Susana Cepeda Islas

Desafortunadamente he observado que la sociedad está en decadencia, todos los días presenciamos acciones negativas que algunos ciudadanos realizan sin importar el daño que provocan, con ellas se está difundiendo el mal. Debido a esta situación, los ciudadanos vivimos con desconfianza, no nos sentimos seguros en ningún espacio, debido a la excesiva violencia, los conflictos, que se manifiestan en algunas personas con un comportamiento irritable agresivo, que lastima considerablemente a los demás. Esto nos dice que estamos viviendo la ausencia de principios morales como la bondad. Parece que están llevando al pie de la letra lo que sugería Maquiavelo: “que el hombre es vil por naturaleza y que la realidad es mala, por esta razón se debe aprender a no ser buenos”. Que trágico ¿verdad? Porque con estas acciones todos nos hacemos daño.

Debido a lo anterior lo invito a reflexionar con esta pregunta: ¿Por qué estamos cambiando el valor de la bondad por el deseo de hacer daño al prójimo? Recordemos que la virtud es una cualidad moralmente buena, le permite actuar a las personas con forme a sus ideales, siempre enfocados a la verdad, la justicia, evitando el mal. Recordemos al Papa Francisco, cuando habló de la bondad decía “que es la que guía nuestro comportamiento, haciendo del mundo un lugar más bello y humano”.

El diccionario de la Real Academia Española define la bondad como cualidad de buenos, es decir, la natural inclinación para hacer el bien. Los griegos tenían un Dios Filosfrósine que representaba a la bondad, la amistad, recepción y bienvenida, opinaban que la bondad es el estado más alto de satisfacción del ser humano. Sócrates consideraba a la bondad como una de las más importantes virtudes humanas, Aristóteles decía que la bondad es la determinación de la voluntad para hacer el bien a los demás. Es indudable que el beneficio es la acción útil para otro, sugerida por la bondad, porque la bondad es un gran antídoto para el mal.

La principal característica de una persona bondadosa es que se entusiasma por prestar un servicio a los demás de manera normal, con sus buenas acciones demuestra ser una buena persona y está en la constante búsqueda de ayudar al prójimo. Si quiere recuperar este valor, le recomiendo estas sencillas acciones: cuando entre a algún lugar procure sonreír y hacer contacto visual con las personas que se encuentren ahí. Acostúmbrese a saludar. Siempre diga por favor y gracias. Cuide los lugares públicos en su comunidad, recuerde que son de todos y a la vez de nadie, pero el beneficio es para la comunidad.

Un autor del cual no recuerdo el nombre sugería cuatro pilares de bondad: el buen humor, la amabilidad acompañada de la risa; los límites, aprender a decir No; la gratitud es apreciar las enseñanzas de lo bueno y lo malo. Y por supuesto el servicio, colaborando en organizaciones para realizar trabajos en favor de la comunidad.

Querido lector le dejo está fábula como reflexión: Cierta vez, cuando un hombre recogía la miel de un panal una orgullosa abeja le preguntó arrogante:

- ¿Hay algún animal más bienhechor que yo?

- ¡Pues claro que lo hay! - respondió el hombre.

- ¿Cómo? - se escandalizó la abeja - ¡Seguro que te has equivocado! Si no es así..., dime su nombre. Ésa es tu opinión - zumbó el insecto - Y no tiene ningún fundamento.

- Te lo explicaré - contestó él: la oveja nos cede su lana de buen grado y sin crearnos problemas; tú nos das la miel, pero en cambio siempre estás dispuesta a picarnos y clavarnos el aguijón.

La moraleja como ve apreciado lector es sencilla en esta fábula: la bondad es la virtud que más valor tiene en nuestra vida. ¿Verdad que sí? Por ello, lo invito a practicarla ¡YA¡, es sencillo sólo se necesita voluntad y una acción buena cada día.