuales progresistas más conocidos y reconocidos en su país.

En 1971 era integrante de la Asamblea Popular cuando el golpe de Estado perpetrado por el general Hugo Banzer, para establecer un régimen dictatorial (1971-1978) que después es derrocado por la junta militar del general Juan Pereda Asbún.

Toranzo y su compañera, junto con otros bolivianos perseguidos por la dictadura, se exilian en México. Su hermano guerrillero había sido asesinado por el Ejército. En la Facultad de Economía de la UNAM imparte el seminario sobre El Capital de Marx. Cuando estudié la maestría en sociología llevé con él ese curso dos semestre.

A partir de los noventa, con la vuelta de la democracia a Bolivia, Toranzo, ya de regreso en su país, dedica su trabajo a reflexionar sobre la construcción de la democracia y la caracterización de la sociedad boliviana. Tiene libros y decenas de artículos sobre el tema.

En "¡Viva la democracia y los jóvenes!", publicado el pasado martes en Página Siete de La Paz, analiza la caída de Morales y la reacción de la sociedad boliviana. Su lectura de los hechos es bien distinta a la del gobierno de México.

El boliviano, gran conocedor de la realidad mexicana, asegura que Morales "mandó matar, sembró odio para dominar al país, dijo que hay discriminación, lo hizo para manipular y cosechar adictos a su proclama de odio. Cosa igual hizo García Linera, ese ex guerrillero que alentó el odio. ¿Acaso Morales y García Linera defendieron a los indígenas? No, los reprimieron en Chaparina. ¿Acaso defendieron la madre tierra? No, quemaron la Chiquitania".

Morales y los suyos "usaron a los indígenas. Utilizaron la discriminación para manipular a la gente (...) Durante 14 años corrompieron a los movimientos sociales, compraron a los mineros, cooperativistas, a la Central Obrera Boliviana; a base de prebendas los volvieron masistas. Hoy ellos abandonan al MAS; no basta, requieren otros valores, precisan recuperar la ética que perdieron".

Para Toranzo "la OEA con su auditoría le dio un balón de oxígeno, tardío, pero sirvió, pues demostró el fraude monumental y manipulación de los resultados electorales, lo cual ameritaba juicios penales a los responsables del fraude, es decir a Morales. Renunció quien fue autoritario en el poder y caminaba a ser dictador".

Piensa que, ante la maniobra de Morales para perpetuarse en el poder, "la población decidió por nuestra Bolivia que es de la democracia, no la del narcotráfico del Chapare. La gente, los jóvenes, las mujeres optaron por Bolivia, GRACIAS jóvenes por la defensa de valores y su óptica de defensa por la paz. Gracias jóvenes por silenciar a los pocos que quieren hablar de discriminaciones".

Y añade ahora "estamos esperando a los exiliados, deseamos acabar los juicios indebidos y que salgan de la cárcel los inocentes. No basta que renuncien los represores y corruptos, deben ir a la cárcel, sin violencia, solo aplicando la ley. No queremos venganza, solo la ley, respetando los DDHH. Se fue a México, mintiendo diciendo que defiende la paz, nunca lo hizo, hace dos días mandó a las huestes masistas a quemar La Paz, a incendiar casas (...)".

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