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Insensibilidad Social

Susana Cepeda Islas

La insensibilidad social es un tema de actualidad, que desafortunadamente padecen la mayoría de las personas que se concentran en las grandes urbes, provocada por el ritmo tan acelerado de vida que resulta bastante estresante, por las grandes distancias del hogar a los centros de trabajo, provocando un alto nivel de tráfico y de accidentes, además, del alto costo de las viviendas, lo que complica otorgar los servicios públicos necesarios a la población, no se posee el tiempo suficiente para la diversión, la contaminación aumenta provocando serios problemas de salud y se incrementa la inseguridad, por ende, altas tasas de criminalidad. Esta situación impide pensar en el prójimo, dejando a un lado la solidaridad.

La insensibilidad social es definida como la incapacidad perceptiva y emocional de saber identificar y evaluar los sentimientos que las situaciones o las personas producen en nosotros, es decir, es la imposibilidad de poder identificar, examinar, designar los sentimientos personales ante el sufrimiento de los otros. Esto provoca que las personas no tengan empatía, les es imposible ponerse en el lugar de los demás, están imposibilitados en comprender lo que están pasando las personas y reaccionan con indiferencia. Las personas con falta de sensibilidad por la situación que sufre el prójimo manifiestan conductas como la ira, estrés, baja autoestima, frustración, soledad, fracaso, irritación, lo que les impide ser solidarios con el prójimo. Los aprendizajes sociales, las situaciones de la naturaleza o el contexto que tienen que vivir las personas en el tiempo, indudablemente determinan la conducta, las personas manifestamos una forma distinta de concebir el dolor y el sufrimiento, propio o del prójimo.

Hace unas semanas en una reunión de café con las amigas, se comentó que una persona al salir del auto sufrió una dramática caída, desafortunadamente su situación le impedía ponerse de pie nuevamente, se golpeó el cuerpo y la cara, inmediatamente la sangre cubrió su rostro, en ese momento las personas que pasaban por el lugar demostraron su indiferencia, no la auxiliaron, sin embargo, después de poco tiempo, se aproximó a ella, un señor y dos mujeres, que con gran cuidado la levantaron auxiliándola. Quiero resaltar que los milagros existen, las personas que demostraron solidaridad eran dos enfermeras y un doctor, que la atendieron adecuadamente y manifestaron su asombro por las personas que no les importó ver a una persona lastimada que necesitaba ayuda inmediata.

Me pregunto: ¿Por qué perdemos la sensibilidad ante el sufrimiento de nuestros semejantes? Será porque pensamos que nunca vamos a pasar por una situación desagradable, debemos recordar que todos estamos expuestos a sufrir un percance, ojalá y nunca olvidemos que en situaciones difíciles estamos obligados a dar apoyo a nuestros semejantes. Es una satisfacción personal ayudar sin recibir nada a cambio. El hacerlo solo nos quita unos minutos u horas, puede ser que a lo mejor llegamos tarde al trabajo, a la cita, al ejercicio, o a cualquier actividad. Considero que vale la pena, porque no sabemos cuando podemos estar en una situación semejante. Acudamos a socorrer, ayudemos, apoyemos, si lo practicamos lo fomentaremos en nuestra familia, estaremos unidos, construiremos un lugar seguro, firme y estable para vivir en armonía en la sociedad, si lo pensamos más seriamente es lo que deseamos todos en esta sociedad en crisis, no provoquemos más caos en nuestro entorno, recordemos que en grupo es posible cambiar la realidad por una mucho mejor ¡Seamos solidarios!

Las necesidades humanas básicas versus las artificiales

Susana Cepeda Islas

Actualmente la mayoría de las personas estamos sumergidos en un mar invadido de información que en la mayoría de las veces nos ahoga. Esta situación crea necesidades en nosotros, pero: ¿cuántas o cuáles son primordiales? Eso depende de cada persona y su contexto. El Diccionario de la Lengua Española hace referencia al concepto de necesidad, se trata de un impulso irresistible que hace en los humanos una motivación dirigido a satisfacer una carencia de naturaleza variable como alimento, agua, vivienda, protección, afecto, seguridad, entre otras. Son cosas que son inadmisibles de sustraer.

Entorno a este concepto surgen muy distintas apreciaciones de estudiosos como Durkheim que asegura que las necesidades del hombre no tienen fin, la única posibilidad de detenerlas es con una autoridad moral,  por otro lado, Simmel  hace un rechazo a la pobreza por falta de dinero, el concepto de pobreza lo define la comunidad, es un punto de vista relativista, sin embargo, Weber asegura que la motivación y las ideas de los seres humanos son fuerzas que provocan el cambio, los hombres tienen la capacidad para actuar con libertad para construir su futuro, y finalmente Marx a punta a la carencia y escasez, a la falta de bienes para satisfacer las necesidades de la vida. Se puede observar una variedad en estas posturas, desde un valor de uso, como acción social, como impulso, como norma social.

