 Rubén Aguilar Valenzuela
Rubén Aguilar Valenzuela A lo largo de 2 000 años se ha sostenido que junto a Jesús fueron crucificados dos "ladrones" en el Gólgota. Esto en base a la interpretación de la afirmación en el evangelio de Marcos, que retoma Mateo, donde se dice que eran "bandidos" o "bandoleros", que no significa "ladrones" como se ha interpretado hasta ahora.
 
El historiador español Fernando Bermejo Rubio, profesor de Historia Antigua en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en España, ha publicado un texto donde plantea una nueva interpretación de quiénes eran los que mueren junto a Jesús (El País, 02.04.23).
 
Bandidos o bandoleros, dice el historiador, es un término que utilizó el historiador judío Flavio Josefo y los historiadores romanos que escriben en griego para referirse, de forma despectiva, a los insurgentes que se oponían a la dominación del Imperio Romano.
 
En el Gólgota, de acuerdo a los evangelios canónicos, junto a Jesús fueron crucificados dos personas más, se trató, pues, de una crucifixión colectiva. Este tipo de muerte, dice Bermejo Rubio, estaba destinada en la Palestina sometida a Roma casi en exclusiva a los rebeldes políticos y a sus secuaces.
 
Para el historiador, autor de La invención de Jesús de Nazaret (Siglo XXI), esto permite inferir que los crucificados junto a Jesús no fueron simples "ladrones", sino patriotas, insurrectos, luchadores por la libertad de su nación. En su versión Poncio Pilatos los manda ejecutar, al igual que Jesús, porque se habían mostrado, de una manera u otra, como enemigos de Roma.
 
Luchar contra el Imperio representaba "un inequívoco crimen de lesa majestad por cuanto entrañaba un llamamiento a la subversión y a la independencia", que necesariamente implicaba ser llevados a la cruz como fue el caso de los tres ejecutados en el Gólgota.
 
Desde hace siglos, por lo menos desde el XVI, los historiadores asumen que Jesús fue crucificado porque "debió de estar implicado en algún tipo de resistencia antirromana" y para ello, asegura Bermejo Rubio, hay muchas evidencias que registran los evangelios como lo han reconocido los teólogos que se acercan al Jesús histórico en particular los seguidores de la Teología de la Liberación.
 
Para este historiador los hombres crucificados junto a Jesús, que la tradición reconoce como Gestas y Dimas, fueron ejecutados por las mismas razones que lo fue este y sufrieron los mismos tormentos, previo a su asesinato, que él. La vida y muerte de los tres "adquieren de ese modo pleno sentido en la Palestina, sometida al yugo romano, del siglo I de la era común".
 
La interpretación que ofrece Bermejo Rubio, que supone una nueva manera de entender a los hombres que son asesinados junto con Jesús, resulta no solo sugerente sino digna de tomar en cuenta. Los estudios del Jesús histórico y los planteamientos de la Teología de la Liberación, que estudié en mis años de jesuita y lo sigo haciendo, ofrecen elementos sólidos para aceptar esta manera de ver las ejecuciones del Gólgota.
El historiador español Fernando Bermejo Rubio, profesor de Historia Antigua en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en España, ha publicado un texto donde plantea una nueva interpretación de quiénes eran los que mueren junto a Jesús (El País, 02.04.23).
Bandidos o bandoleros, dice el historiador, es un término que utilizó el historiador judío Flavio Josefo y los historiadores romanos que escriben en griego para referirse, de forma despectiva, a los insurgentes que se oponían a la dominación del Imperio Romano.
En el Gólgota, de acuerdo a los evangelios canónicos, junto a Jesús fueron crucificados dos personas más, se trató, pues, de una crucifixión colectiva. Este tipo de muerte, dice Bermejo Rubio, estaba destinada en la Palestina sometida a Roma casi en exclusiva a los rebeldes políticos y a sus secuaces.
Para el historiador, autor de La invención de Jesús de Nazaret (Siglo XXI), esto permite inferir que los crucificados junto a Jesús no fueron simples "ladrones", sino patriotas, insurrectos, luchadores por la libertad de su nación. En su versión Poncio Pilatos los manda ejecutar, al igual que Jesús, porque se habían mostrado, de una manera u otra, como enemigos de Roma.
Luchar contra el Imperio representaba "un inequívoco crimen de lesa majestad por cuanto entrañaba un llamamiento a la subversión y a la independencia", que necesariamente implicaba ser llevados a la cruz como fue el caso de los tres ejecutados en el Gólgota.
Desde hace siglos, por lo menos desde el XVI, los historiadores asumen que Jesús fue crucificado porque "debió de estar implicado en algún tipo de resistencia antirromana" y para ello, asegura Bermejo Rubio, hay muchas evidencias que registran los evangelios como lo han reconocido los teólogos que se acercan al Jesús histórico en particular los seguidores de la Teología de la Liberación.
Para este historiador los hombres crucificados junto a Jesús, que la tradición reconoce como Gestas y Dimas, fueron ejecutados por las mismas razones que lo fue este y sufrieron los mismos tormentos, previo a su asesinato, que él. La vida y muerte de los tres "adquieren de ese modo pleno sentido en la Palestina, sometida al yugo romano, del siglo I de la era común".
La interpretación que ofrece Bermejo Rubio, que supone una nueva manera de entender a los hombres que son asesinados junto con Jesús, resulta no solo sugerente sino digna de tomar en cuenta. Los estudios del Jesús histórico y los planteamientos de la Teología de la Liberación, que estudié en mis años de jesuita y lo sigo haciendo, ofrecen elementos sólidos para aceptar esta manera de ver las ejecuciones del Gólgota.

 
 

