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CAPITALES: Francisco Treviño Aguirre

Francisco Treviño

Hacia una política de cero residuos en las ciudades

A medida que las ciudades hacen frente a las crisis del COVID-19 la desigualdad, y el cambio climático, cada vez está más claro que no podemos volver a la "normalidad". Por lo anterior, es imperativo que las autoridades se alejen de los sistemas obsoletos e ineficientes e inviertan en programas y políticas de cero residuos, lo que salvaguardaría la salud pública, crearía más empleos, construiría economías locales y contribuye a combatir el cambio climático.

El esquema de cero residuos no se trata solo de decisiones individuales. Nuestras ciudades deben contribuir en la construcción de sistemas que faciliten este cambio radical en la forma en que producimos y consumimos, y garantizar que el cero residuos sea una opción al alcance de toda la sociedad. A nivel mundial, estos programas también son conocidos como creadores de empleo y son una excelente manera de hacer que los trabajadores pasen de industrias contaminantes como incineradoras a trabajos con menores riesgos en la salud y beneficiosos. La infraestructura sin residuos, como el reciclaje, el compostaje y la reutilización, puede generar hasta 250 veces más puestos de trabajo que la eliminación de residuos.

Cuando colocamos nuestros botes de basura en la acera todas las semanas para que los recojan, esa basura no desaparece mágicamente. Va a los confinamientos correspondientes que emiten gases de efecto invernadero y pueden filtrar sustancias nocivas que pueden llegar a nuestras aguas subterráneas; e incineradores que arrojan metales pesados, material particulado y otras sustancias químicas nocivas, que pueden causar contaminación del aire y cenizas tóxicas. En este sentido, el desperdicio no surge de la nada; es un síntoma de la economía de tomar-fabricar- desperdiciar que nos acerca cada vez más al caos climático. El 62 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provienen de la economía de materiales, desde la extracción de recursos naturales para fabricar productos hasta la eliminación de los desechos resultantes.

Las ciudades con cero residuos han ganado mucho terreno en los últimos años, y las principales ciudades de todo el mundo están reconociendo que llegar a cero residuos debe ser una prioridad en la agenda de sostenibilidad de una ciudad. En Europa, más de 400 municipios se han comprometido con cero residuos, y el Parlamento Europeo ha acordado dirigir recursos hacia la construcción de una economía circular en la región en su planificación del Fondo de Transición Justa.

En México, se desarrolló en 2019 el programa de visión hacia una gestión sustentable: cero residuos, mismo que opera la Secretaria de Medio Ambiente y que tiene como finalidad fomentar la valorización y minimizar el impacto en la salud de la población, con programas y políticas que fomenten el adecuado traslado y uso de residuos, basándose en el artículo 4° de la Constitución, que a la letra dice “…Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley…”

Hoy por hoy, no es solo nuestra basura la que se está acumulando; a medida que el cambio climático y otras amenazas existenciales se intensifican, nuestras ciudades están en la primera línea del problema. Lidiar con nuestros desechos puede no ser lo más glamoroso del mundo, pero tiene el potencial de ser una de las acciones más simples pero transformadoras que podemos tomar para construir ciudades más justas y sostenibles. Las soluciones están ahí, es hora de que las autoridades actúen para ponerlas en acción y nosotros como sociedad hacer nuestra parte.

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CAPITALES: La política energética centralizada de México, ¿a quién beneficia?

Francisco Treviño Aguirre

En un artículo publicado por el organismo norteamericano “The Dialogue”, se hace referencia a que desde que asumió el cargo en diciembre de 2018, el presidente López Obrador ha impulsado una serie de medidas que afectaran la inversión privada en el sector eléctrico del país, incluido su floreciente sector de las energías renovables, y lesionan aspectos clave de la amplia reforma energética orientada al mercado aprobada por el Congreso en 2013. Dichas medidas parecen estar impulsadas por el deseo de reducir la inversión de empresas privadas en el sector eléctrico y consolidar el monopolio de CFE como parte del proyecto de su proyecto para obtener la tan mencionada “soberanía energética”.

Este concepto de soberanía energética ha sido un tema central de López Obrador y generalmente se centra en un objetivo de autosuficiencia energética, desconfianza del sector privado y darle prioridad no sólo de CFE en el sector eléctrico, sino también a PEMEX en el sector de hidrocarburos. Esta política implementada desde el inicio de su administración es impulsada por la creencia de que ambas paraestatales han sido socavadas por políticas que favorecen al sector privado, y que esto se debe de resarcir apoyando e invirtiendo en estas empresas del Gobierno para corregir las asimetrías mencionadas.

