Rubén Aguilar Valenzuela

Historia

 

- Fundación de la congregación

 

En 1567 Bernardino Álvarez Herrera obtiene el permiso de arzobispo Alonso de Montufar y del virrey Martín Enríquez de Almanza, para establecer un hospital que atienda en lo particular a personas con discapacidades mentales y trastornos psiquiátricos. Se funda, entonces, el primer hospital mental de América.

 

En un principio Álvarez no tenía el propósito de fundar una congregación religiosa, pero la vida de hermandad que llevaba con sus ayudantes, en la atención del hospital, lo anima a su creación. Es cuando formula las reglas de la congregación de San Hipólito de la Caridad. Es la primera que se crea en la Nueva España.

 

Pide aprobación al papa Gregorio XIII (1578-1581), que da la autorización. A lo largo del siglo XVI y XVII, la hermandad acude ante los distintos papas para obtener de ellos la ratificación de las aprobaciones.

 

Es hasta 1700 cuando el papa Inocencio XII erige a la congregación de manera formal y regular, colocándola debajo de la regla de san Agustín y con votos solemnes de castidad, pobreza, obediencia y hospitalidad. A partir de entonces los frailes pasaron a usar la correa de San Agustín.

 

- Fundación del hospital y el convento

 

El convento y hospital se edifican a un lado de la ermita de san Hipólito y san Casiano que se había establecido para celebrar el triunfo de los españoles sobre los aztecas en México-Tenochtitlán, el 13 de septiembre de 1521. El fundador logró que la ciudad y los vecinos le donaran parte del terreno. Ahí había una pequeña casa, vieja y de adobe, que fue el primer edificio del hospital y convento de San Hipólito. A esta se le añadieron cuartos de adobe, para empezar a dar alojamiento a los "inocentes" o discapacitados mentales.  

 

Entre los siglos XVI y XVIII el hospital tuvo gran reconocimiento entre las instituciones que se dedicaban a la salud y el cuidado de los enfermos. En la segunda mitad del siglo XVIII el virrey Bucareli decide contribuir a resolver las necesidades materiales del edificio y ayudar al sustento económico de los ocupantes. En ese entonces, como la mayoría de hospitales fundados por órdenes religiosas, el Hospital de San Hipólito vivía de la limosnas y la caridad delas personas.

 

- El siglo XVIII y XIX

 

En el siglo XVIII se reconstruye el convento y el hospital. El 20 de enero de 1777, día del cumpleaños del rey Carlos III, cuando se hace solemne traslado de los pacientes al nuevo edificio. Asiste el visitador real José de Gálvez, quien una semana después escribe al rey: "el nuevo edificio no tiene igual con ninguno de los Hospitales que de esta clase he visto en Europa". En el informe que envió al rey a finales de ese año se incluye el plano del hospital.

 

En 1821, consumada la Independencia, y con la supresión de las órdenes y congregaciones mendicantes, la institución pasa a manos de las nuevas autoridades. El hospital siguió funcionando y sin abandonar su tarea fundamental y durante la intervención del ejército de Estados Unidos auxilió tanto a soldados como a ciudadanos.

 

Entre 1851 y 1852 el edifico sirvió como espacio para la enseñanza y eventos del Colegio de Medicina, antes de que este se estableciera en definitiva en el edificio de la Santa Inquisición en 1854. Nuevamente, durante las turbulencias de la Revolución de Ayutla, la Guerra de Reforma y el Imperio de Maximiliano de México, el hospital vivió altas y bajas, pero siguió siendo reconocido como lugar especializado en enfermos mentales. A finales del siglo XIX el arquitecto Damián Ortiz colocó textos, en el ángulo exterior del muro del atrio, que recuerdan el episodio de la Noche Triste del 30 de junio de 1520 y la caída de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521.

 

En el Porfiriato el hospital dejó de dedicarse a la atención de los enfermos mentales, el edificio vive trasformaciones profundas con el establecimiento de nuevas calles y avenidas. En 1910 la inauguración del Manicomio General de la Castañeda, institución que tenía como fin ser el centro innovador de la atención médica a enfermos mentales, aplicando las nuevas teorías y métodos más eficaces, hace que el Hospital de San Hipólito de abandone y el edificio se convierta en vecindad y se deteriore.

 

En 1892 el Arzobispo Pelagio Labastida entrega la iglesia de San Hipólito a los padres claretianos. En 1893 el interior de la iglesia es remodelado por el arquitecto Manuel Francisco Álvarez. En 1917, la rectoría de la iglesia pasa al clero diocesano. En 1942 la comunidad claretiana celebró sus "bodas de oro" por su estancia de 50 años en San Hipólito. En 1955, el padre Fierro funda una escuela para sordomudos con el nombre de "Rosendo Olleta" en unos salones anexos al templo.

