Haidé Serrano

El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, y como dice mi maestra Patricia Chandomí, también es el día de los defensores de los vidrios, de los aparadores, de los monumentos y de las calles.

Cada 8 de marzo salen del anonimato los expertos en feminismo que no han leído un solo libro al respecto. Los opinadores inundan las redes con mensajes reprobatorios hacia las mujeres, porque “esas no son formas de manifestarse”. Estas personas repiten propaganda anti mujeres sin cuestionarse cómo son parte del problema.

Son personas muy preocupadas porque al banco le pinten la fachada, pero apáticas de los 10 feminicidios al día en México. Como el de Mariel García López, desaparecida el 28 de enero, y cuyos restos fueron encontrados hace unos días en una zona irregular de Cancún.

Estos defensores de monumentos se mantienen mirando la paja en el ojo ajeno y ciegos ante un hecho irrefutable: el hogar es el lugar más peligroso para las mujeres.

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), un estudio del 2018 concluyó que “alrededor de 87,000 mujeres fueron asesinadas en todo el mundo el año pasado, unas 50.000, es decir, el 58%, a manos de sus parejas o familiares. Esto equivale a que seis mujeres son asesinadas cada hora por personas que conocen”.

Y también es el día de las personas que, en un ánimo tonto, quieren congraciarse con las mujeres: las felicitan, regalan rosas, mandan stickers estúpidos o frases cursis que en realidad son estereotipos de género y violencia simbólica; cuando se ha dicho hasta la saciedad, que el origen de este día es la violencia en contra de las mujeres por el hecho de ser mujeres y su conmemoración es una exigencia a que esta cese totalmente.

“El violeta es el color del feminismo. Nadie sabe muy bien por qué. La leyenda cuenta que se adoptó en honor a las 129 mujeres que murieron en una fábrica textil de Estados Unidos en 1908 cuando el empresario, ante la huelga de las trabajadoras, prendió fuego a la empresa con todas las mujeres dentro. Esta es la versión más aceptada sobre los orígenes de la celebración del 8 de marzo como Día Internacional de las Mujeres. En esa misma leyenda se relata que las telas sobre las que estaban trabajando las obreras eran de color violeta. (Varela)

Cada Día Internacional de la Mujer, numerosas personas expresan sin pudor su odio a las mujeres.

“Se odia al feminismo porque se odia a las mujeres. El antifeminismo es una expresión directa de la misoginia; es la defensa política del odio a la mujer”.- Andrea Dworkin.

El 8 de marzo es un día que sirve como termómetro de la misoginia. Es útil para saber cuánto nos hace falta y cuánto hemos avanzado.