Rubén Aguilar Valenzuela
 
El pasado 20 de noviembre el discurso oficial en la celebración del 110 aniversario de la Revolución Mexicana, estuvo a cargo del general secretario de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Cresencio Sandoval.

En esa ocasión, por primera vez desde que asumió su cargo, planteó que todas las nuevas tareas que el comandante en Jefe, el presidente de la República, ha encargado a los militares están en el marco de la ley.

Y dijo también que el cúmulo de encargos presidenciales, entre ellos el aeropuerto de santa Lucía, un tramo del Tren Maya y las sucursales del Banco del Bienestar, no distrae al Ejército de su obligación de garantizar la paz y la seguridad interior.

De manera textual dijo que los militares "trabajamos en proyectos prioritarios encaminados al desarrollo de nuestro país sin que ello signifique perder naturaleza o razón de ser".

De esta manera se propuso hacer frente a las críticas, cada vez son más, que señalan que en este gobierno al Ejército se le han dado responsabilidades que corresponden al campo de los civiles.

Lo que es evidente, más allá del discurso del general, es el proceso de militarización de tramos de la administración pública no sólo en el campo de la seguridad pública (policías ...) sino también en áreas relacionadas con la construcción y la administración.

Fue enfático al afirmar que los militares "dependemos del Ejecutivo, a cuya autoridad nos subordinamos por ley y decisión democrática del pueblo de México, pero, sobre todo, por convicción".

Otra manera de decir que las nuevas tareas que les ha encargado el presidente no ha sido decisión de ellos sino de los civiles elegidos por el voto popular. El Ejército se somete a su mandato.

En ese marco aclaró que "el instituto armado jamás ha buscado ni buscará protagonismo, porque nuestra esencia es servir a la patria. Así, pues, es evidente que no anhelamos ningún poder, porque nuestra razón de ser está alejada de pretensiones políticas o de otro tipo".

El discurso del general secretario de Defensa tenía a dos destinatarios: a los militares que no están de acuerdo con que el Ejército entre al mundo de los negocios (construcciones) y a la sociedad a la que le dice que ellos obedecen a los civiles.

En todo caso el general quiere se entienda bien que no son ellos los que han decidido asumir las tareas que ahora tienen sino que lo hacen por mandato del presidente. La militarización del país es decisión de éste y no del Ejército.