Rubén Aguilar Valenzuela
 
En Gramsci y la Revolución de Occidente (Siglo XXI, 1977) María Antonieta Macciocchi (1922-2007) especialista en la obra del revolucionario italiano Antonio Gramsci (1891-1937) sostiene que es la idea de la Revolución lo que da cuenta y explica el pensamiento y la obra de este extraordinario político e intelectual marxistas.

Gramsci decía que "hacer política significa actuar para transformar el mundo. El hombre activo, de masa, obra prácticamente, pero no tiene clara conciencia teórica de su obrar, que sin embargo es un conocimiento del mundo en cuanto lo transforma". Para él la política revolucionaria es la sustancia misma de la historia.

Macciocchi fue por muchos años militante del que fuera el Partido Comunista Italiano (PCI). Para ella el hilo conductor de la obra de Gramsci, desde su juventud hasta su muerte, pasando por los años de cárcel, fue la idea de la Revolución. En el italiano en la medida que pasaron los años su pensamiento ganó profundidad, coherencia y consistencia.

El libro recoge el curso que sobre Gramsci impartió la académica y política italiana en la Universidad de Vincennes en París en 1972 y 1973. Ella se esfuerza en presentar a un Gramsci actual que en ese entonces pudiera inspirar y guiar la estrategia revolucionaria en Occidente. Se distancia de otras interpretaciones en ese entonces en boga.

Al inicio de la década de los setenta cuando Macciocchi escribe, había una gran ignorancia sobre el pensamiento de Gramsci en Italia, pero más en Francia. Ella ofrece una lectura política del comunista italiano desde una visión de izquierda que rechaza las interpretaciones extremistas.

En sus escritos Gramsci se propone contestar a dos preguntas: ¿Por qué ha fracasado la Revolución en Occidente? ¿Cómo se explica la victoria fascista? La autora plantea que la posición del teórico de la Revolución rechaza las fórmulas dogmáticas y absolutistas del marxismo ortodoxo. Esto lo lleva a su formulación de un "marxismo vivo".

En 1922-1923, Gramsci participa en el IV Congreso de la Internacional Comunista y eso le permite hacer un análisis de las diferencias entre la Revolución de octubre en Rusia y la manera en que éstas deberían darse en Occidente. Para eso le resulta fundamental ubicar lo distinto que son la Rusia zarista y el Occidente industrializado.

Se propone, entonces, una estrategia revolucionaria propia de Occidente. Es necesaria la alianza obrero y campesina. La clase proletaria debe acercarse a los campesinos. Solo así será capaz de gobernar como clase en la incorporación de los campesinos y los intelectuales.

De esta reflexión surge el aporte fundamental de Gramsci al marxismo: el concepto de hegemonía. La hegemonía de la clase dominante debe ser remplazada por la hegemonía del proletariado. Eso lo lleva a la distinción en el Estado entre "sociedad política" y "sociedad civil".

El Estado sería la "sociedad política" que representa el momento de la fuerza coercitiva y la "sociedad civil" estaría integrada por una red amplia y compleja de funciones educativas e ideológicas que son las que otorgan dirección a la sociedad.

Gramsci observa la complejidad del Estado moderno. En él las instancias ideológicas se articulan a la base económica con relativa independencia y permiten, entonces, entender la relación dialéctica entre coerción y consenso, dictadura y hegemonía.

Al concepto de hegemonía se añade la idea del bloque histórico. Gramsci dice: "La infraestructura y las superestructuras forman un 'bloque histórico', sea que el conjunto complejo, contradictorio y discorde de las superestructuras es el reflejo del conjunto de las relaciones sociales de producción".

Así, para que el proletariado pueda conquistar el poder es necesario que antes se dé una "revolución en su mentalidad". Solo así es posible impulsar la ideología proletaria hasta que sea aceptada por el resto de la sociedad, y así proceder a la toma del poder político.

A los conceptos de hegemonía bloque históricohay que añadir el de intelectual orgánico. Gramsci analiza el papel de los intelectuales dentro de la hegemonía burguesa y también la proletaria. Los intelectuales nunca son autónomos. Y éste debe entenderse como el "funcionario de la superestrctura". Él asegura el consenso ideológico ya sea del bloque histórico hegemónico o del bloque histórico emergente.

La obra de Macciocchi, a pesar de los años, sigue siendo un trabajo fundamental para entender la obra de Gramsci y su aporte teórico y práctico. En la crisis más que evidente del marxismo ortodoxo y dogmático muchas de las ideas del intelectual y político italiano siguen siendo sugerentes para el análisis de la realidad social.

Gramsci y la revolución de occidente
María Antonieta Macciocchi
Siglo XXI
México, 1977
pp. 396