Rubén Aguilar Valenzuela 
El jesuita Jerónimo Nadal (1507-1580) cuenta en el Prólogo de la Autobiografía (1556) de san Ignacio de Loyola (1491-1556) como lo convencieron, para que se animara a contar su vida. En 1551, dice, le "pedí constantemente que quisiese exponernos el modo como Dios le había dirigido desde el principio de su conversión, a fin de que aquella relación pudiese servirnos a nosotros de testamento y enseñanza paterna".
 
Y continúa "el Padre se excusaba con sus ocupaciones, diciendo que no podía dedicar su atención y su tiempo a esto. Con todo, añadió: Celebrad tres misas a esta intención, vos, Polanco y Poncio, y después de la oración referidme lo que pensáis".
 
Así lo hicieron y "celebramos las misas, y después de referirle lo que pensábamos, prometió que haría lo que pedíamos. Al año siguiente, a mi regreso de Sicilia y estando a punto de ser enviado a España, pregunté al Padre si había hecho algo. Nada, me dijo".
 
Y continúa "cuando volví́ de España el año 1554, volví a preguntarle de nuevo: no había hecho nada. Pero entonces, movido de no sé qué impulso, insistí de nuevo: Hace ya casi cuatro años desde que os vengo pidiendo, Padre, no sólo en mi nombre, sino en el de los demás, que nos expongáis el modo como el Señor os fue llevando desde el principio de vuestra conversión".
 
Y esos "porque confiamos que saber esto será sumamente útil para nosotros y para la Compañía; pero, como veo que no lo hacéis, os quiero asegurar una cosa: si nos concedéis lo que tanto deseamos, nosotros nos aprovecharemos mucho de esta gracia; si no lo hacéis, no por eso decaeremos de ánimo, sino que tendremos tanta confianza en el Señor como si lo hubieseis escrito todo".
 
El Padre, continúa Nadal, "no respondió nada, pero, creo que el mismo día, llamó al P. Luis González y empezó a contarle las cosas que después éste, con la excelente memoria que tiene, ponía por escrito".
 
Y en el Prólogo que hace el jesuita portugués Luis Gonçalves da Câmara (1519-1575) dice que en una comida en 1553 el "Padre dijo que muchas veces le habían pedido una cosa Maestro Nadal y otros de la compañía, y que nunca había determinado en ello; y que, después de haber hablado conmigo, habiéndose recogido en su cámara, había tenido tanta devoción e inclinación a hacerlo".
 
Un día, añade Gonçalves da Câmara, "el Padre me llamó, y me empezó a decir toda su vida y las travesuras de mancebo clara y distintamente con todas sus circunstancias; y después me llamó en el mismo mes tres o cuatro veces, y llegó con la historia hasta estar en Manresa algunos días, como se ve escrito de letra diferente".
 
El escrito da cuenta de conversaciones entre 1553 y 1555. Las primeras entre agosto y septiembre de 1553. En ella san Ignacio narra su vida desde su nacimiento (1491) a la llegada de Manresa (1522).
 
Las segundas tienen lugar en marzo de 1555. San Ignacio cuenta de su estancia en Manresa (1522) hasta su llegada a estudiar a París (1524). Las terceras ocurren en octubre de 1555 y narra sus días en París hasta la llegada a vivir a Roma (1537).
 
Gonçalves da Câmara dicta el texto en diciembre de 1555 en Génova cuando espera embarcarse para España. No encuentra a ningún amanuense que escriba en español y el texto original se hace en italiano.
 
En versión de los jesuitas en la Autobiografía había pasajes que no eran edificantes y que incluso podrían interpretarse como sospechosos de herejía iluminista en aquellos tiempos.
 
A pesar de la importancia del texto no fue publicado sino hasta el siglo XVIII en latín. Y en español-italiano hasta inicios del siglo XX.
 
El texto biográfico escrito por el jesuita Pedro de Ribadeneira publicado en latín en 1572 y en español en 1583 fue por cuatro siglos la obra "oficial" sobre la vida de san Ignacio. Era un texto más seguro y también más completo.
    
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Hay muchas ediciones de la Autobiografía a las que se puede acceder por Internet. La UNAM publicó una con prólogo de Ignacio Solares.