Rubén Aguilar Valenzuela
Leí Tocar el cielo (Editorial Lóguez, 1981) del sacerdote y poeta Ernesto Cardenal (1925-2020), en Managua, pocos meses después de que se editara en Salamanca, España.

Todos vivíamos de la euforia de la Revolución sandinista, que había triunfado en 1979, y nos contagiábamos de la posibilidad de construir un mundo distinto y mejor.

El libro recoge poesías de Cardenal sobre la revolución nicaragüense y los cambios que en ese tiempo se estaban dando en el país.

Hablan de un mundo nuevo que ahora se hacía realidad a través de las acciones del gobierno del que él mismo participaba como ministro de Cultura.

Los "muchachos", los sandinistas, mujeres y hombres que se jugaron la vida, muchas y muchos la perdieron, habían derrocado la feroz dictadura de la dinastía Somoza. El último de esos sátrapas Anastasio Somoza (1925-1980).

Al Cardenal, también escultor, le tocó vivir el derrumbe de esa utopía y también la restauración de la dictadura a manos del comandante Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, que se dice poeta.

En estos días obscuros para Nicaragua, días de dolor y lamentación, por lo que sucede en el país, pero también con las y los amigos encarcelados quienes sin juicio han sido condenados a 15 años de cárcel, releo la obra del sacerdote y poeta.

Lo que Cardenal plantea en Tocar el cielo no existe en la Nicaragua de hoy que ha regresado a los peores años de la dictadura somocistas. El sacerdote-poeta-escultor antes de su muerte fue perseguido por el régimen.

La celebración que en esa obra se hace de la revolución, la construcción de un mundo más humano y justo, se mantiene como rasgos de una utopía por alcanzar. La que pensamos habíamos conquistado y teníamos en la mano fracasó.

Lo que ahora pasa en Nicaragua plantea muchas y dolorosas preguntas. ¿Qué nos pasó? ¿Por qué es posible que quienes se decían revolucionarios se vuelvan dictadores como los que antes combatieron? ¿Esa es la condición humana?

La relectura del texto me causa dolor y me enfrenta a una sensación profunda de impotencia. Ahora la dictadura no se debilita sino se fortalece. No se ve que en el futuro cercano la situación pueda cambiar.

El texto se ilustra con pinturas de artistas de la isla de Solentiname, el proyecto que el sacerdote y artista impulsó, y con fotografías de la Nicaragua de esos días. El prólogo es de Benjamín Forcano.

Tocar el cielo
Ernesto Cardenal
Editorial Lóguez
Salamanca, España, 1981
pp. 60