Haidé Serrano

Hablemos de un estereotipo que quiere denostar a algunas mujeres: “la señora de los gatos”. Es un intento de insulto recurrente en las personas machistas. Muy frecuente en los espacios donde se habla de feminismo, como en mis redes sociales. Por ejemplo: me preguntan cuántos gatos tengo, si ya comencé con el primero y que seguramente me convertiré, sino es que ya lo soy, en “la señora de los gatos”.

Esto, según los machistas, es sinónimo de soledad y de fracaso porque el estereotipo del éxito en una mujer es aquélla que tiene hijas e hijos, está casada con un hombre (ergo, es heterosexual), su esposo sigue con ella —o sea, no está “sola”— y ¡no tiene gatos!

Esta frase es un “micromachismo” que de micro no tiene nada y sí mucho de machismo. La expresión se ha normalizado y en muchas ocasiones se dice sin pensar en la carga de violencia que pueda contener. Y en el dolor que puede causar en personas que no tienen hijos e hijas y que lo desearon e intentaron y no lo consiguieron.

Esta violencia machista recobró notoriedad cuando el senador J.D. Vance, compañero de fórmula de Donald Trump, se refirió de forma despectiva a varias mujeres y a Kamala Harris —actual candidata a la presidencia de Estados Unidos— como “cat lady” o “señora de los gatos”, haciendo hincapié en que no tienen hijos biológicos y que por esta razón viven vidas miserables.

En el ámbito público y tratándose de la disputa por cargos políticos también se convierte en violencia política de género, pues cuestionan las decisiones de las mujeres con relación a la maternidad, a su estado civil, a su profesión y en general a cómo vivir su vida, cosa que por cierto sólo le incumbe a quien la vive.

Este estereotipo sexista también lo popularizaron Los Simpson (otro ejemplo de cómo la televisión contribuye al machismo). Está retratado en el personaje de Eleanor Abernathy. De joven tuvo una vida académica exitosa, se doctoró en Harvard y Yale; hizo una pausa en su carrera por una licencia de maternidad. La historia la retrata sin pareja. Después, no se sabe qué pasó con ese bebé, tampoco si se casó, tampoco su preferencia sexual, sólo que vive sola, parece estar loca, es adulta mayor y tiene infinidad de gatos que le lanza a quienes se acercan a su casa. A los ojos de la sociedad machista y patriarcal, es una mujer que fracasó.

Otra característica de la también conocida como “la loca de los gatos” es su “fealdad” que va acompañada de su vejez. Ambos “pecados capitales” que no pueden cometer las mujeres, pues la exigencia de juventud permanente y cánones de belleza anglosajones se imponen desde el capitalismo, para mantener a las mujeres adictas al consumo de productos cosméticos y gastar cientos de miles de pesos al año.

El sistema capitalista y patriarcal encuentra formas permanentes y constantes para controlar a las mujeres. Las frases que se insertan en la cultura y su expresión cotidiana son muy efectivas. Son formas de dominio disfrazadas de humor.

Y los objetivos son que las mujeres no ejerzan su libertad ni sus derechos humanos. Que crean que el único destino es la maternidad, cuidar de los demás sin cobrar un peso por ese trabajo y que el amor de un hombre es la salvación, todo esto en el marco de un matrimonio consagrado por alguna religión.

Lo bueno: el feminismo ha desvelado violencias como esta y otras y millones de mujeres están avanzando en desmontar las expectativas machistas y en construirse las propias.

Vamos avanzando y los gatos también nos acompañan, ¡ja!