Tiempo después aparece en escena el psicólogo estadounidense Maslow, quien jerarquiza las necesidades humanas, él distingue cinco básicas: la primera, las fisiológicas, la supervivencia del individuo que son básicas como comer, dormir, entre otras; la segunda de seguridad, un futuro seguro, estar seguros en el entorno donde habitamos; tercera de pertenencia y amor, búsqueda de afecto y a asociarse, las relaciones con la familia, amigos, compañeros de trabajo etc.; cuarta de estima, auto-respeto y aprecio por los otros, sentirnos apreciados y valorados por la sociedad; y quinta de Autorrealización, realización integral, es el éxito personal, estar bien consigo mismo. Se deben de satisfacer en orden ya que una lleva a otra. Estas necesidades son para que las personas puedan priorizar las necesidades y sea asertivo en sus decisiones.

Lamentablemente estamos inmersos en un capitalismo voraz, aparecen en la escena social otro tipo de necesidades, las artificiales que obviamente no son básicas, sino producto de la mercadotecnia que ofrecen objetos que no son necesarios para cubrir necesidades básicas, estas necesidades llevan a las personas directo al consumismo extremo y por ende a la destrucción de los recursos naturales y la contaminación. El problema es que las personas se han formado la idea de que entre más cosas poseas, es una manifestación de felicidad, ocupando un lugar especial los bienes que te sea posible poseer y por supuesto su valor y la dependencia que hacemos de ellos. Cuando no logras la posesión de suficientes bienes causa infelicidad, frustración, amargura y demás sentimientos negativos.

Al poner la atención en este tipo de necesidades artificiales nos olvidamos de la importancia del ser humano, de los valores éticos, y damos prioridad a la adquisición de objetos generando en gran medida frustración y egoísmo, cuando no logramos obtener cosas. He conocido a personas que viven de una forma que no les corresponde, por ejemplo, se van de viaje al extranjero, aunque no cuenten con los medios económicos y se endrogan por diferentes corrientes financieras, y al regresar viven la pesadilla de no tener los medios económicos para cubrir el gasto, todo por dar prioridad a las necesidades artificiales, desafortunadamente existen muchos ejemplos de ello. Es mejor vivir de acuerdo con tu realidad, no complicarte la vida, se puede ahorrar, administrarse o buscar otros medios, para poder darse algún gusto, y dormir tranquilo. ¿No lo cree así querido lector?

Nota aclaratoria: en el artículo del 3 de noviembre, cometí una equivocación en el siguiente nombre dice:  Ferrer Lerín  y  debe decir: Pere Gimferrer.

Todo pasa nada es permanente

Susana Cepeda Islas

Hace algunos años, en una clase de budismo escuché la siguiente frase: “Todo pasa nada es permanente”, los budistas afirman que, en nuestro paso por esta vida, todo, absolutamente todo, cambia constantemente. Todo es Impermanencia, frecuentemente olvidamos que vivimos en ella, es decir, significa que todo llega a su fin, de hecho, las cosas terminan constantemente, no hay nada que pueda evitarlo. Estas ideas contrastan con nuestra forma de pensar, porque normalmente nos adueñamos de las personas, objetos, entre otros, los sentimos nuestros, en todo lo que nos rodea existe una apropiación, es mío, me pertenece, queremos conservar todo, nos aferramos a la idea de que es eterno.

Existe una ley que es necesario conocer, que es la Ley de la Impermanencia, que establece que nada en el universo es permanente, es una ley universal, porque es común para todos, sin excepción de ninguno. Esta ley nos enseña que todo es temporal, nosotros no podemos tener el control del cambio y menos aún de la temporalidad, algo importante de destacar es que el cambio contribuye a nuestro crecimiento y evolución, es complicado entender que cuando las cosas se van, es porque ya no son útiles en nuestro camino por esta vida, el ya no poseerlas nos da posibilidad de conocer nuevas y mejores cosas. Esta ley es importante porque contribuye en demasía a dejar ir sin drama, entender que es una gran oportunidad para recibir mejores oportunidades.

Le recomiendo mi estimado lector estudiar la parábola “El Anillo del Rey”, quien dijo: “He mandado hacer un precioso anillo con un diamante dentro. Quiero guardar oculto dentro del anillo, un mensaje que pueda ayudarme en los momentos de desesperación o desorientación. Tiene que ser un mensaje corto, de forma tal, que quepa debajo del diamante de mi anillo”. El mensaje se lo dio un sabio anciano con la siguiente recomendación: “Este mensaje no es únicamente para situaciones desesperadas. También es para situaciones placenteras. No es solo para cuando te sientas derrotado; también es para cuando te sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero». El mensaje decía “Esto también pasará”.

