Ahora que, usada sin ningún rigor, se escucha y se lee entre noticias, noticieros y tertulianos la palabra anarquista, les comparto un pasaje escrito por el Maestro e historiador Fernando Benítez de la vida política de los hermanos Flores Magón, cuyo pensamiento libertario, se ha dicho, es el resultado de una amalgama entre la concepción comunitaria de la vida en los pueblos indígenas, la tradición decimonónica liberal mexicana y el pensamiento de filósofos anarquistas europeos.
Los estudiantes, en la atmósfera de cobardía y fatalismo imperante desde la época de Manuel González, habían sido el alma de los movimientos populares, situación que los hermanos Flores Magón lograron aprovechar al máximo. Para asistir a la escuela de jurisprudencia y a los bufetes de abogados en que se sostenían muy precariamente trabajando de pasantes, les era necesario vestirse como la “gente decente”, y traicionar a su clase en alguna medida, lo cual después de todo no era un obstáculo, ya que “la plebe” reconocía a los estudiantes por sus libros, los consideraba sus líderes naturales y lo seguía hasta el sacrificio. “Es decir, resume Enrique Flores Magón, que en aquella época (1892) los estudiantes fuimos el cerebro del pueblo, como el pueblo habría de constituirse en los brazos de los estudiantes”.