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El último estertor

Arcelia Ayup Silveti

Este es el último relato del año. La entrega número cincuenta y dos, entre los cuales hubo temas heterogéneos, y algunos estrictamente coyunturales. El ejercicio de escribir semanalmente durante seis años me ha permitido no empolvarme y estar atenta a qué temáticas abordar. 

También a mantener una disciplina constante, sin importar mi estado anímico, situación laboral, donde me encuentre o si cumplo una encomienda. Me mantiene activa para trabajar sobre el ejercicio de síntesis, acotarme a pocos caracteres para abordar una idea y cerrar el relato.   

2018 representa en lo personal infinidad de acontecimientos de toda índole: experiencias, aprendizajes, incursiones en áreas distintas, retos, trastocar el dolor en arte, conocer seres humanos excepcionales, triviales o con la malignidad oculta. Cada vivencia se ha ubicado en su justa dimensión, sin preguntar por qué, sino para qué y cuál es el aprendizaje de lo que estoy viviendo y cómo transmutarlo en elementos positivos. Estreché lazos familiares y amistosos con seres que han estado en diversas etapas de mi vida, y pocos que han vivido conmigo goces y pesares. 

Tuve la fortuna de hacer nuevos amigos, que labran su futuro cada día, y que su ficha curricular es tan amplia como corta su edad. Por primera vez viajé por motivos profesionales al interior del estado, del país, e incluso al extranjero. Puedo presumir que en cada sede conté por lo menos con una amistad.   

Aprendí que la eternidad es una falacia, que los apegos solo son para quienes se resisten a evolucionar, a reinventarse y aprender de las lágrimas. Es decir, comprendí la frase de viajar con poco equipaje. Conocí la importancia de vivir por solo veinticuatro horas, aquí y ahora, sin ayer ni mañana. En convertir el duelo en el último estertor y poder renacer en la luz.   

Soy afortunada de portar esta piel, herencia de dos maravillosos seres humanos que hicieron de mí esta persona. Lejana a la perfección, con anhelos y proyectos sin cumplir, con el deseo de compartir en este espacio nuevas ideas y relatos. 

Bienvenido 2019. 

De costumbres a costumbres II

Arcelia Ayup Silveti 

Porque el público lo pidió: va la segunda parte del relato anterior. El tema fue sobre la cultura de la India y la nuestra, ya que mi esposo y yo tuvimos la oportunidad de ser invitados por un matrimonio hindú. Nos recibieron en su casa con sus trajes tradicionales de su país y una comida típica deliciosa. Conocimos un poco de sus costumbres, pero la verdad quedó mucha tela de dónde cortar.   

Nos mostraron algunos de sus trajes de gala que usan para ocasiones especiales y nos vistieron con ellos. Raji formó mi vestido con una larga tela y con la ayuda de solo tres seguros. Luego trajo flores blancas de aroma sutil y delicado y en cinco minutos hizo un par de broches. 

También me regaló el símbolo de la abundancia que usan ellas en el entrecejo, se trata del bindi, un dibujo, calcomanía o pequeña joya en forma de gota color rojo. Data de la época védica para venerar el intelecto. En la actualidad representa la energía femenina, y es protector para la mujer y su pareja.  Nos contaron que son vegetarianos, que usan gran parte del tiempo al estudio, al trabajo profesional y de su ser a través de la espiritualidad y meditaciones.

Que la mejor hora para desarrollar las ideas es entre cuatro y seis de la mañana porque es la hora de Dios, y no existen ruidos ni disturbios, así que el enfoque es del cien por ciento y fluyen las mejores ideas en este lapso.   

Comparto el mensaje del anfitrión: “Estimada Arcelia, mi agradecimiento para su punto de vista sobre nuestro estilo de vida. Fue una sorpresa agradable, porque Raji no comentó nada sobre el contenido de columna, pero ella me pidió a leer. 

Con poco tiempo con nosotros, usted se observó muchas cosas, investigó y escribió esta columna. Yo sé no es fácil para entender y apreciar otras culturas. 

Yo confío, aunque cada uno tenemos nuestra profesión, la vida no es solo profesión, uno tiene que entender y apreciar la diversidad de humanidad. 

Usted demostró claramente esta calidad humana. Mi reconocimiento a usted por sus ideas, calidad persona y letras. Saludos con respeto, Nagamani”. 

 

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El Padrino

Arcelia Ayup Silveti 

Tanto la trilogía como la obra tienen grandes reconocimientos y nos demuestran porqué. Francis Ford Coppola trabajó a pincel los personajes,y la historia de una manera fiel. Logra encarnar como lo describe el autor tanto físicamente como las personalidades de casi todos los personajes. Los diálogos, acciones y conflictos fueron bien logradas en la pantalla,también apegadas al libro.   

El Padrino es el capo más respetado de Nueva York, quien ha forjado su fortuna con juegos de azar, fraude y extorsiones. La historia a través de imágenes resulta tan impactante como la propia obra, el trabajo de Coppola es sumamente minucioso y artístico. La fotografía, los escenarios y vestuarios son fielmente sacados de las páginas de Mario Puzo. A mi parecer son pocas las películas que logran estar a la par del libro, y ésta sin duda es una de ellas.   