Cuando evitamos aferrarnos a conservar las cosas, se nos abre un abanico de oportunidades, podemos experimentar y explorar de una forma auténtica, pero sobre todo nos da la oportunidad de vivir el presente, a no estar pensando en el pasado porque ya no es o en el futuro que no sabemos que vendrá. El aquí y ahora nos abre una gran posibilidad de vivir mejor, a disfrutarlo, a valorar lo que poseemos en ese momento, mientras lo tenemos, porque no sabemos en que momento ya no van a estar en nuestro presente. Nos gusta vivir en nuestra zona de confort, nos formamos la idea de que siempre vamos a estar ahí, plácidos, cómodos, felices.

En la familia, en la escuela, en la sociedad, nos deben explicar, enseñar, advertir que todo cambia, de manera que estemos preparados para entender que nada es para siempre, a estar conscientes de que estamos expuestos a perder objetos, trabajos, salud, seres queridos, bienes, porque estamos expuestos a la fuerza de la naturaleza, a la muerte, a los accidentes, a las crisis económicas, entre otras cosas, porque en el momento menos esperado la vida nos sorprende y de un segundo a otro se presenta tan temido cambio inesperado. Para sobrevivir a estos cambios tenemos que ser más flexibles, adaptables, no resistirnos, aceptarlos. Hay que tener siempre presente que: todo pasa nada es para siempre y pensar que ¡Esto también pasará! Sea bueno o malo. De esta forma no nos amargaremos la vida pensando ¿por qué me paso esto a mí?, olvidamos que estamos expuestos. Así que siempre tenga presente que “Todo pasa nada es permanente”.

Un incesante caer de estrellas en la nada

Susana Cepeda Islas

Considero que una de las más impactantes formas de expresión que tenemos los humanos es sin duda alguna: la poesía, porque pone al descubierto los sentimientos más profundos, que están en la obscuridad de nuestro ser queriendo salir y que algunos no nos atrevemos a sacarlos ¡callamos! Los poetas no callan, gritan, bailan, dan vida a la palabra expresando su manera de ver, sufrir, en fin, de vivir la realidad, poniendo al descubierto lo que los daña, o daña a la sociedad, despertando la imaginación, la memoria, además de todo tipo de sentimientos, emociones y sensaciones ya sean positivas o negativas en sus lectores. Por ello, admiro la poesía y a los poetas.

Hace unos días, recibí una llamada telefónica de mi querido amigo Valdemar Ayala, invitándome a la presentación de un libro de poemas, donde él, junto con Pedro Moreno serían los presentadores de un poeta llamado José Eugenio Sánchez, que cariñosamente lo llaman Chepe, cuyo título es Un incesante caer de estrellas en la nada, gustosa acepté. Valdemar me dio muy buenas referencias del poeta, a quién conoce de años atrás: “Estuvo hace como seis meses en una residencia en la India dando talleres y leyendo poemas por parte del gobierno de México. Ganó en España, el X Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, a la joven creación en 1997, donde los jueces fueron los poetas Ferrer Lerín, Gonzalo Rojas y Octavio Paz quien presidia el jurado, y como dato interesante fue ese concurso el último en el que participó como jurado Octavio Paz en vida. Recibió el premio vestido con una camiseta de futbolista y unos jeans rotos”. Lo que causó admiración entre los presentes.

Llegué temprano el día del evento, para tener un buen lugar y apreciar con gran atención la exposición. Chepe entró al lugar con gran ligereza, saludando con afecto a los amigos de antaño. De tez blanca, delgado, con el cabello largo, cubría la cabeza con un sombrero, donde resaltaban sus ojos con una mirada pizpireta, vestía de jeans y camiseta negra. Durante el evento, lo escuché con atención y encontré que su objetivo es despojarse de la elocuencia de la solemnidad. Utiliza con gran habilidad el humor, la sombra, la obscuridad, la burla, la belleza, la violencia y el desconcierto que converge en una producción de poemas provocadores, escabrosos, sarcásticos, arrebatados, críticos, ácidos, pero con un reflejo de la realidad, sus versos nos llevan directo a la sonrisa, a la reflexión, al cuestionamiento, me sorprendió de una forma encantadora. Esto despertó más mi curiosidad, me enteré de que, a través de su trayectoria como poeta ha publicado varios libros y artículos en muy diversos medios de comunicación. Algunos de ellos son: Galaxy limited café (Almadía, 2011), Escenas sagradas del oriente (Almadía, 2009), La felicidad es una pistola caliente (Visor, 2004), entre otras.  

