Rubén Aguilar Valenzuela
Sudán del Sur, el país soberano más joven del mundo, proclamó su independencia el 9 de julio de 2011 tras más de medio siglo de luchas para emanciparse de Sudán. Su presidente es Salva Kiir (1951).

Fue comandante guerrillero, alto dirigente político y negociador diplomático. En la guerra de independencia fue el número dos del líder histórico del movimiento de autodeterminación sursudanés, John Garang.

En 2005 falleció en un accidente de aviación, pocos meses después de firmar los acuerdos de paz que pusieron término a una terrible guerra civil de 25 años entre el Norte árabe y musulmán y el Sur negro, cristiano y animista. Kiir sucede a Garang.

El referéndum sobre la independencia, con victoria total del sí fue contundente. Luego tuvo lugar las primeras elecciones generales que las gana Kiir. Su fuerza política tiene las características de un partido de Estado. El país, con múltiples conflictos internos, es uno de los más pobres del mundo.

En 2012 Sudán del Sur y Sudán entraron en conflicto por el reparto de los costos y beneficios de la explotación de los campos petrolíferos, el 75% de los cuales quedaron en el Sur, la demarcación de la frontera y otros temas no menos complicados. En 2014 alcanzaron un alto al fuego.

Kiir, que es cristiano, a la muerte de Garang hizo la comparación entre el Éxodo de los hebreos conducido por Moisés y concluido por Aarón que conduce al pueblo a la tierra prometida. En su momento la analogía fue intensamente divulgada por los medios de comunicación oficiales de Sudán del Sur.

El presidente de Sudán del Sur no tiene carisma personal con el que sí contaba Garang. No es proclive a la arenga frente a las grandes masas. No recurre al discurso nacionalista. Es más bien sobrio.

Dejó el traje militar y viste de civil. En 2006, el presidente George Bush, que sabía le gustaban los sombreros vaqueros le regaló uno. Siempre lo utiliza. Es parte fundamental del personaje que ha construido.

Kiir en sus intervenciones recurre a la figura de Garang como fundador de la Nación. Y hace también presente a Dios todopoderoso a quien agradece su intervención.

Promete justicia, prosperidad, libertad y extirpar el "cáncer" de la corrupción. Sostiene que la transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales.

En 2018 Kiir y el líder opositor Riek Machar firmaron la paz y acordaron un gobierno de unidad popular, para poner alto al conflicto bélico. Ahora este último es vicepresidente.

Los problemas de Sudán del Sur, uno de los países con mayor diversidad étnica del mundo, son complejos y de gran envergadura. Kiir se propone como la solución.

El gran reto es traer una paz permanente a un país donde el 60 por ciento de la población se enfrenta a una situación de inseguridad alimentaria.

La solución de los problemas depende de la construcción de un Ejecutivo fuerte, que a pesar de los esfuerzos de Kiir todavía no se logra.

El presidente sursudanés es un populista distinto a los otros, no le gusta la estridencia y los discursos incendiarios. No utiliza la polarización como estrategia.

Sí el discurso de las promesas, de que todo será mejor, que para eso es el indicado y que Dios todopoderoso está con él y con el pueblo.

El pasado 9 de julio, al celebrar el décimo aniversario de la independencia, se comprometió, una vez más, a que nunca más habría guerra y también al desarrollo y la prosperidad del país.