Haidé Serrano

Muchos de los argumentos contra el sufragio femenino siguen vigentes. Las feministas pelearon en muchos países para que las mujeres gozáramos de derechos políticos y se enfrentaron sobre todo a mitos. Ellas encararon creencias machistas para conseguir el acceso de las mujeres al voto. En México, podemos hacerlo desde hace 70 años. Pero me resulta preocupante que las razones esgrimidas en el milenio pasado y desde hace cientos de años contra las mujeres sigan actuales.

Reuní algunas de las ideas que se inventaron los hombres –el patriarcado– para impedir que las mujeres ejerzamos nuestros derechos políticos y civiles. Ciertas de ellas parecen ridículas; otras, las más preocupantes, aunque ya antiguas, gozan de buena salud, sólo que se han reinventado, con otras palabras y disfraces para continuar convenciendo de la supuesta inferioridad de las mujeres con relación a los hombres.

-Las mujeres no deben votar, pues ellas son incapaces de decidir por cuenta propia; y, si lo hacen, será el mismo pensamiento de su esposo o padre, o sea, darle dos votos a una misma persona.

-Las mujeres al ser seres influenciables, y estar bajo el dominio de la religión, votarán según se los indique el párroco de su iglesia.

-Las mujeres son más débiles y menos capaces intelectualmente que los hombres.

-Si las mujeres votan sembrarán la discordia en sus hogares; claro, en el caso de que piensen diferente a los hombres.

-En cuanto las mujeres voten, empezarán a desear ser y hacer más. Como ser diputadas o integrantes del gobierno.

-Si las mujeres participan de la vida pública su salud se verá afectada, por la intensidad propia de la política.

-Si se pone en riesgo la salud de las mujeres, se pone en riesgo la vida de la nación.

-Las mujeres deben ser discretas y no llamar la atención, deben permanecer en sus hogares.

-Las mujeres que exigen el voto y protestan son el centro de atención, lo que es vergonzoso, vulgar y violento.

-Las mujeres que protestan en la calle son moralmente iguales a las prostitutas, por tanto, se les puede insultar con comentarios sexuales.

-Las obligaciones de las mujeres son incompatibles con el ejercicio de la política.

-Las ocupaciones domésticas de las mujeres son sagradas, por ello es necesario que no las descuiden al interesarse de los “negocios públicos”.

-La virtud femenina corre el riesgo de mancharse por la acción corruptora de la política.

-La política no puede estar en manos de mujeres, porque son seres irracionales y necesitados de contención.

-Las mujeres generan efectos perturbadores y contaminantes con su sola presencia.

-Las mujeres son entes pre-cívicos.

-Las mujeres son sinónimo de ausencia de civilización.

-“Sobreeducar” a las mujeres las convierte en seres inmorales, desequilibrados y asexuales.

-Las mujeres están por naturaleza necesitadas de freno y control.

Muchas de estas creencias machistas perviven en las denostaciones contra mujeres que ya ejercen la política, que están al frente y en las posiciones más altas de liderazgo. Las que están ocupando el espacio público están expuestas constantemente a la violencia política en razón de género. Y pervive el clima de impunidad en torno a ellas y a la sociedad toda.

Aún hay mucho por hacer y reflexionar.

Fuentes: Nerea Aresti. “Los argumentos de la exclusión. Mujeres y liberalismo en la España contemporánea. Perla Chávez / Karen Hernández. “Setenta años de lucha por el voto de las mujeres:  historia y retos. Ainhoa Campos Posada. “Las sufragistas y su obstinada lucha por el voto femenino”.

@HaideSerrano dirige y conduce Feminismos en Corto sin Tanto Rollo, una plataforma sobre feminismo, perspectiva de género, igualdad, derechos humanos y paz. Es autora del libro “Mujeres líderes en la pandemia”. Columnista en Luces del Siglo y Milenio. Conductora de Luces del Siglo El Podcast. Licenciada en Comunicación y maestra en Género, Derecho y Proceso Penal.