Susana Cepeda Islas
Desde que tengo uso de razón, era una cuestión natural que cuando solicitábamos algún objeto en la familia, o nos daban cierto presente, o sucedía algo extraordinario, mi madre repetía constantemente a todos sus hijos: “Olvidaste la palabra mágica”. Ahí estaba ella, siempre atenta para recordarnos constantemente la palabra maravillosa, que era simplemente “Gracias”, palabra humilde, que posee una gran fuerza, significa tan sólo sentir gratitud. Sobre todo, por las cosas buenas que llegan a la vida. De hecho, la Biblia señala, con las sabias palabras de Jesús que: “Y el que reciba todas las cosas con gratitud será glorificado; y le serán añadidas las cosas de esta tierra. Hasta cien tantos, sí, y más”.
Lo interesante, es que en latín la palabra gratus significa agradecido o agradable, la gratitud es el sentimiento que nos enseña a poner atención y valorar los obsequios, beneficios o favores que nos hacen y ser correspondidos. Debido a ello, grandes pensadores a través de la historia se han referido a la gratitud de esta forma: Cicerón apunta a que “La gratitud no es solo la más grande de las virtudes, sino la madre de todas las demás”. Sócrates afirma que “Quien no es feliz con lo que tiene, tampoco será feliz con lo que le gustaría tener”. Una de las expresiones hermosas del Dalai Lama al respecto es “La raíz de todo bien crece en la tierra de la gratitud”.
La gratitud es lo contrario de la envidia, la psicóloga inglesa Melanie Klein explica que la gratitud es la capacidad de reparar al objeto amado hacía el cual en forma inconsciente se maltrató. Por su parte, el psicólogo húngaro, David Rapaport, nos explica que provoca una satisfacción de gozo. Es decir, las personas contamos con una capacidad tanto para forjar envidias, miedos, dolores, como para proyectar, gozo, paz, gratitud. Una persona agradecida es una persona afortunada, bendecida, no así la envidiosa, está tiene un doloroso y funesto camino por la vida.
Agradecer proporciona magnánimos beneficios, por ejemplo, químicamente nuestro organismo libera por medio del cerebro dopamina y serotonina, provocando grandes beneficios como el estado de ánimo, nos sentimos bien inmediatamente, también reduce el cortisol que es la hormona del estrés, que tanto daño nos hacen estos tiempos, al vivir con prisa, lo que nos impide apreciar a las cosas y las personas que nos rodean.
Estimado lector, me sucede a menudo que cuando demuestro gratitud a las personas de las cuales recibo algún servicio de su parte, les cambia el semblante de manera positiva, cuando les manifiesto con una sonrisa y le doy las gracias, es verdad, les proporcionamos gran felicidad y seguramente esa persona pensará que vale la pena el esfuerzo que pone por hacer su trabajo y le hacemos el día. Expresar gratitud nos conecta de inmediato con los demás, es importante valorar a las personas porque la armonía prevalece y fortalecemos los vínculos. Es mejor dar bendiciones a las personas que maldiciones.
La gratitud también se debe manifestar en momentos no solo de felicidad, sino también en momentos difíciles porque ayudan a mantener la calma, es increíble lo que nos proporciona ser agradecidos, automáticamente se transforman los pensamientos negativos en positivos, haciéndonos optimistas. Lo invito estimado lector, a que no olvidemos la gratitud, sobre todo de infundir este sentimiento entre los miembros de la familia, así como lo hizo mi madre, dar valor al agradecimiento. Finalizo está reflexión sobre la gratitud con esta frase de Álvaro Mutis, cuando entendemos el enorme sentido que guarda está palabra: “La gratitud es tan absoluta, las palabras sobran”