Durante la presentación Pedro Moreno señaló acertadamente que: “Finalmente, creo que un incesante caer de estrellas en la nada es un libro de poesía pop. Ahí están los temas, está la música, está un homenaje a Neal Cassady, personaje emblemático del movimiento beat, y los beats son los creadores quizá de la poesía pop o su antecedente más cercano. Está el humor, los guiños a los mass media, ahora redes sociales, los cómics, las series de tv, el cine, etc.”, por su parte, Valdemar Ayala nos ilustró mencionando: “La salvación como supuesto derecho humano es uno de los fetiches contra los que va Chepe en su libro. Una de las posturas más saludables y entrañables frente al desencanto que ironiza como ruta personal, y ese es el caso de Chepe desde que tengo el gusto de conocerlo … me encanta el desencanto de un artista como José Eugenio Sánchez”, Por todo lo antes expuesto lo invito a que disfrute plácidamente de la lectura del libro Un incesante caer de estrellas en la nada disfrutando de un buen vino o la bebida de su preferencia.

Cuidado con la envidia

Susana Cepeda Islas

Es inevitable que los seres humanos llevemos muy dentro de nosotros sentimientos negativos, que brotan inesperadamente desde nuestro interior, expresándose desequilibradamente. Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, cuando hace referencia a los sentimientos, señala que se componen de dos elementos: percepciones físicas y placer o desagrado. Es fácil de detectar, cuando estamos felices, bailamos, nos sentimos bien, sin embargo, enojados, golpeamos, somos irritables. La Psicología define a los sentimientos como la autopercepción de una determinada emoción, es la expresión subjetiva de las emociones.

Los sentimientos negativos se manifiestan de muy diversas formas, como el miedo, la tristeza, la ira, el asco, la envidia, el problema surge cuando son intensos y habituales, afectan de manera severa a las personas que las sufren de manera física y en la relación con sus semejantes, afectando su calidad de vida. En el caso de la envidia es un sentimiento que destruye inevitablemente la vida de los demás, simplemente porque la envidia se relaciona con la destrucción en detrimento del otro envidiado, cuando le expresamos a alguien que es envidioso, representa un insulto porque sabemos que es una pasión malsana que afecta de manera considerable al que la vive. La Real Academia de la Lengua Española define a la envidia como la tristeza, pesar del ajeno o la emulación, deseo de algo que no se posee.

Una de las principales características de la envidia es el deseo de poseer algo de lo que se carece y que disfrutan los otros, por ello, tiene la mirada fija en los otros, en sus logros, talentos, cualidades físicas, inteligencia, posesiones materiales, en su familia. Los envidiosos poseen una baja autoestima, porque a medida que vamos creciendo nos comparamos con los demás para contrastar nuestra valía. La envidia se centra entonces en la comparación, el problema es que la determina la sociedad, es muy sencillo de identificar en la actualidad, una persona se convierte en el blanco perfecto para los envidiosos, si tiene buen cuerpo, dinero, artículos de marca, logros, entre otros, los cuales establece la sociedad, estos elementos normalmente sirven como juicios para evaluar nuestras propias capacidades con lo establecido.

Cuando la envidia se convierte en un sentimiento cotidiano en nuestra vida, hay que tener cuidado, porque causa frustración, impotencia, odio, se piensa que se vive una situación injusta. Recuerdo claramente a una compañera de trabajo que sentía gran desagrado y desprecio, por otra compañera, buscaba cualquier pretexto para atacarla, se burlaba drásticamente de las ideas que expresaba, continuamente le escondía sus cosas, hablaba muy mal de ella para desprestigiarla, en fin, le hacía la vida laboral insoportable. Para poder acabar con esa situación en la oficina, un buen día le pregunté ¿Por qué la agredía? ¿Qué le había hecho? Y me contestó que tenía algo que no le gustaba, que la odiaba. Entendí que no era una sola cosa, eran varias cosas que no le gustaban, era una persona físicamente bella, para los cánones sociales: joven, blanca, rubia, ojos verdes, alta, delgada, con dinero, inteligente. Características físicas que ella no poseía y que era imposible de lograr porque ella era físicamente lo contrario.

Es imposible no sentir envidia, estoy segura de que cualquiera de nosotros en algún momento lo sentimos.  Lo importante es comprender que es un sentimiento natural, lo ideal es reflexionar ¿Por qué se manifiesta? ¿Por qué el malestar por el otro? Es recomendable analizar la situación, nuestros miedos, inseguridades, sobre todo, lo que realmente merecemos, nuestras expectativas, las cosas que nos agradan de nosotros, reconocer nuestras limitaciones o carencias. Emprender inmediatamente el camino para cambiar. Para lograrlo es necesario siempre mantener la mirada hacia adentro de nosotros, nunca a fuera. Ponerse en acción, trabajar para transformar la forma en que interpretamos las cosas, y lo mejor, reconocernos como seres únicos e irrepetibles.

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