Ruben Aguilar

Edificio

El arquitecto Mark Grigoryanlo lo construye en 1957. Está en la parte alta de la ciudad. El diseño del edificio se propone que se vuelva un sitio emblemático. En el primer nivel de la parte exterior está la figura del monje Mesrop Mashtots quien crea el alfabeto armenio en 405. Es obra del escultor Ghikas Chubaryan. El arranque de las escaleras y el vestíbulo, con los murales, está bien logrado. Cada sala del museo está inspirada en la estructura y los techos de un monasterio.

 

Historia de la colección

La colección inicia al principio del siglo V formada por el propio Mashtots en la matenadarán, que en armenio antiguo significa biblioteca,del monasterio de Echmiadzin. Con el tiempo la colección crece y es a partir del siglo XV que recibe un gran impulso. En el siglo XVIII los ataques a la ciudad dañan la biblioteca que fue saqueada por última vez en 1804.

En 1828, con la integración de Armenia oriental al Imperio ruso, retoma su desarrollo. En 1840, se publica un primer catálogo, prologado por Marie-Félicité Brosset, que contabiliza 312 manuscritos; el segundo catálogo de 1863 registra  2,340.

En 1915, como consecuencia del genocidio armenio, el Matenadarán recibió numerosos manuscritos procedentes de Armenia occidental (en particular de Vaspurakan), pero también de Tabriz en Persia. Para proteger sus colecciones se decide llevarla a Moscú, pero después regresa a su sitio original.

Después de la Revolución, en 1920, las autoridades rusas nacionalizan todos los bienes de la Iglesia Armenia entre ellos esta biblioteca. El Estado soviético incrementa la colección con manuscritos procedentes de Moscú (Instituto Lázarev de lenguas orientales) y de Tiflis. En 1939 las colecciones fueron transferidas de Echmiadzín a Yereván. En 1959, la institución hasta entonces conocida como el Matenadarán se convierte en el Instituto de Manuscritos Antiguo.

Colección

En el mundo hay 30,000 manuscritos armenios y aquí se encuentran 14,000. El  fondo cuenta con 3,000 manuscritos en otras lenguas. Y en su archivo hay 300,000 documentos. Desde el siglo V, después de la creación de la escritura armenia, en los monasterios se traducen y copian los textos de la antigüedad. Existen obras de la Grecia antigua que se han conservado solo en la versión armenia. La colección reúne textos del siglo IX al XIX. Son diez siglos. Hoy el museo es centro de investigación, rescate y conservación de manuscritos armenios y de otras lenguas.

 

Visita

El original más antiguo que se conserva es un texto conocido como el Evangelio de Lázaro, de 887, escrito en pergamino. Al siglo V, cuando empieza la traducción y copia de manuscritos de la antigüedad en los monasterios, se le conoce como la “Edad de Oro” de las traducciones. Del siglo V al X los textos se escribieron sobre pergamino y a partir de entonces en papel. El pergamino era muy costoso, se requería la piel de muchos corderos, y por eso había la costumbre de que cada 500 años se borraban los textos, para volver a escribir sobre esos libros. En la exposición se muestran algunos ejemplos.

Los copistas y miniaturistas eran distintas personas. El copista Hovhannos Mahgasarents, del siglo XV, empezó a trabajar a los 14 años y a lo largo de toda su vida logró copiar 132 libros. El número da una idea del esfuerzo que implicaba la producción de los textos. De manera particular me impresionaron: Una traducción y copia del siglo XII de la Geometría de Euclides, del siglo III; El Evangelio de Echmiadzin de 989 con una portada en marfil, formidable, del siglo VI; Un Evangelio de 1649; Las Homilías de Mush; Libro de oraciones de 1200. En 1512 se imprime en Venecia el primer libro en armenio y hasta 1772 en la propia Armenia.

Comentario

Una joven guía en español nos acompañó en el recorrido. Lo hizo muy bien. Los manuscritos muestran el alto desarrollo de las ciencias (matemáticas, botánica, medicina, astronomía…), la filosofía, la teología, el derecho y las artes que alcanzó en los monasterios armenios. Las miniaturas de los libros tienen un dibujo preciso con colores intensos y definidos. Es una museografía didáctica, ya rebasada, que muestra muy poco de lo que tiene la colección. Me hubiera gustado ver muchos más manuscritos. No vimos nada de los trabajos de Molmik. La guía comentó que hay donaciones constantes de manuscritos al museo. (Me hice del libro sobre la colección del museo)