Rubén Aguilar Valenzuela
 
Semanas atrás en la Revista Etcétera analicé la estrategia de comunicación y el discurso de cuatro mandatarios populistas de Asia: Recep Tayyip Erdogan (1954) presidente de Turquía; Narendra Damodardas Modi (1950) primer ministro de la India; Rodrigo Duterte (1945) presidente de Filipinas y  Prayuth Chan-o-cha (1954) primer ministro del reino de Tailandia.

Los cuatro son nacionalistas, conservadores y de tradición religiosa distinta. Erdogan se educó en el islamismo; Modi en el hinduísimo; Prayuth Chan-o-cha en el budismo y Duterte en colegios católicos. Erdogan y Modi hacen constante manifestación de su práctica religiosa.

Por su geografía, origen, formación, cultural y religión, pero también por su manera de acceder al poder entre los populistas asiáticos hay diferencias más pronunciadas que entre los populistas latinoamericanos y europeos.

Lo común en el marco de la gran estrategia

La gran estrategia se traduce a partir de estrategias operativas compartidas que son:
  • Presentarse como los únicos garantes de llevar a sus países a la grandeza que se merecen. Con ellos todo será diferente.
  • Ofrecerse como los hombres fuertes que se requiere para resolver los problemas del país. No hay otro.
  • Promover el nacionalismo a ultranza.
  • Celebrar el pasado mítico de sus países.
  • Hacerse pasar como hombres del pueblo. Vienen de él y a él se debe.
  • Concentrar el poder. Intento permanente de controlar a los otros poderes del Estado.
  • Violentar con frecuencia el orden jurídico. Desprecio a las instituciones democráticas. Están sobre la ley.    
  • Cambiar a conveniencia su ideología y principios.
  • Utilizar la religión como medio de control de los sectores populares (Erdogan, Modi y Prayuth).
  • Relación clientelar con los sectores populares a través de la entrega directa de dádivas sociales.
  • Utilizar intensivamente todos los medios de comunicación en promoción de su imagen y la de su gobierno. Control de los medios.
  • Comunicarse de manera directa (programas de radio y televisión ...)
  • Presionar e incluso perseguir a los periodistas, intelectuales e integrantes de la oposición. 
  • Acusar a la oposición de "traidora" y de servir "a oscuros intereses extranjeros".
  • Rechazar de manera sistemática la más mínima crítica. Son intolerantes.
  • Construir enemigos imaginarios, que supuestamente atentan contra el proyecto de cambio del país.
 
Características de los populistas  
 
En el marco de las coincidencias entre estos mandatarios quiero subrayar cinco características que definen, más allá de estos personajes, el perfil de todo los populistas de derecha e izquierda en las diferentes regiones del mundo:
  • Presentarse como los únicos personajes que garantizan llevar a sus países a la grandeza que se merecen. Un mundo ideal, muy lejos de la realidad, que es posible conquistar. Si los apoyan y siguen, el pasado inmediato quedará borrado y todo será diferente.
  • Hacerse pasar como hombres del pueblo. Vienen de él y a él se debe. Ellos son sus únicos representantes legítimos y también sus únicos intérpretes. Saben, no hay otros, lo que el pueblo quiere y necesita. El pueblo no necesita pensar. Ellos piensan por él.
  • Concentrar el poder en sus personas. Se ponen por encima de la Constitución y las leyes. Intentan, algunos lo logran, controlar a los otros poderes del Estado. No admiten contrapesos a su poder. Se sienten moralmente superiores a los demás. No hay nadie mejor que ellos.
  • Utilizar intensivamente los medios de comunicación en la promoción de su imagen y la de su gobierno. Gobiernan a través de los medios. Es a través de ellos que mantienen una relación permanente con los suyos. Se comunican de manera directa a través de espacios que ellos mismo generan, para estar presentes en la radio, la televisión y las redes sociales.
  • Construir e inventar enemigos personales, de su proyecto y de su gobierno. No admiten la mínima crítica. Los opositores, sin más, son "traidores de la patria" y sirven "a oscuros intereses extranjeros". Los periodistas independientes, los personajes de la intelectualidad, la cultura y la ciencia, que no les son afines, son denostados y perseguidos.