Susana Cepeda Islas
Desde la aparición del hombre en la tierra éste ha utilizado la violencia para forzar a otros o a él mismo para lograr sus objetivos, ya sea alimento, riquezas, poder, ambición, destrucción, entre otros. Lo que significa que utiliza la fuerza física, amenazando o ejerciendo el poder, su aparición se debe a causas históricas y sociales. Para evitar esta situación nace el Derecho que es un sistema normativo e institucional para regular la conducta de las personas, es necesario destacar que asigna deberes, es inalienable, es igual para todas las personas, por lo tanto, no son discriminatorios. En estos principios se sustenta la importancia de los Derechos Humanos.
Los Derechos humanos son universales, no importa la nacionalidad, sexo, religión, situación económica o social, raza, lengua o cualquier otro tipo de característica que posea el individuo, reconocen y protegen la dignidad de los seres humanos, basta con existir, es así como la Asamblea General de las Naciones Unidas un 10 de diciembre de 1948 en París, proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, dándole importancia a la libertad, la justicia y a la paz en el mundo, debido a que los derechos deben ser iguales e inalienables para toda la humanidad y así evitar sufrir, como ha sucedido a través de la existencia del hombre con sus actos de barbarie vejatorios.
En nuestro país, la Secretaría de Gobernación, crea en 1989 la Dirección General de Derechos Humanos. Al año siguiente, el 6 de junio de 1990, por decreto presidencial de Carlos Salinas de Gortari, se fundó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), constituyéndose como un organismo desconcentrado de dicha Secretaría. Se da el estatus constitucional el 28 de enero de 1992, artículo 102 apartado B de nuestra Constitución Política.
Después de lo mencionado, es verdaderamente un hecho descabellado, lo que declaró recientemente la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) que, además, por obvias razones es un organismo autónomo, Rosario Piedra Ibarra, solicitó la desaparición del organismo que dirige. “Nos mantenemos firmes en la idea de transformar de raíz esta comisión nacional, ya que no responde a las necesidades del pueblo mexicano”, lo manifestó en la Cámara de Diputados. La presidenta fue fuertemente cuestionada por la oposición, activistas y por los consejeros de la misma CNDH, ha propuesto la creación de la “Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo”. Hay que recordar que el presidente de la República está obsesionado con desaparecer los organismos autónomos porque, según él, “se crearon para proteger a particulares y afectar el interés público”. A esta administración federal en se le acusa de abandonar a la población, de obviar las recomendaciones sobre la protección hacia las personas migrantes, con discapacidad, periodistas, madres buscadoras víctimas del desplazamiento o del terrorismo, entre otras graves situaciones.
La titular de la CNDH olvida con gran rapidez cual el objetivo principal del organismo que es salvaguardar los Derechos Humanos de todas las personas que son víctimas de conductas criminales, como de aquellos que son indiciados o acusados de cometer un delito. En un país en donde la actual administración no se ha ocupado con la seriedad que requieren los problemas que se enfrentan en este tema, en este sexenio las cifras a son alarmantes, según el Sistema Nacional de Alerta de Violación a los Derechos Humanos son 166,193 muertos, 4,892 feminicidios, sin olvidar los periodistas asesinados, los atentados del narcotráfico, y demás situaciones, un argumento representativo de la ONU, menciona el caso de Hugo Martínez Gorostieta, detenido arbitrariamente en 2008 en Ciudad de México, donde la policía lo torturó para que se declarara culpable de secuestro, lo que le valió una sentencia de 113 años de cárcel pese a la falta de pruebas. ¡Se imagina vivir una situación así!
En un país donde existe impunidad, corrupción, presencia de violencia, abusos de autoridad, es imperdonable que se solicité a la Cámara de Diputados la desaparición de los Derechos Humanos y menos aún por la titular de ese organismo. Parece que vivimos en el mundo al revés, donde la mentira es verdad, donde sólo existen los datos oficiales no reales, donde a los delincuentes se les ve como buenas personas no así a los ciudadanos, los funcionarios públicos complacen a su jefe, y no a la ciudadanía. Recordemos que el autoritarismo acalla a los disidentes, desaparece todos los mecanismos políticos y democráticos, dañando las libertades y afectando el desarrollo de la población, el presidente responde sólo ante él mismo, ejerciendo el poder de manera arbitraria y poco responsable. Y usted querido lector ¿Qué opina?