A pesar que son muchos personajes, tanto en el libro como en la película fueonmeticulosamente delineados en ambas. Esta interesante adaptación de los años cuarenta en un New York de la postguerra nos muestra varias aristas. 

Por un lado los personajes con una raíz profunda a su origen italiana-sicilianoy por otro, el afianzado catolicismo como herencia paternal. Las bodas y los bautizos nos demuestran este hecho. 

A pesar de que viven en una familia inmersa en el crimen, es evidente la unión y el cariño entre los hermanos, entre sus hijos y lo entre sus padres. 

Considero que en este caso el cine y la literatura reflejan la sociedad que vivía Nueva York en los cuarenta. Los dos con sus retratos, a través de la pluma y de la palabra tienen la función de criticar esta realidad para que el lector y el espectador tomen sus propias conclusiones.   

La obra de Mario Puzo llegó a ser de las más vendidas y se tradujo a más de veinte idiomas diferentes. Cada una de las tres películas deEl Padrinotuvo varias nominaciones al Oscar.Otra aportación importante es que tanto en la obra como en el filme, se conocen los entresijos de la mafia de Nueva York. Clásicos de literatura y cinematografía al alcance de todos. 

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De costumbres a costumbres

Arcelia Ayup Silveti

Recientemente mi esposo y yo acudimos a cenar con un matrimonio hindú que radica en Torreón. Los anfitriones vestían los atuendos que usan a diario en su país. 

Su hogar está lleno de elementos de la India. La cocina olía a especies y aromas poco familiares a los nuestros. Llevamos como cortesía por la invitación un vino tinto de Parras que nos gusta. 

Se disculparon porque no tenían sacacorchos, ya que ellos no beben nada que tenga alcohol. Dicen que desde niños les inculcan que no es bueno beber en ninguna cantidad.   

Su hija estudia en el ITAM en Ciudad de México y un sobrino que tiene dieciocho años vive con ellos, porque estudia en Torreón. 

El joven ya estaba dormido a las nueve de la noche, nos dijeron que en las ciudades de donde provienen ellos no se estila que los jóvenes salgan todos los fines de semanas, ni se desvelen.   

Prepararon un festin: biryani (arroz con verduras), urulaivaruval (papas fritas con curry,) poriyal (vegetales fritos con flor de moringa), poori (tortillas infladas) y de postre, payasam (fideo, tapioca y cardamomo). 

Usan mucho curry, albahaca, aceite de oliva, arroz y hoja de plátano. De hecho, tienen en su jardín una planta de albahaca que usan fresca o deshidratada. 

Plantaron un árbol de plátanos. Aunque tienen su vajilla tradicional, utilizan las hojas de plátano como platos, como una manera de no contaminar al lavar con detergente, puesto que las hojas son biodegradables e incluso pueden usarlas más de una vez.   

Nos contaron que en la India comen con la mano, manipulan los cinco dedos como tenaza y toman cada bocado con ella. Hicimos lo propio, y en lo personal me gustó mucho la experiencia, sentir los ingredientes entre las yemas de los dedos. 

Ellos son apegados a sus tradiciones, alaban a sus dioses, que son la naturaleza, como los de nuestros ancestros. 

Son cultos y educados, trabajan mucho en sus profesiones y en su espiritualidad, se capacitan, cuidan el ambiente, y son de los ciudadanos que más leen en el mundo. 

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“Los pasos perdidos”

Arcelia Ayup Silveti

En la obra de Alejo Carpentier, “Los pasos perdidos” expresa lo Real Maravilloso al describir y narrar lo cotidiano como si fuese inverosímil.

La visión del protagonista nos hace sentir como si el tiempo solo fuera de él, en un mundo subjetivo y mágico.

También se manifiesta en los pasajes de la selva, de su gente, en lo olores y hasta en un monólogo interior: “En este cuarto desertado por la persona de perfumes todavía presentes, me hallaba como desconcertado por la posibilidad de dialogar conmigo mismo.”

Sin duda, Carpentier se adelantó a su época y le ha valido ser una de las plumas más importantes no sólo de América Latina, sino a nivel internacional.

Sobre los valores literarios narrativos que me llamaron la atención, la manera de manejar los tiempos a través del personaje durante toda la historia. La búsqueda de rescatar y dignificar elementos sustanciales para cualquier pueblo como lo son la naturaleza, las personas y en especial, la música, uno de sus grandes placeres.

Defiende su postura para alejarse de lo no natural.

El aporte literario de esta novela es la lupa con la que Carpentier ve a Latinoamérica, desde un extranjero que visita Nueva York. Es característico de este autor el manejo de palabras poco comunes, su lenguaje rico en imágenes, su gran trabajo en la encarnación de sus personajes y lograr que sus historias tengan más de una simple interpretación.

“Los pasos perdidos” se puede considerar como novela histórica de América Latina porque da a conocer la forma de vida rural de este continente. Pretende que sepamos más sobre la tierra latina, su belleza natural y sus ritos.

El tema de la música en esta obra es fundamental, ya que a través de ella, podemos imaginar los instrumentos, sonidos y atmósferas musicales que dan identidad a esa tierra. Acercarse a la obra de Carpentier, es leer poesía, compuesta por un trabajo de orfebrería, en una cuidadosa selección de palabras, elegidas a la perfección.

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