Arcelia Ayup Silveti

Hace casi dos décadas adquirí la fobia canina. Después de una larga campaña que hizo mi hija Jimena para tener un perro en casa, llegó el primero de ellos, un hermoso cachorro pug: Oliver. Después llegó el amor de la vida del Oliver: Britney, misma edad y especie. Britney ya no está con nosotros desde tres años. Oliver le lloró y se consoló un poco con la integración de Nina, una encantadora chihuahueña.

Black llegó luego, también después de otra campaña de mi hija para tener un perro grande al que aceptamos mi esposo y yo. Es un perro criollo que cambió la dinámica familiar con sus juegos y gracias. Hace dos años formó parte de la familia una tímida pastor alemán: Suzu. 

Finalmente, el año pasado se integró la más hermosa de todas: Nala, una Alaska Malamut.   

Cada uno de los cinco canes tiene diferente modo de actuar, de acuerdo con su naturaleza, circunstancias y relación con su dueña. Es un ejemplo burdo, pero recuerdo que mi mamá siempre nos decía que los hijos son como los dedos de la mano, todos diferentes, aunque criados bajo el mismo techo, mando y condiciones.   

Todos son total y absolutamente fieles a Jimena. Cada uno disfruta de su compañía, y se alegran cada vez que la ven. El corazón de los lanudos es tan grande, que se reparte también entre mi esposo y yo, nos reciben contentísimos, pero saben bien quién es quién.    

He leído lo que provoca en los seres humanos tener un perro en casa, que no puedo evitar pensar en quienes no cuentan con esta dicha. Te carga de energía positiva; conoce tu estado de ánimo; puede llorar o reír contigo; su mirada es portadora de lo que siente. En la de Nina, aparecen corazones cuando ve a Jimena. Es difícil imaginar ahora mi vida sin compañía canina, es increíble lo mucho que te puede aportar y cómo te encariñas con estos seres. 

Nina tiene sus admiradores, que ha ganado en estos tres años con nosotros, así como en las campañas universitarias y políticas. 

Ella nos da mucho más de lo que nuestra familia le otorga, el deseo de ser mejores cada día. Gracias a esos cinco lanudos que nos hacen felices. 

 

 

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.