El Museo las Tumbas Reales de Sipán fue construido para alojar los entierros de los señores de Sipán encontrados en 1987 por el arqueólogo peruano Walter Alva Alva.
En el mudo de las grandes culturas prehispánicas no hay entierros con los ajuares funerarios como los de los distintos señores de Sipán. La tumba de Pakal en Palenque es lo más parecido. Aquellas tienen oro y esta jade. Siempre las comparaciones son deficientes, pero ayudan.
La calidad, variedad y belleza de las piezas es extraordinaria. El entierro del Señor de Sipán (650 a.C.) se encontró intacto. No había sido saqueado. Y tampoco la Tumba del Señor de Sipán (350 d.C.), de tres siglos antes, que tiene menos objetos. La Tumba del Señor de Sipán (550 d.C.) sí fue saqueada y se han recuperado algunos objetos.
Hay el entierro de un sacerdote y otros entierros de personajes de la nobleza, gobernantes y guerreros. En el museo se exhiben objetos de oro, plata y cobre. Hay orejeras, sonajas, collares, pectorales, estandartes y textiles. Distintos tipos de ofrenda.
La museográfica es buena y el guion ofrece un recorrido que va del proceso del descubrimiento y las excavaciones de los arqueólogos en la Huaca Rajada, a estar frente a los ajuares de los señores ya en el museo.
A mí no me gusta el tipo de arquitectura que recrea la arquitectura prehispánica, para el caso las pirámides truncas de la Cultura Mochica. Me hubiera gustado más un museo de arquitectura de vanguardia como la del Museo del Sitio en la Zona Arqueológica de Pachacamac o el Museo Cao en la Zona Arqueológica El Brujo.
Si se viene a Perú, vale mucho la pena tomar un avión o camión y venir a Lamba y que solo para visitar este museo, que es único, dentro de los muchos que existen para dar a conocer a las distintas culturas prehispánicas en lo que ahora es América Latina.
Es un sitio para volver una y otra vez, para estudiar lo que se ve y profundizar en la Cultura Mochica. El recorrido del museo lo hicimos con una guía. Nos ayudó para poner énfasis en ciertas vitrinas y objetos.