 

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) declara al edificio del hospital como "Monumento Colonial" en 1964. En 1996, año que terminaron las rentas congeladas, el inmueble es rescatado y se inician los trabajos de restauración a cargo del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) con aportaciones de capital público y privado. Ahora es un espacio de eventos sociales.

Hospital de San Hipólito en el siglo XIX.

 

 

Descripción:

- Atrio

 

Hoy el atrio está varios metros bajo el nivel de la calle. Hay una escalera que supera la diferencia.

 

- Iglesia

A partir de 1581, la ermita original fue reconstruida como una iglesia que era parte del convento y el Hospital de San Hipólito. La que ahora vemos es del siglo XVIII. En la década de 1950 la iglesia se dedica a San Judas Tadeo.

 

Exterior

 

La fachada - portada  tiene tres cuerpos. El primero es el acceso principal, con un arco de medio punto con frondas resaltadas, un par de nichos y columnas toscanas de tres cuartos. En el segundo cuerpo se encuentra san Hipólito, en el centro, labrado en cantería y a su lado dos imágenes de bulto, que representan a san Antonio Abad y san Antonio de Padua. En el tercer cuerpo se localiza la Virgen María en un vitral elaborado en el siglo pasado. El remate es una estructura con un nicho al centro con imagen y en la parte alta un medallón.

 

Las torres se construyeron giradas 45 grados desde la fachada y son únicas en la ciudad. La torre de la derecha fue la primera que se levantó. Las dos son iguales y cada una tiene tres cuerpos y un remate. El primero corre a lo largo de la fachada- portada y está adornada con figuras geométricas en relieve que se repiten. El segundo son arcos ojivales alargados en cada costado en medio de una compleja ornamentación. El tercero, más angosto, tiene forma octagonal, en cuatro de los lados hay arcos de medio punto alargados abiertos y en los otros cuatro lados los mismos arcos, pero cerrados. Forman una especie de nicho. El remate es una cúpula con gajos.

 

Interior

La iglesia que inicia su construcción a finales del siglo XVI se termina a mediados del siglo XVIII. Tiene una nave con brazos a manera de cruz latina, orientada sur a norte, y cubierta por dos bóvedas de casquete esférico. En el crucero una cúpula octagonal con linternilla. El altar mayo es de estilo ecléctico.

 

Convento y hospital

El edificio que ahora vemos es del siglo XVIII. Aquí estaba el convento y el hospital. La forma es cuadrada. El claustro bajo tiene seis arcos de medio punto por cada lado. Son de cantera. El claustro alto tiene seis arcos de medio punto rebajados en cada uno de sus lados. Son de cantera. Al centro una fuente octagonal.

 

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Bernardino Álvarez Herrera. En 1514 nace en el sur de España. A los 20 años se alista como soldado y como tal pasa a la Nueva España, toma parte en la guerra de los chichimecas en Zacatecas y otras regiones norteñas.

 

Devuelta en la Ciudad de México, fue capitán de una pandilla que se dedicó al juego de naipes. Por este camino se topa con la justicia, pues interviene en un homicidio en un pleito. El castigo fue servir, de manera forzada, en la flota que navegaba buscando nuevos descubrimientos en los mares de Filipinas, Japón y la China. En tal condición llega a Acapulco, en donde supo conquistarse a una mujer, que lo ayudó a escapar. Y así, mientras la justicia lo reclamaba para la flota, él navegaba ya libremente hacia las tierras del Perú.

 

Treinta años después, poseedor de una gran fortuna y ya en plena madurez, regresó a la Nueva España para vivir como un gran señor. Acudió a su madre pidiéndole que viniese a compartir su riqueza, pero la madre se negó, explicándole cuán pasajeros eran los bienes de la tierra, cómo ella los había dejado ya y había vestido hábito de beata. Finalmente, lo exhortaba a emplear su caudal en el servicio de Dios y del rey.

 

La breve carta le repitió con sencillez las verdades que él como cristiano conocía, pero el recordarlas en el momento de su triunfo, cambió el rumbo de su vida. Vistió un burdo sayal y se ofreció a servir a los enfermos en el hospital de la Limpia Concepción. Diez años pasó allí ejercitándose en la virtud de la caridad. A su obra personal, de atender a los enfermos diariamente como el más humilde enfermero, añadió enormes limosnas, con las que se construyó una gran enfermería.

 

Esta fue la primera obra de fray Bernardino, que después funda otras semejantes en Puebla, Oaxtepec, Veracruz y Acapulco. Se atendía a todo tipo de personas indigentes y necesitadas pero de manera especial a quienes padecían de sus facultades mentales o, más prejuiciosamente, presentaban signos de locura. Fray Bernardino Álvarez Herrera murió el 12 de agosto de 1584 a la edad de setenta años.