Rubén Aguilar Valenzuela 

En El botón de nácar (Chile, 2015) Patricio Guzmán, su director, vuelve, como lo hizo en Nostalgia de la Luz (2010), a contar su historia-meditación desde el observatorio del desierto de Atacama con sus enormes antenas circulares.

Se cuenta el genocidio de los indios selknam por los colonos blancos y el del dictador Augusto Pinochet. Lo hace en medio de una reflexión sobre el origen del mundo donde el agua del mar guarda todas las voces de la tierra.

Y a través del agua, del Océano Pacífico, recorre la costa chilena con el paisaje de las montañas, de los volcanes, de la nieve y los glaciares. El agua es vida y donde la hay, ésta florece.

El agua está en la tierra, pero también en distintas partes de la profundidad del cosmos. "Se dice que el agua tiene memoria. Yo creo que también tiene voz", dice Guzmán que también es el narrador.

Entre la tierra y el mar vivía el pueblo de los selknam en armonía con la naturaleza hasta que en el siglo XIX llegan los colonos blancos y de la manera más brutal los aniquilan. Guzmán los recuerda a través de imágenes fotográficas y de los últimos sobrevivientes que todavía mencionan el mundo en su lengua.

Al genocidio de los indígenas en la Patagonia se añade el perpetrado en 1973 por la dictadura militar. Dos genocidios en un mismo territorio. Uno para despojar de la tierra a quien la habitaba desde siempre y el otro, para matar la ilusión de construir un mundo mejor. La historia, al igual que el agua, es cíclica.

La cámara ve a la naturaleza, para que ella nos diga lo que quiere transmitirnos. Para que nos hable. Y el espectador con sus ojos ve y oye. Está ahí el paisaje de la geografía chilena, pero con la música y la narración adquiere otra dimensión.

El director entrelaza la historia de estos dos genocidios y de éstos con la naturaleza como testigo. La dictadura arrojaba al mar los cuerpos de sus prisioneros. Y un día en lo recóndito del territorio, desde el fondo del mar, aparece uno de esos cadáveres.

A través de dos botones las historias se vinculan. El primero es el que un capitán inglés ofrece a una indígena, para llevarlo con él a Inglaterra. Y el otro, el de nácar, está en el vestido de la víctima de la dictadura que aparece en la mar amarrada al riel con el que fue arrojada desde el avión.

La fotografía muestra en silencio la fuerza indescriptible de la naturaleza que se deja oír, sobre todo, por el ruido del mar. Las reflexiones del director en su propia voz construyen una narrativa que articula la historia.

Hay poesía en la fotografía, en las imágenes, en el sonido y en las reflexiones en la voz de Guzmán. Es una denuncia poética contra la destrucción de la naturaleza, contra el brutal genocidio de los indios selknam y el de la dictadura.

En 2015 ganó el Oso de Plata en el Festival de Berlín como mejor guion y en ese mismo año el Premio Fénix como mejor fotografía documental y en 2016 el Premio Platino como mejor documental.

El botón de nácar
Título original: El botón de nácar
Producción: Chile, 2015


Dirección: Patricio Guzmán
Guion: Patricio Guzmán
Fotografía: Katell Djian
Música: José Miguel Tobar y Miguel Miranda
Locución: Patricio Guzmán
Actuación: Francisco Celhay; Emilio Edwards; Daniela Ramírez; Sergio Hernández; Matías Torres ...