Los objetivos específicos de López Obrador incluyen evitar cualquier aumento de las tarifas energéticas, aumentar la cuota de mercado de CFE al 54 por ciento de la generación de energía, reducir la dependencia de las importaciones de gas natural y productos refinados de los Estados Unidos, impulsar la producción de petróleo a través de Pemex y revisar los contratos de energía que no se consideran lo suficientemente beneficiosos para el Estado. Hasta ahora, su administración ha tratado de eludir la reforma energética, incluida la principal ley que rige el sector eléctrico a través de la regulación: la Ley de la Industria Eléctrica. Sin embargo, el presidente y los Senadores de Morena han advertido recientemente planes para impulsar una contrarreforma constitucional.

Los cambios regulatorios que afectan al sector de la energía eléctrica a favor de estos objetivos tienen implicaciones más amplias para la economía mexicana, especialmente cuando busca recuperarse de los estragos causados por la pandemia relacionada con el Covid-19. Algunos de los avances en el sector de la energía en la creación de puestos de trabajo del sector privado y la reducción de los costos de electricidad a través de subastas competitivas podrían perderse de continuar con esta política proteccionista hacia Pemex y CFE, sin considerar las enormes sumas de dinero destinadas a tratar de volverlas mas operativas con estrategias completamente obsoletas. Las finanzas nacionales también podrían verse afectadas por la reducción de los ingresos fiscales de las empresas privadas en sectores tales como el industrial y energético. Los cambios probablemente conducirán a mayores costos de electricidad, y para evitar aumentos en las tarifas a los usuarios residenciales, como ha prometido López Obrador, los subsidios destinados a cubrir los costos más altos de la CFE probablemente aumentarían, poniendo en jaque el presupuesto federal.

Las nuevas regulaciones también podrían tener repercusiones perjudiciales en las relaciones comerciales y económicas con nuestro principal socio comercial, Estados Unidos. Las recientes medidas han disuadido la inversión en la industria energética de México y otros sectores económicos al elevar la percepción del riesgo regulatorio. Los inversionistas en México y Estados Unidos ya han tomado medidas legales contra algunos de los cambios regulatorios. Además, si se incrementan los costos a los consumidores industriales a través de aumentos de tarifas, aumentaría el precio de algunos productos de exportación mexicanos y se afecta la capacidad de las empresas estadounidenses de diversificar sus cadenas de suministro y trasladar algunas operaciones de China a nuestro País.

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CAPITALES: Los países tienen los aeropuertos que se merecen

Francisco Treviño Aguirre

Cuando uno entra al aeropuerto Changi en Singapur, inmediatamente se da cuenta porque esta clasificado como el mejor del mundo. Es uno de los centros de transporte más grandes de Asia y es el ícono del lugar que ocupa Singapur como centro de aviación de clase mundial. En su interior, alberga mas de 360 tiendas y 140 restaurantes con una gran variedad de opciones gastronómicas, incluida la mexicana. Sus 4 terminales permitieron transportar en 2019, 68 millones 300 mil pasajeros a mas de 380 ciudades en 80 países. Es también un centro de carga de gran trascendencia para distribuir productos en Asia y el mundo.

Es importante señalar que el Gobierno de Singapur es el propietario de dicho aeropuerto, el cual es administrado por tres entidades: Changi Airport Group, la Autoridad Civil de Aviación de Singapur y la Fuerza Aérea de dicho país. En este sentido, las 380 mil operaciones anuales y el comercio dentro del aeropuerto representan un impacto económico de 36.6 billones de dólares anuales para este País. Cabe mencionar que el aeropuerto cuenta con la mas avanzada tecnología para la operación de pasajeros a través de sistemas de reconocimiento facial, salas de cine de cortesía, salas de espera de gran confort y muchas amenidades que hacen de la visita a este lugar una experiencia inolvidable.

Por otro lado, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, transportó en 2019, 50 millones 300 pasajeros con 459 mil operaciones. Así las cosas, el anterior Gobierno Federal inició la construcción del que sería uno de los aeropuertos mas modernos y operativos de América Latina, dada la gran necesidad de contar con mayor capacidad, mejor infraestructura y amenidades que permitieran a los pasajeros contar con alternativas de restaurantes, tiendas y otras actividades para su entretenimiento en espera de tomar su vuelo.

Hoy, tenemos un proyecto de rehabilitación de una terminal aérea militar que será el aeropuerto de Santa Lucia, donde difícilmente se podrán realizar las casi 460 mil operaciones que realiza el actual Aeropuerto de la Ciudad de México. Las amenidades interiores, serán las más básicas, ya que el Gobierno actual considera que esta terminal no deberá ser considerada como un centro comercial.

