Rubén Aguilar Valenzuela

 
En la introducción a Cantata de Fray Jacobo (Mérida, 2016) José Ramón Enríquez nos dice que se prendió del personaje de este fraile franciscano, hijo de la casa real de Dinamarca, que misionó en Michoacán y que:
 
" Dialogué con él durante mucho tiempo y así fue escribiéndose esta Cantata de Fray Jacobo. Pensada para llevar música, aun cuando pueda ser simplemente dicha por actores y coros, me decidí a integrar la didascálica en la voz de un narrador para evitar acotación alguna. Valga subrayar que, partiendo de hechos reales, mi Cantata no es más que un sueño compartido con un personaje que amablemente vino a visitarme, Fray Jacobo, y nada más pretende desde ningún aspecto de rigor científico.
 
Enríquez, para construir su texto se vale de la voz de fray Jacobo Daciano, un coro y un narrador, para cantar-narrar la historia del franciscano tanto en Dinamarca como en los años de trabajo misional en Michoacán. Da cuenta de las diferencias que tiene con el obispo Vasco de Quiroga y con otros franciscanos que se niegan a dar el sacramento de la Eucaristía a los indígenas, cosa que él sí hace, y también promueve la ordenación sacerdotal de los nobles indígenas un proyecto de los franciscanos que aborta la Iglesia y la Corona.


 
De fray Jacobo dice que:
 
"Hijo y hermano de reyes, fue el último provincial de los frailes franciscanos antes de que las Guerras de Reforma los borraran de los países escandinavos. Peregrinó por el Viejo Continente hasta llegar a España y conseguir que su primo Carlos V lo enviara a la Nueva España. Vino a encontrarse con el Hombre Nuevo que profetizara Joaquín de Fiore desde el año Mil, el de la Utopía de Santo Tomás Moro, de 1516, la cual buscaba también Vasco de Quiroga (...) que no pudo superar su racismo al considerarlos inferiores (a los indígenas) para recibir la Eucaristía y las Órdenes sagradas; incluso para profesar como frailes franciscanos.
 
Y añade que:
 
"Por su decidida postura en el debate a favor de los pueblos primitivos el nombre de Fray Jacobo se ha venido borrando de la historia oficial. No así de la memoria de los purépechas que, hasta el día de hoy, guardan sus restos, los veneran como uno de los suyos y protegen el secreto de dónde está enterrado este su santo vikingo que arribara a Tzintzuntzan ".
 
Fray Jacobo Daciano es un personaje extraordinario. Educado en la casa real de Dinamarca, hombre de gran cultura y también políglota. De pensamiento muy avanzado para su tiempo. De enorme sencillez y humildad. Al fin de su vida entre los franciscanos y los indígenas tenía fama de un hombre santo.
 
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Fray Jacobo Daciano (Copenhague 1484 - Tarecuato 1566), de la casa real de Dinamarca, fue el tercer hijo del rey Hans y la reina Christine y hermano menor del rey Christian II. Al ingresar a la Orden de san Francisco renunció a los derechos de sucesión por la corona.
 
En 1536, al ser destronado Christian II, con el triunfo de la Reforma Protestante, luego de la supresión de los conventos franciscanos, fray Jacobo, junto todos los frailes, es obligado a dejar el país. La nueva casa reinante, ya luterana, con Christian III como rey, borra de todos los libros su existencia.
 
Los franciscanos abandonan el país y se mudan, sobre todo, a las zonas católicas del Sacro Imperio Romano Germánico. Fray Jacobo en España se entrevista con el emperador Carlos V, cuñado de su hermano Christian II, a quien solicita licencia para venir como evangelizador a la Nueva España.
 
Todavía en Europa escribe la  Crónica de la expulsión de los frailes franciscanos , que tenía el objetivo de servir de evidencia para posteriormente reivindicar en Dinamarca la posesión de los conventos, que nunca se concretó.
 
En 1542, fray Jacobo llega a Veracruz, para permanecer en la Nueva España por el resto de su vida. Tres años estuvo en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco donde estudió náhuatl antes de ser enviado a Michoacán, donde realizó la mayor parte de sus actividades misionales, para ello aprendió el purépecha. Ahí fundó pueblos y conventos. 
 
Escribió la Declaración del pueblo bárbaro de los indios, que, habiendo recibido el bautismo, desean recibir los demás sacramentos . Fray Jacobo argumentaba que negar a los nativos ese derecho era equivalente a cometer herejía. Esta posición hizo que fuera castigado por el obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga. Murió en el convento de Tarecuato en 1566. Sus reliquias, actualmente están perdidas, fueron conservadas por los habitantes del lugar durante mucho tiempo.
 
Cantata de fray Jacobo
José Ramón Enríquez
Edición privada
Mérida, 2016
pp.25