Rubén Aguilar Valenzuela
El pasado 29 de abril, el papa Francisco, como parte de su estrategia de lucha contra la pederastia en la Iglesia, ordenó a la Comisión Pontificia para la Protección de Menores que elabore un informe anual que rinda cuenta sobre el estado de la cuestión.
 
Esta comisión es un órgano de la Curia romana creado por el papa con el propósito de sentar las bases para la prevención de los abusos de menores por parte de sacerdotes y religiosos.
 
El papa pidió a los integrantes de la comisión que le entreguen un informe anual que dé cuenta de manera precisa, a nivel de la Iglesia en todos los países, sobre los abusos que se hayan podido cometer. Este mecanismo de rendición de cuentas es un instrumento, entre otros, en la lucha contra los abusos a menores.
 
Este informe anual debe presentar también las iniciativas de la Iglesia para prever los posibles abusos y contemplar los elementos que deben modificarse con el propósito de que las autoridades, a nivel de la Curia romana y de las diócesis, tomen las medidas pertinentes, para evitar la pederastia.
 
En los últimos años, el papa se ha propuesto combatir el abuso de los menores y el ocultamiento criminal de parte de sectores de la jerarquía, que solo perpetúan el problema y agravan la situación de las víctimas.
 
El papa plantea que este documento propicia la "transparencia y responsabilidad y ofrece una información clara" del estado de la cuestión. En su visión "si no hay avances, los fieles seguirán perdiendo la confianza en sus pastores, lo que hará cada vez más difícil el anuncio y el testimonio del Evangelio".
 
Un valor añadido del informe, dice el papa, es que se podrá saber con precisión "lo que está sucediendo y lo que debe cambiar, para que las autoridades competentes puedan actuar" y lo hagan de inmediato.
 
A la par del documento anual, el papa ha pedido una mayor "transparencia a las diócesis" sobre los casos de abuso de menores. Les urge superar todos los obstáculos que impedían la clara y abierta rendición de cuentas. En muchos casos supone un cambio radical en la manera de actuar de ciertas diócesis.
 
A partir de las políticas implementadas por el papa se aprecia ya una transformación importante, algunos dicen que radical, en el acercamiento de la jerarquía y el clero a las víctimas. Supone una nueva manera de relacionarse con ellas, que por muchos años han reclamado la verdad y también la justicia de parte de la Iglesia.
 
El papa, con base en datos duros, señala que "las semillas sembradas empiezan a dar sus frutos" y que "la incidencia de los abusos a menores por parte del clero ha mostrado un descenso durante varios años en aquellas partes del mundo donde se dispone de datos y recursos fiables".
 
En la reunión del pasado abril, el papa planteó la necesidad de que la Comisión de Pontificia para la Protección de los Menores se ponga en contacto directo con las diócesis, para "supervisar, en diálogo con las conferencias episcopales, la creación de centros especiales en los que las personas que han sufrido abusos y sus familias puedan encontrar acogida y escucha y ser acompañados en un camino de curación y justicia".