En lo que respecta a su construcción, a la fecha se han encontrado 200 mamuts en el lugar donde se construye el aeropuerto, lo que retardará la conclusión de este estimada para el 2024. Pero las preguntas están en el aire, ¿Por qué de un plumazo se echó abajo uno de los proyectos mas importante para el desarrollo del País, que era el NAICM? ¿Porque las mal llamadas consultas ciudadanas no se hicieron a expertos en temas de aeronáutica, infraestructura y finanzas, y si al “pueblo bueno” que no tiene ni idea de la construcción de un aeropuerto y su operación?

¿Porque ese afán de querer detener la modernización de México para transportarnos al México de los años 70s? Si bien existen o existieron actos de corrupción, de contratos ventajosos o como se le quiera llamar, pues que se realice una investigación y se castiguen culpables. A la fecha, la cancelación del NAICM ha costado más que el haberlo concluido. México no puede retroceder, somos un País que tiene muchos recursos para su desarrollo. Somos una economía que iba en crecimiento. Hoy la realidad es otra: no avanzamos al ritmo que lo hacen los países con las mismas condiciones que nosotros. Que lamentable que, con la bandera de eliminar las acciones de corrupción, que no han sido expuestas por cierto, se detenga un importante desarrollo económico en nuestro país.

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CAPITALES: El crecimiento de las energías renovables en los últimos años

Francisco Treviño Aguirre

El crecimiento poblacional y el aumento de la urbanización impulsarán de manera importante las necesidades energéticas mundiales en la próxima década. Se estima que este crecimiento sea del 55 por ciento, donde la mayor parte provendrá sin duda de los países en desarrollo. Aun y cuando este crecimiento se sustente en su mayoría de los combustibles fósiles, las tecnologías relacionadas con la generación de energía renovable están ahora en una trayectoria para ir a gran escala con la capacidad de satisfacer la demanda mundial de energía. Este aumento de las energías renovables estará liderado por la energía solar con una tasa de crecimiento anual del 34 por ciento, seguida por la eólica con un 24 por ciento.

El sistema energético actual nació alrededor de la década de1900 debido a los numerosos inventos de la época, como el paso de los coches de caballos y las lámparas de gas a los coches y las luces eléctricas respectivamente. Ahora, tenemos el potencial para realizar el próximo cambio importante lejos de los combustibles fósiles. Actualmente se cuenta con el potencial de cambiar radicalmente la forma en que se suministra energía a la economía global aumentando el uso de energías renovables.

Hoy por hoy, los costos relacionados con el medio ambiente y la salud están aumentando debido a nuestro sistema de energía basado en combustibles fósiles. Las ventajas de alejarse de los combustibles fósiles hacia una mayor dependencia de las energías renovables son numerosas. Los combustibles fósiles impactan nuestro medio ambiente, ya que la extracción de petróleo, gas y carbón daña la tierra, contamina nuestra agua y compromete la seguridad de los hombres y mujeres que realizan el arduo trabajo de la minería y la perforación. Los derrames pueden convertirse en catástrofes medioambientales al transportar el combustible entre otros muchos factores.

El sol es la fuente de energía más grande y confiable disponible en todo el mundo y, sin embargo, no lo estamos utilizando en todo su potencial. El sol puede entregar más de 860,000 veces más energía de la que necesitamos. Eso significa que estamos desperdiciando la oportunidad de capitalizar la fuente de energía del sol. Si cubrimos un área de la Tierra de 335 kilómetros por 335 kilómetros (112,225 kilómetros cuadrados) con paneles solares, proporcionará más de 17.4 TW de energía, incluso con las tecnologías con las que se cuenta actualmente. Ésta es la cantidad de energía que usamos globalmente hoy.

La energía eólica se ha convertido en un recurso de precio competitivo en muchos mercados de todo el mundo. La capacidad de generación eólica en tierra y mar ha aumentado en las últimas dos décadas, pasando de 7.5 gigavatios en 1997 a unos 564 GW en 2018, según los últimos datos de la Agencia Internacional de Energía Renovable. La producción de electricidad eólica se duplicó entre 2009 y 2013, y en 2016 la energía eólica representó el 16% de la electricidad generada por energías renovables. Muchas partes del mundo tienen fuertes velocidades del viento, pero las mejores ubicaciones para generar energía eólica son a veces las remotas, y la energía eólica marina ofrece posibilidades impresionantes.

