Rubén Aguilar Valenzuela
Con Jair Bolsonaro, un populista de derecha, Brasil en 2020, durante la pandemia, redujo la pobreza extrema de 5.5 % a 1.4 %. En América Latina es el país donde más decreció, según la CEPAL.

Mientras que en México, con Andrés Manuel López Obrador, un populista de izquierda, creció del 10.6 % al 18.3 %. Es el país donde más aumentó.

Esto seguido de Honduras con un crecimiento de 20.0 % al 26.1 %, de 2019 al 2020, y Ecuador con uno del 7.6 % al 12.8 %. En Panamá, el otro país de la región donde la pobreza extrema se redujo, registró una disminución de 6.6% al 6.4%.

¿Qué explica estas diferencias? De acuerdo a la CEPAL dependió de qué tan grave fue la situación de salud pública y de qué manera reaccionó el gobierno para enfrentar la crisis. En los dos campos el gobierno de López Obrador está reprobado.

Brasil y Panamá focalizaron gran parte de sus desembolsos en los sectores de menores ingresos. En la emergencia la manera de enfrentar el desempleo fue canalizar dinero a los más pobres.

En un principio Bolsonaro, el presidente brasileño, fue negacionista al efecto de la pandemia, pero al final del día fue el gobierno que más recursos destinó como porcentaje del PIB, para enfrentar la pandemia.

El presidente López Obrador mantuvo todo el tiempo la actitud negacionista, lo sigue haciendo ahora, y ahí están las consecuencias con más de 500,000 muertos por Covid-19 –de acuerdo con algunas referencias periodísticas– y 10 millones más de personas en extrema pobreza.

Las ayudas fiscales en Latinoamérica variaron sustancialmente de un país a otro. Los dos extremos fueron Brasil y México: mientras Brasil destinó cerca de un 8.0 % de su PIB, México apenas gastó un 0.7%.

Esta decisión de uno y otro de los presidentes explica lo que pasó. El de derecha se portó como de izquierda y el de izquierda como de derecha.

En Brasil el paquete de estímulo fiscal destinados a apoyar familias, empresas y el gasto de emergencia en salud, lograron no solo detener sino reducir la pobreza extrema.

En América Latina con la pandemia del Covid-19, la pobreza llegó a su nivel más alto en los últimos 12 años, afectando a un 33.7% de la población, es decir, ahora uno de cada tres latinoamericanos lo está pasando muy mal.

El mayor retroceso histórico ocurrió con el sector de quienes viven en la pobreza extrema. Aquellos que no pueden cubrir sus necesidades básicas de alimentos. Ahora son el 12.5 % de la población latinoamericana.

Esto supone que una de cada ocho personas se va a la cama con hambre. La mayoría no tiene agua potable, ni electricidad y en el mejor de los casos consiguen un techo improvisado para cubrirse de la lluvia o el sol.

La CEPAL advierte que uno de los efectos más graves de vivir con hambre, condición de la extrema pobreza, está relacionado con las secuelas que deja a largo plazo en el desarrollo cognitivo y físico de las y los niños.