En todo el mundo, la energía eólica disponible oscila entre 300 TW y 870 TW. Con 300 TW, es decir, solo el 5 por ciento de la energía eólica disponible, se cubriría las necesidades energéticas del mundo. La mayor parte de esta energía eólica se puede encontrar sobre el océano. Un parque eólico consta de varios cientos de aerogeneradores, agrupados en una sola planta de energía eólica. La industria de la energía eólica abarca dos segmentos: parques eólicos terrestres y marinos. Los parques eólicos marinos, situados en el océano, se consideran constantes y más fuertes que los parques terrestres.

Por lo anterior, es imperativo dar un impulso mayor a la generación de energía a través de fuentes renovables. Si bien la tecnología aún no permite el almacenamiento de estas energías de a costos competitivos, se pueden crear las condiciones para incrementar el balance energético hacía estas tecnologías que, sin duda, en muchos países detonará grandes oportunidades de generación de energía, desarrollo de nuevos negocios y productos relacionados con este sector de manera exponencial.

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CAPITALES: Privatizar o no el sector energético en México

Francisco Treviño Aguirre

La privatización del sector energético en México ha sido un tema en el cual el presidente López Obrador ha sido muy claro: no va a ocurrir aún y cuando se tengan que adecuar las reformas y leyes para mantener la independencia energética del país, tomando como base la generación de energía eléctrica y la producción de hidrocarburos. Si bien se tienen experiencias en otros países donde el sector energético ha sido privatizado, esto no quiere decir que funcione para todos, como tampoco lo es mantener un monopolio sin que exista inversión privada. En este sentido debe de existir un balance entre las acciones de las empresas productivas del gobierno y el sector privado para crear un crecimiento armónico y que sea de beneficio para la sociedad.

En Estados Unidos durante las décadas de los años 80´s y 90´s, las fuerzas de la privatización y la desregulación de los servicios de infraestructura pública ascendieron a un paradigma global de progreso y desarrollo. La gestión gubernamental de servicios como telecomunicaciones, transporte, agua y energía se consideró ineficiente, de bajo rendimiento y monopolista. La industria privada, responsable de las ganancias y pérdidas de un mercado abierto y, por lo tanto, considerada más eficiente que el gobierno, fue proclamada como la mejor forma de elección del consumidor y un uso más eficiente de los gastos de los contribuyentes.

En el mundo industrial, se desafió la propiedad pública y la gestión de los servicios de infraestructura. En la Unión Europea, por ejemplo, se fomentó la adopción de un mercado único y organismos reguladores centrados en apoyar la competencia del mercado. A nivel global, se vinculó la adopción de políticas macroeconómicas neoliberales a la aprobación de líneas de crédito. Otro ejemplo es en América Latina, donde los créditos para el desarrollo de infraestructura en los años 60’s y 70’s contribuyeron a una crisis de deuda externa en los 80’s, el FMI y el Banco Mundial condicionaron el nuevo crédito a la implementación de medidas de austeridad, la privatización de empresas públicas y liberalización financiera.

Por tanto, existen condiciones que favorecen la operación de sistemas tan importantes como el energético y la infraestructura, pero debido a los nuevos paradigmas de políticas geoeconómicas, una reestructura donde se favorezca la inversión privada, permite compartir el riesgo en el desarrollo en dichos proyectos.

En México, un caso que podemos mencionar es la apertura en el sector de hidrocarburos donde a partir de la Reforma Energética se permitió a privados participar en licitaciones para exploración y explotación de reservas. Este mecanismo permitía que PEMEX otorgara a particulares dichas acciones, evitando así los costos de exploración que en ocasiones resultaban infructuosos y que derivado de lo mismo, ocasionaba grandes pérdidas para la paraestatal.

En el sector eléctrico, las subastas permitían que grandes empresas generadoras de energía a través de fuentes renovables, vendieran la electricidad a CFE, dejando importantes márgenes de utilidad para la misma, sin la necesidad de invertir en dichas fuentes de generación.

Hoy por hoy, se deberían de definir reglas claras para permitir a particulares participar en el sector energético, aprovechando la experiencia de dichas empresas para que tanto PEMEX como CFE, puedan sanear un poco sus finanzas, dejando que las inversiones sean a través de asociaciones público-privadas, permitiéndoles captar ingresos a través de mecanismos de coyuntura donde existan oportunidades para que el sector privado participe. Sin lugar a dudas, el mundo esta evolucionando hacía nuevas formas de operación en base a tecnologías ya implementadas, México no debe ni puede quedarse fuera de este desarrollo. Será muy difícil en el futuro tratar de enderezar una ruta donde el sector privado pierda la confianza de invertir en México en este sector. 

Twitter: @pacotrevinoa

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